El índice de Confianza del Consumidor Panameño (ICCP) se situó en 70 puntos en junio pasado, con una caída de 22 unidades respecto a enero de este año,...
- 26/01/2014 01:00
A pesar de quela publicación de una obra es lo más valioso para un autor, en reiteradas ocasiones los libros se ‘mueren dentro’ de los depósitos del INAC, según la novelista Rosa María Britton. Ganadora en múltiples ocasiones del ‘Ricardo Miró’, Britton subraya que esto se debe a la inexistencia de una maquinaria de mercadeo que haga llegar los textos premiados en certamenes como el ‘Ricardo Miró’ a las librerías locales y a otros países, a través de las embajadas. ‘Básicamente los escritores tienen que ponerse los libros en la cabeza y salir a venderlos’, comenta.
‘El INAC participa en distintas ferias internacionales a la que nos invitan, donde se mercadean los libros de los autores panameños’, apunta Micaela Flores, jefa de relaciones públicas y protocolo de la entidad.
Preocupado por la promoción de sus obras, el poeta y roquero Javier Medina Bernal, ganador en el 2011 del premio de poseía del ‘Ricardo Miró’, optó por comprarles los ejemplares de Hemos caminado siglos esta madrugada al INAC, que, de acuerdo con las bases del certamen, es dueño de la primera edición de mil ejemplares de la obra ganadora.
Pero al abrir las páginas de su poemario se encontró con errores que debieron haber sido subsanados con anterioridad.
Aún así el autor subraya que en el INAC todavía ‘hay varios funcionarios de nombre y apellido, como la profesora Aleyda y Vielka Vargas que me parecen que son buenos trabajadores, solo que no pueden pelear solas contra todo un sistema que desde hace años es deficiente y mediocre’.
Si para el vate la calidad del trabajo que realiza la editorial del INAC deja traslucir una ‘falta de amor propio hacia lo que se hace’, para Britton esta realidad resume la premisa que pareciera regir al ‘Ricardo Miró’: ‘Te dan 15 mil dólares y que no jodas’.
La novelista recuerda cuando en 1956 Demetrio J. Fábrega se hizo merecedor al ‘Ricardo Miró’ con la obra ‘El libro de la malsentada’. El poeta coclesano le contó que cuando visitó las oficinas del INAC se sintió tan decepcionado con la obra impresa que le propinó una patada. ‘Pateó hasta las plantillas que en aquel entonces se usaban en la imprenta’, rememora la doctora.