Las huellas del amor y el hogar en 'Brooklyn'

Actualizado
  • 30/04/2020 13:02
Creado
  • 30/04/2020 13:02
Las joyas que se vuelven a contemplar pueden desenterrar muchas memorias y es el caso de la cinta de John Crowley, basada en el libro de Colm Tóibín, la cual retrata la historia de una joven inmigrante irlandesa que aprende a redefinir su concepto de 'hogar' en un viaje transformador hacia Nueva York

En 2015 una película derritió los corazones de millones de personas en todas las salas de cine en las que se estrenó, al ser una historia conmovedora y romántica que combina la sensibilidad de una chica joven irlandesa, con la soberbia de un lugar como Brooklyn en medio de Nueva York en la década de 1950. Una producción dramática y muy bien llevada, sin rozar en lo cursi o con un ritmo sobrecargado.

Ronan y Cohen retratan a los inmigrantes Eilis Lacey y Tony Fiorelli en la cinta de John Crowley.

Ver a Saoirse Ronan entregarse por completo a su papel como la chica buena, esperanzada y algo temerosa de Irlanda que llega a Estados Unidos con deseos de prosperar es una faceta de su repertorio actoral que no debe pasar desapercibida. Ver a Eilis Lacey encarnada por Ronan llega a ser una interpretación fiel de aquel perfil que describió el escritor Colm Tóibín en su novela homónima de una “chica sencilla proveniente de Enniscorthy, en el condado de Wexford”.

La adaptación de guion a cargo de Nick Hornby deja ver el contraste entre la lejana Irlanda y la aún más lejana pensión donde reside Eilis en Brooklyn junto a una matriarca y otras cuatro inquilinas. Los invernales y grisáceos colores de Irlanda frente a los cálidos tonos de Montreal –que se hace pasar por un Nueva York clásico– atraen a la vista del espectador y facilitan la entrada a las diversas escenas, que parecen más la leída de un diario, que una historia superficial sobre el amor, la familia y la fidelidad.

En un momento de la historia donde conseguir un trabajo y un amor eran las prioridades para toda dama soltera, tanto en Irlanda como en Estados Unidos, la vida de Eilis se ve confrontada entre la decisión de regresar a su hogar o buscar un mejor futuro lejos de donde todo se siente familiar y seguro. La cinta transcurre como una memoria antigua, donde todo parece tener una razón, pero existe aun así un leve pesimismo entre las lenguas de Enniscorthy y Brooklyn.

Los estereotipos de ambos pueblos –como el cabello pelirrojo, los ojos claros irlandeses, contra la afición por el béisbol y las compras desmesuradas de los neoyorquinos– forman parte de la huella del director John Crowley, quien demuestra su amor por la narrativa visual que con sutileza parece responder las preguntas de una próxima generación intrigada por su herencia cultural: ¿Cómo se conocieron mis padres? ¿De dónde venimos? ¿Por qué este es nuestro hogar?, entre otras que fortalecen minuto a minuto la química entre los personajes.

La musicalización llevada a cabo por Michael Brook realza la identidad de la cinta.

Más allá de un escenario romántico entre dos jóvenes veinteañeros, la historia entre Eilis y el plomero italiano Tony (Emory Cohen) crea un vínculo de amor indeleble, correspondido y que lucha contra las incansables casamenteras irlandesas que buscan hacer ver a Eilis que “tiene la opción de regresar a casa y ser feliz”, sin saber que ella ya se comprometió con su propia felicidad. Si bien, la introducción de un personaje capaz de personificar el sueño que Eilis tenía antes de irse de Irlanda crea un ambiente tenso interesante, las obligaciones como funerales y bodas arrastran a la joven a intentar olvidar lo que tuvo que ganar en Nueva York, por una vida de papel que nunca podría realmente ser suya en su pueblo natal, por la simple razón de que ella ya no es la misma.

La interpretación de Domhnall Gleeson como el galante, rico y bien educado Jim Farrell es un espejismo de la vida que no llegó a ser de Eilis, y aunque los intentos por juntarlos no son sutiles, por una buena parte del último cuarto de la película el espectador es arrastrado a pensar que ella podría caer, que el voto hacia Tony y su promesa de regresar a Nueva York podrían ser quebrantados y sería seducida a seguir en el pueblo donde nació. Sin embargo, una confrontación por parte de una antigua jefa de Eilis le deja en claro que esas no son opciones, y entonces llega a entender que su futuro reside “más allá del mar”, como expresa en una carta enviada a su madre (Jane Brennan) y a su hermana Rose (Fiona Glascott).

'Brooklyn' recibió tres nominaciones a los Óscars en 2016, entre ellas Mejor Película.

“También hay muchas reglas y expectativas para los jóvenes, en particular para las mujeres. Eilis no experimenta estas normas como excesivamente opresivas. Son lo que ella está acostumbrada y también, como tal, la condición de su libertad”, comentó el crítico A. O. Scott en una publicación de The New York Times acerca del filme. En el contexto que se presenta Ronan, la aspiración de su personaje no es abandonar su hogar por razones políticas o económicas, como quizá hicieron generaciones irlandesas pasadas; su abordaje al barco con destino a Estados Unidos es su viaje hacia un futuro más prometedor y próspero que el que podría encontrar en Irlanda.

Sentimientos como la incomodidad de estar en un nuevo espacio, extrañar el hogar y la pérdida de un ser amado son tocados con la importancia exigida para su impacto en la vida de Eilis, y Ronan –que ha crecido como una actriz completa– deja ver al espectador su transformación innegable desde su vestimenta hasta su carácter, y las decisiones que toma son un reflejo palpable de independencia y credibilidad en sí misma. Cuando se ve a Ronan junto a Cohen desbordar un amor puro –que no pasa por ficticio– y superar los miedos y la distancia hasta fundirlos en un ansiado abrazo, pareciera que los finales felices han resurgido triunfantes después de tantas otras historias que no lo lograron obtener, y dibuja un símbolo de esperanza en el color verde que caracteriza a Eilis en cada paso que la lleva a este final.

A bordo de otro barco con destino a Nueva York vemos a Eilis, con apellido de casada, con mirada determinada y con una distinción reservada para aquellas mujeres que saben muy bien lo que harán con sus vidas, un cambio no repentino, sino que fue creciendo en ella hasta ocupar cada rincón de su ser para siempre. Es ella quien ocupa el lugar de la mujer que le ayudó en su primer viaje cuando caía en su cabina por las olas que golpeaban el barco, y ahora es la guía de otra joven que bien podría ser su reflejo de meses anteriores. “Voy a vivir en Brooklyn, Nueva York. ¿Lo conoces?... dicen que hay tantos irlandeses ahí que es como estar en casa”, menciona la chica entusiasmada por salir de las costas irlandesas; y con un tímido asentimiento con la cabeza, Eilis acepta su nuevo hogar: “Sí, es como estar en casa”.

La musicalización llevada a cabo por Michael Brook realza la identidad de la cinta, el crecimiento interno de Eilis y los demás personajes; los sueños, las realidades y los prospectos para la vida quedan retratados en las melodías que acompañan cada una de las escenas, así como la interpretación de las emociones crudas que se destacan en las actuaciones. El canto legendario irlandés 'Casadh an tSúgáin' entonado por el cantante contemporáneo Iarla Ó Lionáird da ese toque de autenticidad que marca la historia y hacer temblar el corazón de quienes saben lo que es añorar la tierra natal o la familia, lo que se traduce en un momento especial irrepetible e icónico en la cinta.

Pese a que Brooklyn estrenó hace ya cinco años y podemos disfrutarla ahora en Netflix, su trascendencia permanece intacta, dispuesta a ser disfrutada en cualquier momento, en soledad o compañía, durante el invierno o verano, y en cualquier momento en el que se necesite recordar lo que Ronan afirma: “Donde haya alguien que es solo tuyo, ahí es donde estará tu vida”.

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