La popularizada imagen del cholo

Actualizado
  • 11/05/2012 02:00
Creado
  • 11/05/2012 02:00
PANAMÁ. Con acordes de acordeón y bajo un sol que azota, Usnavy parquea el carro en la casa de la patrona. Ni bien lo ve, ella vocifera,...

PANAMÁ. Con acordes de acordeón y bajo un sol que azota, Usnavy parquea el carro en la casa de la patrona. Ni bien lo ve, ella vocifera, da órdenes: ‘Déjalas ahí’, grita. Encorvado, Usnavy lanza una decena de paquetes y bolsas, las compras que acaba de hacer, en el piso.

-Si patroncita-, contesta.

Usnavy hace reír. Recién llegado desde algún pueblo del interior, el dibujo animado que es más una parodia divierte todos los sábados en el programa La Cáscara.

‘¿A Miami?’, pregunta a la patrona. ‘No lo ‘pueo creer’ Pantrona, ¿ese progamá no se pué hacé aquí?’, continúa, manos alzadas, pantalón remangado, suéter, chácara cruzada y una gorra de esas que regalan como parte del uniforme de softball.

Divierte y evidencia una concepción generalizada, que carga prejuicios e ignorancia, desde la ciudad hacia las otras regiones de Panamá. Esta reproducción del estereotipo es usual en otros canales de televisión y radio.

‘Muchos ven al campesino como un ser barrigón, sin zapato, bruto, cholo e ignorante’, acepta Óscar Póveda, que hace 23 años trabajó en Hecho en Panamá. No es el único que lo piensa: Víctor Ballesteros y Héctor Mencomo, de Así es mi tierra; Karen Peralta, compañera de Óscar en Hecho en Panamá; y los sociólogos Milciádes Cárdenas y Juana Camargo, coinciden.

En la ciudad de Panamá: la contrucción simbólica del campesino, y todo el universo que remite al agricultor o las regiones, siempre es visto de manera despectiva. Los acentos en lugar de ser vistos como parte de una riqueza y una variedad cultural para enorgullecerse, se observa como un error o un atraso.

¿Será el campesino como lo representan en los medios de radio y televisión?

¿ES O NO ES?

El presentador de Así es mi tierra, Víctor Ballesteros, señala que no siempre la imagen que se ha proyectado de los interioranos es la correcta, pues programas de géneros ajenos a la cultura y folclor, han querido vender una imagen negativa del campesino.

‘Se burlan de nuestra forma de hablar dejándonos como ignorantes, haciendo así que muchos sientan vergüenza de sus raíces’, dice, y acepta que la simboligía le causa ‘mucha tristeza’ porque son panameños: ‘No somos de otro planeta. Nos superamos, nos educamos y echamos pa’lante’, argumentó Ballesteros, que afirma además que su acento interiorano es original y no forzado.

Héctor Mencomo enfatizó que en su programa el concepto no es hablar como el agricultor. A sus presentadores no se les pide imitar, sino que ‘sean ellos mismos y hablen tal cual lo hacen a diario’.

¿Hay, en el medio de tanta burla, un referente positivo? Para Mencomo ese es Juan Torrente, una figura que formó parte del programa producido por él: ‘Representaba a ese campesino autóctono, luchador y trabajador y su manera de hablar era así, tal cual la escuchabas en la televisión. Este personaje se hizo con la intención de representar al folclor’, argumentó el productor.

‘La Metiche’ es otra que cita el productor.

RAZÓN DEL PREJUICIO

¿Por qué aparece la burla en la diferencia? ¿Qué lleva a reproducir, una y otra vez, una y mil veces, la imagen del interiorano como alguién inferior al urbano? ¿Por qué asociar el agricultor con un campo semántico de atraso y a lo urbano como el progreso?

El sociólogo Milciádes Cárdenas cree que los que se burlan de los campesinos tienen, en el fondo, una gran ignorancia: ‘No saben realmente lo que significa el folclor, nuestras tradiciones y costumbres’.

Ejemplos sobran del desconocimiento, no sólo hacia el interiorano en particular, sino hacia lo diferente en general, que lleva a la burla. En la forma de hablar, dice Cárdenas: ‘El hecho de que un trabajador del campo hable jondeado, como decimos en buen panameño, no es porque no sepa hablar, sino porque son nativos de sus pueblos y nadie puede tener el mismo lenguaje o forma de ser que otro. Eso sucede exactamente con los extranjeros, cada quien tiene su acento’, defiende.

Lo que más lamenta Cárdenas del fomento del prejuicios y el fortalecimiento del desconocimiento, es la pérdida de la riqueza y del valor en lo autóctono y particular: ‘En un país donde tenemos mucho que contar respecto a nuestras raíces, orígenes y tradiciones folclóricas, no deberían haber programas que intimiden al campesino. Es una verdadera lástima’, concluyó.

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