Una loma que sigue ardiendo

Actualizado
  • 23/10/2016 02:00
Creado
  • 23/10/2016 02:00
Rafael Pernett y Morales participó de un conversatorio en el que exploró los inicios de esta novela y su perpetua vigencia

En 1973 el Premio de Novela Ricardo Miró, el máximo galardón literario que se confiere en Panamá, lo ganó el entonces aspirante a médico, Rafael Pernett y Morales, oriundo de Colón y que al momento que escribió Loma Ardiente y vestida de sol estudiaba en la Universidad de Salamanca, España.

Tres años después volvió a alzarse con el premio Miró con la novela Estas manos son para caminar (1976).

El jurado que le dio el reconocimiento a su primera novela estuvo conformado por Mario Benedetti (famoso escritor uruguayo), Rogelio Sinán (el máximo exponente de nuestras letras) y Diógenes de la Rosa, ensayista y diplomático panameño que fue miembro de las Academias de la Lengua y la Historia Panameñas.

Era un jurado de lujo y la novela tiene hoy más vigencia que nunca, porque esa loma está en todas las ciudades de esta América nuestra y es un símbolo de la marginalidad que prevalece en las principales urbes.

El jurado que le dio ese primer premio coincidió al dictaminar ‘resolvemos premiar Loma ardiente y vestida de sol por su estilo dinámico y calidad imaginativa y por la eficacia lograda al presentarnos una barriada popular como personaje colectivo usando hábilmente la ironía y el grotesco'.

Recientemente, la Academia Panameña de la Lengua organizó un conversatorio con el escritor colonense, que vive en Bocas del Toro donde ejerce la medicina de profesión y sigue escribiendo por vocación.

Fue una mañana deliciosa, donde el autor, con una picardía que trasluce su sapiencia, la permanente observación de su entorno y el análisis que hace de las situaciones diarias, contó a los asistentes el proceso de creación, redacción, envío y finalmente cuando recibió la noticia que había ganado el premio Ricardo Miró.

EL AUTOR

Rafael Leonidas Pernett y Morales nació en Colón y tiene 66 años. Estudió medicina en la Universidad de Salamanca y posteriormente se especializó en ecografía y ultrasonido en Costa Rica.

Dijo en forma jocosa en la tertulia en la Academia, que aplicó a cualquier sitio en Panamá donde ejerciera su profesión, que empezara con ‘ch': Chepo, Chimán, Chiriquí, Chame y finalmente, acabó en Changuinola, donde todavía vive y ejerce su profesión, además de escribir, por una razón muy sencilla: antes de irse a estudiar había estado en una celebración familiar y todos sus primos y parientes comentaban que al fin tendrían un médico en la familia que no les cobraría, así que quiso irse lo más lejos posible.

Ya había intentado escribir una novela, cuando empezó la prodigiosa hazaña de escribir ésta, y estando lejos del país a veces se le olvidaban las palabras, inmerso en la cuna del idioma español.

Lo empezó como un cuento y cuando iba por la página 30 le pareció que era muy largo. Estaba estudiando medicina y su esposa (española) le urgía a que se preparara para los exámenes.

No eran tiempos de comunicación rápida e inmediata como ahora, y cualquier intento de llamar a Panamá desde España podía tomar hasta 4 días.

Mandó el manuscrito como pudo, incluso pidiendo prestado y un buen día, tomándose unos tragos con compañeros de estudios, le avisaron que le habían llamado desde Panamá.

Pensó que era una noticia sobre sus padres, pero cuando pudo comunicarse con ellos, le informaron que había ganado el premio Miró.

Era la época franquista y no era fácil hacer un viaje de inmediato, tuvo que hacer gestiones para que lo dejaran salir de España y recibió la ayuda del entonces embajador Monchi Torrijos, que casi lo saca como una valija.

Recordó que ese año ganó Raúl Leis en teatro y no lo dejaron entrar al recinto donde se entregaron los premios porque no llevaba saco.

LAS BARRIADAS BRUJAS DE LA LOMA

Cuando apareció la novela, todo el mundo se corría a robo que era escenificada en loma La Pava, donde hoy está el complejo de Plaza Edison, sobre la vía Transístmica, que era una barriada bruja, una loma invadida de casas de pobres.

Sin embargo, en su lectura se deduce que representa todas las lomas de América, el autor señala la situación de nuestras barriadas pobres, favelas, asentamientos precarios e informales que crecen en torno a las grandes ciudades, villas miserias como se le dicen en otros lados.

Este tipo de asentamientos paupérrimos están en lomas, de allí que le puso ese título.

Cuando escribió esa novela tenía 24 años y reflejó lo que sentía como panameño.

La novela es un juego absoluto con el lenguaje. Se tendría a pensar que se necesita haber tenido relación con todas las voces que aquí se presentan, haber vivido en la loma, y su gestación y alumbramiento final fue una especie de posesión que tuvo el autor hasta que se sacó la historia de su inconsciente.

Rafael Pernett y Morales es de los pocos escritores panameños que han merecido todo un libro de análisis de su obra: La Novela de Pernett y Morales , de Martín E. Jaimeson Villiers (premiada a su vez en la sección ensayo del concurso Ricardo Miró, 1981).

La lectura de la novela es recomendada en secundaria y en la carrera de Español.

Entre otros muchos juicios certeros, el crítico Jaimeson Villiers señala en su libro que ‘Loma ardiente y vestida de sol es iniciadora de la novela colectivista en la prosa del país.

Su fidelidad a los caracteres implícitos en este tipo de narración la hacen plantear reivindicaciones sociales.

La descripción de toda una capa social explica el interés que para el sociólogo tiene esta obra...

RECONOCIMIENTO

En homenaje a una de las obras premiadas en el Concurso Ricardo Miró, que esta semana dio a conocer su fallo anual y en conmemoración de los 90 años del establecimiento de la Academia Panameña de la Lengua.

Es también la primera novela panameña en centrarse en pintar los grupos proletarios de la ciudad, describiendo sus hábitos y remedando su habla.

Una novela con garra, que fabula, mitifica y humaniza parte de nuestra historia, de nuestra geografía'.

El relato se desarrolla en una barriada pobre de Panamá. En su ausencia del país, el autor quería hablar ‘en panameño'. Tuvo que hacer un glosario de los términos allí usados, que era más largo que la novela.

Las mejores cuatro palabras de la novela son ‘Silvia era una runcha'. Ahora no se entiende ese término. Es difícil definir una persona con unas cuantas palabras, pero con esa acepción definió muy bien lo que quiso decir con ‘runcha'.

Lo mismo hace con vaina y otras similares, y en el conversatorio nos deleitamos con sus anécdotas.

Las descripciones de los personajes de la loma son hilarantes, fulminantes y cajoneras. Y pensar que las escribió en una mesa de cocina en su apartamento de estudiante en la Universidad de Salamanca.

El mundo inmediato estaba ubicado en La Loma, que es la barriada donde habitan sus personajes. Círculo espacial atemporal situado en un lugar fuera de la ciudad.

Los que la habitan quieren llegar a la ciudad, la ven de lejos. Los personajes quedan encerrados en un remolino de emociones. Es una barriada bruja. Sus habitantes hacen sus casas del material que puedan.

No hay servicios públicos, ni alcantarillado, ni acueducto, desagües, aceras, y la gente camina sobre tablas para llegar a sus casas. Queda junto a un cementerio de carros, donde pululan las enfermedades.

Hay alcoholismo, promiscuidad, drogadicción, desocupación, de allí nacen todos esos vicios. Esa población se ve atrapada en la loma, tal como lo establece la novela.

Hay círculos viciosos de donde no se puede salir. La narrativa de Pernett y Morales nos lleva de la mano por todos esos recovecos del lenguaje con maestría suprema, que hoy sigue prevaleciendo, después de 42 años, aunque la Loma la Pava ya no exista.

Es una colmena de muertos de hambre. Cuando se sale de la loma, se sigue viviendo miserablemente. El círculo se agiganta aún más para incluir a Hispanoamérica. Y sigue el tiempo tal como ‘la noche en que apuñalaron a Petra', que es como comienza la novela.

La presidenta de la Academia, profesora Margarita Vásquez, leyó unas apreciaciones que hizo sobre esta novela hace unos 30 años, que siguen vigentes: ‘Es un ciclo de retorno eterno donde se hace imposible sacar la cabeza a flote'.

Y sugirió a los jóvenes presentes que la leyeran, es jocosa, con un lenguaje accesible y a la vez complejo.

Se han hecho tres adaptaciones de teatro, la última de ellas la más exitosa, en la Quadra, muy ingeniosa e imaginativa, con recursos como cajas para simular las casas brujas.

En septiembre de este año salió una nueva edición de esta novela.

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