El sano desarrollo de la autonomía en los menores de edad

Actualizado
  • 07/01/2020 00:00
Creado
  • 07/01/2020 00:00
El criar a un pequeño no es una tarea ligera. Saber estimular y promover una buena conducta y autoestima es un reto y una necesidad cada vez más presente en las nuevas familias

Uno de los temores que atacan a los padres y madres es la llegada del momento en que tienen que dar paso al crecimiento individual de su pequeño. Ya sea por causas laborales, de salud o estudios, los progenitores se enfrentan a tener que salir de casa y —si no cuentan con apoyo de familiares o institutrices— dejar al retoño en casa a solas por un periodo de tiempo, lo cual es un reto y para muchos, un riesgo.

Los menores requieren supervisión hasta alcanzar la madurez necesaria para enfrentar situaciones por su cuenta.

Cada niño se desarrolla de manera propia, ya que no hay dos niños iguales; debe crecer de manera individual y formar un razonamiento crítico que le ayude a desarrollar sus habilidades y destrezas sin la compañía de un adulto. Para los padres y madres, dejar un menor en casa sin supervisión suena arriesgado y mil escenarios de caos pueden pasar por la mente; sin embargo, eso puede ser señal de una crianza falta de una sana generación de madurez y autonomía, según el sociólogo José Lasso.

“En las primeras etapas de la infancia se debe crear un nivel de independencia del niño hacia los padres, teniendo en cuenta el entorno y la circunstancia familiar que exista; así como desarrollar la interacción pertinente entre padres e hijos para conocer su evolución en cada etapa de la niñez”, explicó.

El sano desarrollo de la autonomía en los menores de edad

Cuándo, cómo y dónde permitir al menor estar por su cuenta en un espacio que los padres no puedan controlar, por ejemplo, caminar hacia la escuela o hacer un recado, puede ser de alta preocupación para los adultos. Pero esto no debe llevar al padre a sobreproteger al menor, ya que le estaría privando de una autonomía y autosuficiencia que deben ir sembrando por sí solos.

¿Esto quiere decir que no hace falta una preparación previa? No, lo contrario, según el psicólogo infantil del Hospital San Rafael en Madrid, Jesús Paños, “muchos padres piensan erróneamente que sus hijos están preparados para afrontar una conducta llegada una determinada edad aunque no hayan sido entrenados con anterioridad”, expone al diario El País, “pero si nuestros hijos han sido preparados, la edad ya no es un factor tan determinante”.

El sano desarrollo de la autonomía en los menores de edad

En cuanto a la edad en la que los pequeños puedan o no estar sin supervisión, los expertos coinciden en que no es algo medible, ya que depende del contexto en el que los hijos han sido criados y los valores que hayan adquirido durante sus primeras etapas con sus padres y familia inmediata.

Paños destacó en la publicación que no recomienda dejar solos a menores de 12 años, dado que “no están preparados para valorar posibles situaciones de peligro ni para reaccionar ante ellas”, y presentan limitaciones en su capacidad de atención, razonamiento y orientación.

El sano desarrollo de la autonomía en los menores de edad

Pese a que en países como Japón y Suiza no hay ley contra niños que desempeñen labores de apoyo hogareño, como hacer la compra semanal o salir al mercado solos, la seguridad en la que se apoyan los padres se deriva del compromiso social que posee el entorno en el que el menor crece y conoce lo que le rodea. Vecindarios, escuelas y espacios públicos son necesarios para que un menor pueda adquirir confianza personal y distinguir entre la seguridad y el peligro.

“Es importante que los padres no cedan a sus miedos, sino que tomen la decisión que desde temprana edad se dé una explicación al menor de cada instrucción y el por qué se debe llevar a cabo”, expresó el sociólogo Lasso, “muchas veces cuando los padres tienen presente un temor, inconscientemente, en la mayoría de los casos, este es transmitido a los hijos y, por ende, el círculo hasta que el hijo crece y tiene la fuente de experiencia y conocimiento que los jóvenes desarrollan hasta adquirir un mayor nivel de madurez”.

El estilo de crianza en libertad (o free-range-parenting, como se acuñó en inglés), destaca por atraer padres que luchan contra él por su forma de educar a un niño a ser “independiente” con tan solo dos o tres años, como se presenta en países europeos o al sur de Asia.

Su inserción al vocabulario social de Estados Unidos surgió de la mano de la columnista del diario New York Sun, Lenore Skenazy, quien en 2008 escribió la historia de cuando dejó a su hijo de 9 años, Izzy, encontrar el camino a casa desde el metro de Nueva York, armado con dinero y un mapa.

El sano desarrollo de la autonomía en los menores de edad

Tras el escándalo que se levantó frente a la publicación, la sociedad neoyorquina tachó a Skenazy como “la peor madre de Estados Unidos”; sin embargo, ella defendió su postura de crianza hasta formar el movimiento de “niños libres del corral”. “Un Free-Range Kid es un niño que es tratado como un individuo inteligente, joven y capaz, no un inválido que necesita atención y ayuda constante”, expresó la periodista en su blog.

“A lo largo de los años 70 y 80, el crimen fue en aumento. Subió y subió hasta que alcanzó su punto máximo alrededor de 1990. Sin embargo, lo extraño es que desde entonces ha estado retrocediendo. Dramáticamente. Hoy volvemos al nivel de delincuencia de 1970, según las estadísticas del Departamento de Justicia. Entonces, por increíble que parezca, si estuvieras jugando afuera como un niño en los años 70 u 80, ¡tus hijos en realidad están más seguros fuera de lo que estabas tú!”, reseña la columnista en la página web del movimiento Free Range Kids.

Al lado opuesto de los padres “libres del corral” se encuentran los “padres helicóptero”, que en palabras de Skenazy y expertos se refiere a un “término despectivo para los padres que creen que su hijo es tan vulnerable (a las lesiones, las burlas, la enfermedad y la desilusión) que tienen que colocar su radar (como un helicóptero) sobre el niño, listo para lanzarse en picada si algo 'malo' sucede”.

Se presenta como un tipo de sobreprotección que vuelve a los hijos aún más dependientes de la ayuda de sus padres, haciendo daño a su evolución personal en las etapas de crecimiento que le corresponde, tal como señala Lasso, “la sobreprotección se refleja como una guarida de protección para el padre y no necesariamente para el beneficio del hijo, ya que este debe aprender a superar los desafíos que se le presenten en su vida cotidiana de manera consciente y desarrollar la resolución de problemas, con la tutela del padre en algún momento, pero no todo el tiempo”.

El sano desarrollo de la autonomía en los menores de edad

Educar a los menores de la casa a moverse con libertad, responsabilidad, seguridad y madurez es una tarea que requiere esfuerzo, dedicación y constancia por parte de los padres, lo suficiente para que muestre el interés en la sana evolución del hijo, pero sin caer en el extremo de la sofocación.

Las tareas hogareñas pueden explotar las habilidades de los hijos aunque no lo parezca y les ayuda a darse cuenta de su valor y autonomía, además de aumentar su autoestima.

Sin importar la edad que tenga el hijo, es necesario que haya interiorizado y aprendido a comportarse de manera atenta y precavida, que sepa tomar decisiones a conciencia y que haya desarrollado un sentido de autoprotección. Como indicó al medio español el director del Postgrado en Educación Emocional y Bienestar de la Universidad de Barcelona, Rafael Bisquerra, “lo importante no es tanto si salen solos a los dos, a los cuatro o a los diez años, sino que cuando lleguen a la adolescencia estén realmente preparados para salir solos o en grupo, adoptando un comportamiento responsable y cívico, evitando comportamientos de riesgo y no confundiendo valentía con imprudencia o temeridad”.

El trabajo de formar un ser inteligente y capaz nunca se volverá más sencillo, sin embargo, los padres deben prepararse para transmitir criterio de formación correctos y viables que sean entendibles para los hijos, ya que estos serán clave para la generación de madurez en la vida del menor; entre más entiendan, más capaces y equipados estarán.

A su vez, el padre o madre debe cuidar de no caer en la crianza sobreprotectora o exageradamente autoritativa ya que esta generará estrés y falta de autoconfianza en el menor.

“Si existen desventajas, estas se generarán dependiendo del contexto de crianza y de crecimiento que haya alrededor del menor y de los acuerdos previamente establecidos por parte de los padres para garantizar su correcto desempeño”, afirmó Lasso, “así sea que los padres trabajen y deban dejar al menor en casa, este debe conocer su rol en la familia y cómo actuar en un momento dado. La familia siempre debe ser un equipo de trabajo funcional y comunicativo”.

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