Sexo y racismo

Actualizado
  • 07/08/2009 02:00
Creado
  • 07/08/2009 02:00
E l advenimiento de Barack Obama como el hombre más poderoso del mundo supone para los miembros de su raza en todo el mundo, una nueva e...

E l advenimiento de Barack Obama como el hombre más poderoso del mundo supone para los miembros de su raza en todo el mundo, una nueva etapa en la lucha contra el racismo y la discriminación.

Y si hay un aspecto que merece un vuelco en ese sentido, es la serie de mitos acerca de la sexualidad de los hombres y mujeres negros, a quienes se les atribuye una fogosidad sin límites, un desempeño olímpico en la cama, cierta ‘liviandad’ y otras peculiaridades que suscitan admiración o repudio.

Es vergonzoso que en pleno siglo XXI, la humanidad no haya terminado de comprender que el color de la piel es una mera circunstancia biológica que se repite en el tiempo, y que no establece diferencias ni categorías entre los seres humanos para ejercer su derecho a una vida en igualdad de condiciones.

En el sexo también se cumple esa verdad, demostrada ya de sobra por la ciencia y los estudios humanísticos, y es así como son tenidos por ciertos los estereotipos más aberrantes o ridículos sobre la sensualidad de los afrodescendientes, en perjuicio de sus facetas valiosas y variadas, así como de sus aportes a la construcción de sociedades alrededor del mundo.

El impúdico tema del tamaño del pene, por ejemplo, es quizás el prejuicio más popular. Se dice que los negros ostentan miembros viriles de una mayor longitud que los blancos o los orientales. Empero, como lo confirma el cirujano plástico Fabián Blanchar, no existe ningún asidero científico para asegurar que la raza determina un órgano sexual grande o pequeño. Lo dice él, que ha tenido en su consultorio a más de un paciente moreno con un pene pequeño en busca de una cirugía de alargamiento.

La longitud de este órgano, como otras características físicas, en realidad está dado por la genética de cada persona, explica Blanchar. Lo cierto es que un tema tan frívolo como ese, no es el meollo de este asunto. Ya quisiéramos que lo fuese, frente a la verdad compleja que ha dado origen a tantos conceptos funestos. Necesariamente, toca remitirse a la historia para encontrar la génesis de la discriminación sexual contra las gentes de piel morena.

Un poco de historia

Desde sus comienzos, la iconografía cristiana resolvió que el diablo era negro. Cómo no hacerlo si los amos del poder y la religión eran blancos y necesitaban recalcar que su raza era sinónimo del bien para cumplir sus ambiciones.

En la Edad Media, en el Carnaval, surgió el cuerpo grotesco, negro, en contraposición al cuerpo clásico, blanco, símbolo de aristocracia, perfección y espiritualidad. A través de otras tantas manipulaciones, la figura afro fue estigmatizada y equiparada con la impureza y lo salvaje.

Luego vino el terrible tiempo de la esclavitud de los africanos, que tuvo su auge en la región durante la época de la Colonia y que es la razón por la cual hoy, sexualmente hablando, los negros son discriminados o reverenciados. Se decía que los pioneros africanos traían de sus tierras una “pecaminosa” inclinación por los placeres carnales. Pero lo que no quedó muy claro en la historia oficial, es que esa libidinosidad desbordada era más bien una tendencia de los blancos, reprimidos por la doble moral cristiana, y quienes pudieron saciarse con sus esclavas negras, tratadas en esa ominosa página del pasado como objetos sexuales. Ello está muy documentado en archivos judiciales de esos días, que dan constancia de esclavas que se atrevieron a denunciar a sus dueños por violación.

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