'La hija de la española'

Actualizado
  • 22/12/2019 00:00
Creado
  • 22/12/2019 00:00
Karina Sainz Borgo presentó en la FIL Guadalajara su primera obra de ficción, un fenómeno editorial que fue lanzado en 22 países, sobre la pérdida y la supervivencia

Desde inicios de este año ha estado sonando y vendiéndose en las librerías, tanto nacionales como extranjeras, una novela bajo el sello Lumen, de los más prestigiosos de la editorial Penguin Random House, titulada La hija de la española, de la periodista cultural venezolana Karina Sainz Borgo. En la pasada Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) tuve la oportunidad de escucharla y me animé a leer su primera obra de ficción. Sainz tiene 37 años y vive en España, y la última vez que visitó su país el presidente Hugo Chávez estaba vivo.

Para muchos, la novela ha sido un verdadero fenómeno editorial porque apenas Lumen la contrató, se vendió en 22 países. Y su autora en un referente de la literatura de un país que está en permanente conflicto, interno y con el exterior. De hecho, está entre las joyas literarias recomendadas en sitios como Casa del Libro, que se publicaron en el año que pronto termina.

'La hija de la española'

En su presentación en la FIL, la joven autora se notaba muy segura, pero también muy dura, quizá porque el tema que aborda es durísimo y, a pesar de su edad, no hubo tiempo para sonrisas o comentarios que permitieran que se relajara. La hija de la española es una novela sobre la pérdida y la supervivencia, y la autora alega que “la Venezuela que yo echo de menos ya no existe”, por lo que no tiene dónde volver.

La autora

Periodista cultural y autora de libros de periodismo como Caracas hip hop, Tráfico y Guarire y el país y sus intelectuales acaba de sacar una reedición de sus Crónicas barbitúricas, que ha ido recopilando durante 14 años sobre el doloroso camino que recorren los expatriados, un camino sobre un mar gastado en sus costuras, como escribió Luis Goldárez en Libertad Digital. Vive en España y en la presentación de su aclamada novela, contó que mientras estaba de este lado del océano, sus lecturas eran de escritores latinoamericanos y estadounidenses, tanto periodistas como literatos. Al irse a vivir a Europa, se embadurnó de toda la literatura europea, que la hizo propia y según dice, “escribe a toda hora” para mantenerse erguida.

En ese contexto, de vuelta a casa de sus abuelos, va al inverso de lo que hicieron ellos cuando buscaron en Venezuela refugio de sus países en guerra, especialmente de la Guerra Civil española. “Las personas, como los caracoles, llevamos la casa a cuestas, aunque a veces no lo sepamos”.

La historia

Es notable la juventud de la autora, así como el tema que trata y, sin irnos muy lejos, el éxito que ha tenido esta novela de 220 páginas. Tanto ella, como Alberto Barrera Tyszka (aunque generacionalmente mayor, ganador del premio Tusquets por su novela Patria o muerte) y Rodrigo Blanco, que acaba de recibir el Premio Bienal Vargas Llosa con su obra The night, son los más emblemáticos referentes de la literatura venezolana, casi siempre engendrada en la disidencia política.

El argumento sobre el que gira La hija de la española es la historia de una joven venezolana que, tras la muerte de su madre, Adelaida Falcón, trata de huir de un país que se cae a pedazos. Adelaida madre es la metáfora que Karina Sainz Borgo encuentra para decirle a su país natal cuánto lo echa de menos. Adelaida hija se queda sola, no tiene hijos y la despojan de su vivienda, un grupo de mujeres que lideriza una terrorífica marimacha llamada “La Mariscala”, que es otra figura que la autora utiliza para representar el poder del estado. Sin tener dónde ni a quién pedir ayuda, se acerca a casa de una vecina, de origen español, que encuentra muerta y es allí donde se le ocurre suplantarla. De esa manera, logra hacerse pasar por Aurora Peralta y se marcha definitivamente a España.

Con un gran ahorro de personajes y una descripción descarnada de la situación que atraviesa su país de origen, con la escasez, las vendettas, las muertes y los desmanes, esta poderosa novela te atrapa desde el principio, desde la primera frase en que se refiere a la muerte de Adelaida Falcón.

La hija, la que después se convierte en la hija de la española, es editora, y un recuerdo que tiene siempre vivo es una frase del escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez que leyó unas semanas antes de la muerte de su madre al estar corrigiendo unas galeras: “Uno es del lugar donde están enterrados sus muertos”. Es así como describe que a su único muerto (su madre) la ataba a una tierra que expulsaba a los suyos con la misma fuerza con que los engullía.

Le han preguntado si el argumento tiene algo de biográfico, a lo que ha respondido que la voz que le interesaba era la de una persona que está en la edad de desarrollo y crecimiento profesional y, que a pesar de que debería estar en la cúspide de su carrera como editora, está en el peor momento de todos, porque se queda sola y en su país no puede progresar. En su novela abundan los personajes femeninos, algunas violentas, pero al final, mujeres. Hay un personaje masculino, Santiago, que es brillante, con un futuro promisorio, pero que lo meten preso, lo torturan y lo matan. Es otra alegoría del país que pudo ser, donde había profesionales instruidos, civilizados, como Santiago, que Adelaida protege por un tiempo (es hermano de una amiga de ella). El tratamiento que le dan a Santiago es el de la muerte civil, porque queda la duda de si su lucha es patriótica o tiene vínculos con el narcotráfico. Esa muerte civil es muy típica de los regímenes totalitarios cuando se quiere acabar con una casta social.

La hija de la española ha sido la forma en que la autora ha podido expresar, metabolizar, lo que ocurre en su país de origen, algo que según ha dicho, le costaba muchísimo. Una especie de catarsis que la ha redimido un poco, pero todavía le falta, por lo que se puede entender de sus intervenciones en la FIL. No es la protesta panfletaria hacia un régimen o un presidente, es el llanto de una sociedad que no tiene asidero, en un país que fue tan rico y prometedor que pudo haber dado los mejores escritores, pintores, músicos, científicos, intelectuales, profesionales de todo tipo que hoy se encuentran desperdigados por el mundo.

También toca la culpa del que se va, del que busca su supervivencia. En el caso de Adelaida Falcón, todo pasa al mismo tiempo: la muerte de su madre, la pérdida de su casa, en cómo la desalojan y al final, su partida definitiva. Es muy relevante el papel que han jugado los libros en la vida de la protagonista, y alega que la literatura y la cultura en general, sobre todo el lenguaje, son las primeras víctimas de los regímenes totalitarios.

En la presentación de la FIL no se habló de la Karina periodista, pero en otras reseñas que he podido leer ella se refiere en términos muy duros a la situación de los medios en su país. Considera el ejercicio periodístico en Venezuela como un acto de valentía, casi imposible de realizar.

La autora es una gran entusiasta de la poesía venezolana e incluye a una poeta en su relato. Es cautelosa en cuanto a una solución a la actual situación por la que atraviesa su país de origen, pero está muy consciente que hay que pensar en que una reconstrucción debe ser mirada a muy largo plazo para que sea duradera.

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