¿Deberíamos abandonar el concepto de ‘mal'?

Actualizado
  • 22/07/2016 02:00
Creado
  • 22/07/2016 02:00
Otros filósofos como Hannah Arendt se han mostrado a favor de emplear dicho término bajo ciertas circunstancias

Algunos consideran que el concepto ‘mal' puede llegar a ser peligroso cuando se utiliza perniciosamente, como cuando se emplea sobre una persona, grupo o nación sin tomar en cuenta el contexto, historia u otros factores. Su uso puede llevarnos a emplearlo sobre todo lo que nuestra cultura rechace, por ejemplo si somos de una cultura muy religiosa relacionaremos con lo malo todo aquello que se aparte de esa ‘zona de confort' a la que estamos acostumbrados.

Sin embargo la profesora de filosofía, Claudia Card señala que si la razón por la que debemos dejar de emplear un término normativo como el ‘mal' es porque se pueden cometer abusos con el mismo, también deberíamos dejar de lado otros términos normativos, que igualmente pueden ser objetos de manipulación.

No obstante hay quienes sugieren que si bien es cierto lo que plantea Card, el término ‘maldad' puede hacer más daño que otros conceptos normativos. Uno de los argumentos en contra del ‘mal' es que dado que se le considera como la forma más grande de condena moral, su uso erróneo puede llevar a un sujeto a ser objeto de juicios y abusos inmerecidos que no tendrían la misma fuerza, de emplearse otra forma de condena moral.

Otra razón por la cual podríamos abandonar dicho término es porque no es claro a qué se refieren las personas cuando sugieren o indican que algo está ‘mal'. ‘La oscuridad general que rodea el término hace algunos pensadores muy reacios a recurrir a la idea del mal', explica Eve Gerrard. Es decir, detrás de una ‘mala acción' o del ‘mal' pueden existir diversos motivos.

Uno de los mayores críticos de este término fue el filósofo alemán Friedrich Nietzsche. Pero el peligro que representa el mal en Nieztsche difiere de lo antes dicho. Para él, dicha terminología tiene un efecto negativo sobre el potencial humano y su vitalidad. En su trabajo de la Genealogía de la moral, Nieztsche nos indica que el término ‘mal' surge de emociones negativas como el resentimiento, una creación sociedades impotentes y débiles, cuyo objetivo era tomar venganza contra sus opresores. Específicamente la moral judeocristiana que hacía del mal todas las cualidades que por el contrario sus opresores consideraban como positivas. La debilidad, humildad y sufrimiento, se contrastan con la fuerza, hacer la guerra y el goce.

Otros filósofos como Hannah Arendt se han mostrado a favor de emplear dicho término bajo ciertas circunstancias. Arendt rescata el término kantiano de ‘mal radical' para describir aquellas acciones que no pueden ser capturadas moralmente por otros conceptos normativos. La característica distintiva del ‘mal radical', de acuerdo a Arendt, es que sirve para reforzar el control totalitario y principalmente, la idea de que todo es posible, o por decirlo de otra forma: ‘todo está permitido'.

La mayoría de estas discusiones en torno al ‘mal', centran sus análisis en los motivos detrás de aquellas acciones que consideramos como ‘malas' y en las características de aquellos individuos que obran ‘mal'. Sin embargo, también puede emplearse para analizar aquellas instituciones que consideramos como hacedoras de ‘mal' o ‘males'. En este sentido, la filosofa Card nos señala que una institución es una práctica social que puede llegar a ser ‘mala' en tanto sea previsible un daño intolerable como resultado de su operación o ejercicio.

FILOSOFO Y PERIODISTA

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