Maldades Piadosas

Actualizado
  • 01/08/2010 02:00
Creado
  • 01/08/2010 02:00
PANAMÁ. Un día como hoy, pero del 2003, perdí a un hermano. De cuatro ahora somos tres, eso sí, más unidos, más respetuosos el uno con e...

PANAMÁ. Un día como hoy, pero del 2003, perdí a un hermano. De cuatro ahora somos tres, eso sí, más unidos, más respetuosos el uno con el otro y más comprensivos en los asuntos de familia. No es para menos. A veces uno ve desde la barrera de los toros las tragedias que suceden en este o cualquier otro país, sin embargo, casi nunca detenemos el reloj para reflexionar y pensar qué pasaría si fuera el caso nuestro. Pues bien, cuando nos pasa no creemos y nos sorprendemos de nuestras propias reacciones o de la de algún integrante de la familia. Es así mientras seamos fríos y vivamos la vida individualmente. Esa manera de ser poco produce y a la larga mucho daño nos hará.

Los respetables lectores que cada domingo ocupan parte de su valioso tiempo para ojear y hojear esta columna deben, de alguna u otra manera, identificarse o por lo menos comprender lo que les quiero comunicar. Pues el cine, y en especial el de Hollywood, nos tiene acostumbrados a las producciones en las que la trama es vencer al enemigo, acostarse con la novia del amigo o ser un matón a sueldo hasta que llegue un super héroe, sea de capa, un aracnido o un murciélago. Sin embargo la animación Mi villano favorito (Despicable Me en inglés), de Universal Pictures, es una de esas pocas cintas que se les puede considerar constructivas, valiosas y que envían un mensaje claro: la importancia de los valores familiares. No hay nada más detestable que ver cómo un chico, que no llega a los 10 años, lanza una botella plástica de gaseosa sobre la calle y peor aún que el adulto que lo acompaña no le reprende. Claro, ahora me dirán que cada quién cría a sus hijos a su manera. es cierto, pero también es muy cierto que lo que mal se siembra, mal se cosecha. En Mi villano favorito ocurre cosa contraria a lo que les narro, pero se muestra ese lado sensible de un adulto que creyendo ser el ser más malvado de la existencia resulta que tres pequeñas niñas, huérfanas, hacen que sus pensamientos sean exclusivamente para ellas.

Es una producción corta (hora y diez minutos reloj) que sin caer en lo ‘cursi’ transporta al espectador a una aventura relajante y algo tierna. Muchas veces he escuchado a algunas personas decir ‘me hubiese gustado darle un beso, decirle que la quiero, me hubiese encantado llevarla al cine, a almorzar o darle un abrazo’. Los lamentos no sirven de nada cuando tenemos la oportunidad y la desperdiciamos.

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