‘Para la guerra', el dolor y el orgullo de un excombatiente cubano

Actualizado
  • 26/09/2018 02:00
Creado
  • 26/09/2018 02:00
El dolor y el orgullo se mezclan en Andrés, algo muy diferente a lo que pasó con los jóvenes inexpertos que lucharon en la Guerra de las Malvinas

El argentino Francisco Marise estudiaba en la escuela de cine de San Antonio de los Baños cuando en un pequeño pueblo y por casualidad se encontró con Andrés, un excombatiente cubano que le mostró una forma de enfrentarse a la memoria y al recuerdo que quiso plasmar en Para la guerra .

El dolor y el orgullo se mezclan en Andrés, algo muy diferente a lo que pasó con los jóvenes inexpertos que lucharon en la Guerra de las Malvinas y fue ese contraste lo que interesó a Marise y lo que le llevó a realizar su ópera prima, que presenta hoy en la sección Nuevos Directores del Festival de San Sebastián.

Su objetivo con esta película a medio camino entre la ficción y el documental, explica a Efe , era mostrar la locura y la lucidez de Andrés y a través de este personaje retratar la situación de ‘muchos cubanos'.

‘Conocí y conozco a otros excombatientes cubanos, pero Andrés condensa' las experiencias de todos porque ‘es un gran no actor que entiende la puesta en escena de una película pero a la vez es totalmente franco, dice lo que piensa', explica Marise.

A través de su testimonio y sobre todo de su forma de actuar, de sus ejercicios hipnóticos -‘casi coreográficos', reconoce el director-, ‘Para la guerra' cuenta la diferente relación que tienen los cubanos ‘con su pasado y con la guerra'.

Mientras que los argentinos que combatieron en las Malvinas quedaron traumatizados con la experiencia -la tasa de suicidios posteriores casi iguala al número de fallecidos durante el conflicto, asegura el realizador-, los cubanos tienen una forma muy diferente de enfrentarse a sus miedos y a su memoria.

Eso es lo que cuenta en Para la guerra , donde Andrés es el protagonista de su propia historia, con todas sus contradicciones.

Porque este hombre, que a los 9 años hizo del fallecido Che su héroe y a los 16 años se presentó voluntario para luchar en la guerra de Angola, es tan loco en apariencia como lúcido y coherente en sus planteamientos, cuenta Marise.

Haciendo ejercicios militares en medio del frondoso paisaje caribeño, tratando de contactar con sus antiguos compañeros de lucha o contemplando emocionado en la televisión el anuncio de la muerte de Fidel Castro, Marise retrata a este excombatiente con cercanía y a la vez con distancia y sin juzgar.

Cuarenta años después de combatir en Angola, Andrés sigue entrenando y muestra ante la cámara ‘la memoria que le queda en el cuerpo', relata Marise, para quien es ‘un soldado que está herido pero no vencido'.

Una historia muy diferente a la que el realizador tenía en principio en mente, más relacionada con el trauma que las Malvinas provocó en su país.

Pero llegó a Cuba y se dejó conquistar por los cubanos, por su selva, su calor, ese escenario casi irreal de los años cincuenta y la pervivencia de los ideales revolucionarios de Fidel Castro y del Che.

‘El dolor y el orgullo se mezclan en Andrés, algo muy diferente a lo que pasó con los jóvenes inexpertos que lucharon en la Guerra de las Malvinas'.

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