La clásica de las Américas, disciplina y pasión

Actualizado
  • 30/07/2018 02:03
Creado
  • 30/07/2018 02:03
La Orquesta Sinfónica de las Américas, dirigida por el maestro panameño James Brooks Bruzzese, conmovió con su repertorio de versiones de Gardel, Ginastera y Piazzolla

Un largo aplauso celebró el sentir de las corcheas, el hablar de los pentagramas y la postura de los atriles. Y es que cuando en la música confluyen belleza, serenidad y vehemencia, como ocurrió en la presentación de la Sinfónica de las Américas, parece que no existiese mayor placer que admirar el arte de las melodías. ‘La música es lo más importante del mundo', dice el director de la orquesta, James Brooks-Bruzzese, quien exudaba confianza y entusiasmo en un escenario improvisado, instalado, bajo techo, en los exteriores del Town Center. ‘Estoy muy feliz de estar aquí', dice con un spanglish conmovedor. Llovía a cántaros. Pero el lugar no se inundó de lluvia sino de la disciplina clásica. La tarde estuvo tomada por aquellos que arman sinfonías en atmósferas en blanco.

6:30 en punto. El concierto gratuito, patrocinado por empresas Bern, se inició con una emotiva versión de Estancia (Danza final) del argentino Alberto Evaristo Ginastera que hizo que ni una sola silla se quedara sin ovacionar el trabajo del maestro Brooks-Bruzzese y de sus 18 músicos de Italia, Cuba, Portugal y Estados Unidos.

La controlada pasión con la que Brooks-Bruzzese dirigía cada pieza anticipaba el encanto que iba a adquirir el repertorio a lo largo de su exhibición. Una algarabía especial cobró cuerpo en el público cuando uno de los músico interpretó, a solas, Allegro , de Brynjar Hoff, con delicados sonidos de un oboe negro y plateado. Tras este acto, los integrantes invocaron las armonías de Fugata de Astor Piazzolla, una obra maestra.

Como si se tratara de dejar una huella imborrable en el pequeño auditorio, Brooks-Bruzzese continuó dirigiendo su presentación con un tema de Gardel que afloró sentimientos (hasta algunas lágrimas se observaron entre los oyentes). El maestro continuó y continuó, por unos 30 minutos más, guiando el repertorio. Empuñó, con más fuerza, su batuta con perfecto pulso y demostró su excepcional rigor técnico al cerrar su muestra con Panamá Medley , su pieza favorita, que fue aclamada intensamente.

DETRÁS DEL PENTAGRAMA

Un hombre colonense, con experiencias extraordinarias a cuestas, afirmó que las melodías ‘le hablan' y le hacen vivir'. Con voz bajísma y frases breves, Brooks-Bruzzese afirmó que la música se ha convertido en un lenguaje mucho más potente que el verbal. ‘Si quieres nos sentamos a hablar tres horas de la música, pero niña, tenemos un concierto que dar', expresó con dulzura.

Al fondo se encontraba Orlando Forte, un simpático músico cubano que temía hablar con los periodistas. Sin embargo, no se sintió intimidado frente al grabador, charló y charló hasta que el maestro le llamó para comenzar el acto. ‘La música te lleva a recordar momentos de la vida, te va a llevar a sentir una vibración especial, ¿no lo crees?', describió.

Entre tantos temas conversados, aprovechó la oportunidad de recordar la fuerza que ha tenido la música para contrarrestar la maldad de las dictaduras sobre los pueblos. ‘Silvio Rodríguez le hizo una canción urgente a Nicaragua, hace años. Hoy ese mismo país hermano, Venezuela, El Medio Oriente, el mundo entero, necesita canciones urgentes que inviten a la reflexión'.

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‘El mundo necesita muchas canciones urgentes',

ORLANDO FORTE

MÚSICO DE LA ORQUESTA SINFÓNICA DE LAS AMÉRICAS

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