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- 14/07/2013 02:00
Las personas siempre se han encontrado en las plazas, en los lugares donde confluye la información y por ende llegan todas las demás actividades sociales.
Desde hace un tiempo las personas tienen una nueva dimensión donde se encuentran y comparten, donde se articulan y construyen la dimensión digital.
Hemos sido testigos de varios fenómenos políticos en el mundo donde esta dimensión adquirió relevancia y generó un nuevo modelo para hacer política.
No es de extrañar que esto ocurriese pues la interacción de nuestras personalidades digitales ha cambiado muchas cosas, desde la forma como con sumimos contenidos hasta las preferencias a la hora de escoger un banco.
En el caso particular de la política quienes aspiran a un cargo no deben ‘autoengañarse’, sacar una cuenta o varias en las redes sociales no son una garantía de triunfo, si la campaña no tiene una estrategia que incluya a la gente. Los ‘injertos’ de ‘redes sociales’, por sí solos, no van a lograr el ‘milagro’.
Los esfuerzos serios en este campo se cimentan en un concepto conocido como ‘Open Government’ o ‘Gobierno Abierto’. El mismo consiste en tres principios fundamentales a saber: participación, colaboración y transparencia.
La idea es simple: si la gente participa en la generación de las políticas y colabora en la aplicación de las mismas -de forma que todo el proceso sea transparente- se generará un nuevo ‘caudal político’ basado en la confianza ciudadana. Esto, a su vez, creará una ‘red’ sobre la cual descansará la legitimidad de los gobernantes.
Si esto se logra, la gente se sentirá efectivamente ‘representada’ permitiendo a los gobernantes avanzar a una construcción colectiva. Se creará así un colectivo que generará conocimiento y comenzará a avanzar en conjunto.
Una cosa es la idea y otra la implementación. El objetivo de estos procesos no es que los mismos finalicen en elecciones. Se busca que sigan de forma permanente, para así lograr que el ciudadano y el gobierno se constituyan en un verdadero equipo.
¿Cómo lograr esto? Pues como todos los conceptos simples y poderosos, no existe un solo camino para llegar. Se debe escuchar mucho y probar ideas aunque parezcan ‘locas’. Solo así se puede ir construyendo el camino para cada sociedad. Pues contra lo que dicen muchos ‘gurus’, no se puede usar una sola solución como si fuese ‘receta mágica’. Cada sociedad debe caminar al encuentro de la suya. Es esto precisamente lo que hace interesante la aparición de estos procesos. Son únicos y bellos como una orquídea.