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Una gestión digna para estudio de caso

José Raúl Mulino, presidente de la República de Panamá. Cedida | Presidencia de la República
  • 29/06/2025 01:00

El papel de José Raúl Mulino al frente del Poder Ejecutivo no tiene parangón: solo el poder contrarresta el poder y su estrategia de dotar de marcha propia las otras dos instancias del Judicial y el Legislativo son las que empujan el país y fortalecen el Estado de derecho.

Es verdad, los tres poderes deben actuar de manera autónoma y convergente para llevar adelante una dinámica institucional que haga prevalecer la estabilidad y consolidación del sistema democrático frente a los factores exógenos y problemas endógenos que dificultan esta consolidación. Pero para lograrlo, el ejercicio del poder no puede quedar circunscrito a aquel presidencialismo tradicional establecido en la Constitución y cuya vigencia efectiva ha mermado a través de los años. Mulino ha tenido que delinear un estilo de liderazgo presidencialista que no aprueba neutralización ni acepta parálisis.

Bajo esta premisa, los tiempos delicados que afectan el orden público y convierten el país en un escenario complejo demandan una figura presidencial que sea fuerte, autónoma, dominante, enérgica y vertical. Y Mulino así lo ha entendido que, para preservar el sistema democrático y robustecer la institucionalidad, debe resolver las tensiones y conflictos con orden y ley. Porque no solo hay que estar en el mando; también hay que guiar al país combinando carisma con disciplina, respetando leyes con apego y, sobre todo, devolviendo la tranquilidad a la gente con firmeza.

Desde el primer día, Mulino propuso la puesta en marcha de una serie de transformaciones para imprimir confianza en la población. Y a pesar de todas las contrariedades y desestabilizaciones que se han producido en contra de sus iniciativas y han afectado tanto en lo social como en lo económico, su estilo fuerte de gobernar es el que ha servido como timonel para conducir el barco del país y llevarlo a puerto seguro. Porque no es simplemente el cierre de calles esta vez; se trata del secuestro de una provincia entera, con huelgas que causan pérdidas de decenas de millones de dólares por día por más de dos meses. Y en su rol de asegurar el orden, Mulino ha tenido la capacidad de autolimitación y permitir a los demás poderes concentrarse en la labor institucional y aplicar sus funciones de frenos y contrapesos del Ejecutivo.

Al enfrentar complejos desafíos y buscar acuerdos para destrabar la gobernabilidad, nadie puede negar el tremendo esfuerzo del presidente Mulino y su gabinete para salvar la Caja de Seguro Social y sacarla del atolladero financiero donde la dejaron veinte años de desidia y corrupción. Y nada más claro que ese estilo de personalidad vertical de Mulino para defender la Ley 462 y hacer las cosas, no porque sean políticamente convenientes, sino porque es lo correcto.

Su afán por perfeccionar el aparato institucional y destrabar la economía le han dado razones a Mulino para actuar de la forma en que lo ha hecho. Entendiéndose que son estos los objetivos que legítimamente dotan a un gobierno de plenas capacidades para llevar adelante sus políticas y a las sociedades de todas las garantías y mecanismos para que el poder sea ejercido de manera coherente y sin vacilaciones.

En este contexto, es importante destacar la habilidad comunicacional de Mulino. La fuente de poder del presidente no reside solamente con su estadía en Palacio, sino en su destreza de negociación y persuasión. Construir coaliciones, convocar partidos políticos y reunir grupos de interés requieren que un presidente posea visión panorámica y maneje todos los temas. Y que pueda comunicar a los ciudadanos comunes y a las élites de que lo que él requiere de ellos no es más que lo que ellos deberían hacer para vivir en un país con respeto y en paz.

En síntesis, la maestría de Mulino de no dejarse intimidar por presiones políticas ni grupos rebeldes subversivos ha sido clave en su desempeño en este primer año. A pesar de llegar a la presidencia con un 34 % de los votos y conformar un gobierno con figuras de diferentes vertientes políticas, ha podido navegar en medio de tormentas y tempestades, y mantenerse enfocado en que la nueva ley del Seguro Social y otro número de iniciativas como la apertura de la mina y la construcción del tren Panamá – David son importante para el país. Pero aún más significativo es que ha podido llenar el vacío que dejaron los tres últimos gobiernos. Consciente de eso, Mulino lo ha afrontado todo, ciertamente con un estilo fuerte y confrontativo, pero logrando transmitir a la sociedad, mediante su discurso, gestos y acciones la idea de que en esta oportunidad sí hay alguien realmente a cargo y al mando del Poder Ejecutivo.

-El autor es empresario