Tras los pasos de la doctora Lidia Sogandares

Actualizado
  • 15/03/2020 06:00
Creado
  • 15/03/2020 06:00
La periodista Vannie Arrocha adelantó, en una conferencia en la Universidad de Panamá, algunos detalles de la investigación que por más de seis años ha realizado sobre la primera médica panameña
Tras los pasos de la doctora Lidia Sogandares

El nombre de Lidia Sogandares no llama la atención ni despierta mucha curiosidad. Sin embargo, en la historia reciente panameña, es una figura de gran importancia por varias razones: fue la primera mujer panameña en obtener el título de doctora en medicina; fue la primera especialista en ginecología en el país y además, se preocupó siempre por la pobre educación sexual y planificación familiar que existía —y todavía existe— en Panamá, situación que pone en gran desventaja a las mujeres.

“Me molesta que uno se tenga que enterar de las grandes mujeres que ha tenido Panamá, al azar. No están incluidas en el currículo escolar, es muy difícil que conozcas de ella en un aula de clases ya sea de primaria, secundaria o universitaria. Tenemos mujeres que son grandes referentes, pero han sido totalmente invisibilizadas y Lidia Sogandares, mucho más”, dice Vannie Arrocha, quien participó en el IV Foro: Mujeres que cambiaron nuestra historia, organizado por el Centro de Estudios y Capacitación Familiar, y el Instituto de la Mujer de la Universidad de Panamá, en conmemoración al día Internacional de la Mujer.

Esta conferencia aporta algunos adelantos de la investigación que la periodista ha estado llevando a cabo pro los últimos seis años y que se encuentra en su etapa final y que la llevó, por cosas del destino a conocer a esta personalidad.

“Yo estaba en una consulta médica con el ginecólogo Rafael Degracia y cuando eres periodista y los médicos te conocen, es inevitable que te recomienden algún tema”, cuenta.

“Tienes que escribir sobre Lidia Sogandares, ella fue la primera ginecóloga del país”, le dijo el galeno, detallando algunas iniciativas infructuosas que habían tenido los especialistas en nombrar en honor a ella una sala de maternidad.

Lo que a Arrocha más le llamó la atención fue el hecho de no haber sabido nada sobre la existencia de esta mujer. A pesar de eso, no buscó información para desarrollar el tema de forma inmediata.

Fue a finales de 2014 que la periodista decide emprender la búsqeuda de información. “Logré mi primera entrevista en enero de 2015, fue a Carmen Sogandares de Mackenzie, sobrina menor de Sogandares quien vive fuera del país pero que gracias a una coincidencia, estaría viajando en fecha cercana a Panamá”, recuerda.

“Pensé, voy a escribir un reportaje para algún medio, pero consideraba que no tenía información suficiente y cada vez que buscaba más, me decía ' no, esto no le hace justicia, tengo que averiguar más”. Así, de una forma bastante orgánica, el reportaje ha llegado a ser una investigación que ya alcanza más de cinco años y que se encuentra en su recta final para convertirse en una publicación.

“Llevo un 75%, Tengo la información, pero estoy en un proceso de confirmarla”, dice. No soy historiadora pero soy periodista y como tal, sé que si vas a publicar algo, vas a publicarlo cuando tengas una total certeza. . Ahora dicen que no hay que tener miedo a equivocarse, pero en el periodismo si te equivocas, lo pagas”, asegura.

La investigación cuenta con fuentes primarias (cartas, fotos, noticias, entrevistas a familiares y amigas, pacientes y médicos), secundarias y referencias. Arrocha ha visitado bibliotecas y hemerotecas, no solo en Panamá.

“En Panamá he encontrado muchos d e la Lidia Sogandares profesional pero quería saber más sobre la mujer, la persona, y supuse que allá la iba a encontrar”, dice.

“Gloriela Calvo, quien vive en Washington DC, sabé que la documentación que su mamá , Esther Neira de Calvo guardó durante toda su vida profesional es valiosa, por eso decidió donarla a la Georgetown University Library”, explica. Allí reposan documentos, manuscritos y correspondencia personal de Esther Neira de Calvo.

Correspondencia cruzada entre Sogandares y su madrina de confirmación y su madrina intelectual describen un poco la personalidad de esta mujer que además de preocuparse por importantes temas de salud pública, también tenía una debilidad por la lotería.

“Estoy jugando 90, pero nada que sale”, le contaba Sogandares a Neira de Calvo en una de tantas misivas que compratieron.

“Algo que valoré mucho de esa visita a la biblioteca de la Georgetown University, es que pude conocer a Gloriela Calvo, hija de Esther Neira quien me recibió y concedió una entrevista. En ella contó detalles que si no hubiese conversado con ella, no los hubiese sabido”, asegura.

Por otra parte, el vivenciar cómo funcionan estas instituciones que cuentan con los recursos necesarios para llevar a cabo la custodia de la memoria de forma óptima, fue una gran experiencia.

“Tienes que entregar tu pasaporte, porque un papel allí, vale oro. Los documentos que vas a revisar has debido solicitarlos con anticipación a través de la página web de la biblioteca y cuando ellos me comunicaron que ya los tenían listos, entonces es que pude ir”, cuenta.

El solicitante de los documentos solo puede entrar a la habitación donde los encontrará en una caja, con una libreta y el teléfono celular —declarado con anticipación—, ya que sería utilizado como cámara fotográfica.

“Revisé papeles del 1934, papeles de 1926, no tuve que usar mascarilla ni guantes; que yo recuerde, no estornudé. Todo lleva mucha seguridad y cautela porque su prioridad es la documentación que están preservando”, explica la periodista.

Esta investigación la ha llevado a cabo Arrocha, en su tiempo disponible y con sus propios recursos. “Siento que como ciudadano, uno tiene que tener un compromiso hacia el país donde uno nace. Esta es mi contribución a mi país, rescatar la memoria de una mujer valiosísima que ha pasado a la inivisibilidad absoluta después de 40 años. Es algo que me cuesta comprender, porque ella era muy conocida en su época, era protagonista, era figura, una referencia. Sin embargo, muere en 1971 y 40 años después nadie la conoce”, dice a manera de reproche.

“Lidia Sogandares fue una mujer que se dedicó por completo a su profesión, no se casó, no tuvo hijos, no merece que la tengamos en ese olvido”, agrega.

En tiempos en que los mayores referentes femeninos son mujeres cuyo mayor valor es la popularidad, Arrocha busca para las mujeres de la siguiente generación en su familia, que tengan como referente a una mujer realmente valiosa. “Cuando termine la investigación y logre escribir su historia sentiré que cumplí con un deber”, afirma.

Arrocha está en busca de patrocinadores que la ayuden a finalizar la investigación y hacer una posterior publicación.

Lidia Sogandares

La doctora Sogandares declaró a un medio en el '49 que desde que tenía uso de razón quería ser médico. Pero cuando ella era una niña —nació en 1907— esa profesión estaba reservada para hombres. “Si no te conformabas con ser ama de casa, podías ser maestra o enfermera”, explica Arrocha.

Con una estrategia argumentada desde lo pedagógico y económico, se impuso la coeducación en 1919, a través del artículo 21 de la Ley 35.

El Instituto Nacional, que contaba con los mejores profesores nacionales y extranjeros hasta ese momento era solo para varones; entonces, esta ley promulgada el 10 de marzo de 1919 le abrió las puertas de este plantel a las adolescentes panameñas, como Lidia.

Que, en la graduación del Nido de Águilas de enero de 1926, ella fuese la estudiante que ocupara el primer puesto de honor del Bachiller en Humanidades, fue un claro indicativo de la capacidad intelectual de las mujeres.

Esther Neira de Calvo, Supervisora de Instrucción Pública y en su calidad de delegada para la Unión Panamericana (hoy OEA), postuló a Sogandares a una beca ofertada por este organismo y que se le concedió para estudiar en el colegio Santa Teresa, en Winona, Minessota, Estados Unidos, donde obtuvo la licenciatura en Artes con especialización en química.

En 1934 obtuvo el título de doctora en medicina de la Universidad de Arkansas - Little Rock y de julio 1934 a julio 1935, realizó el internado en ginecología y obstetricia en el Hospital de las Mujeres de Filadelfia.

“Ella logró su cometido, eso le costo grandes esfuerzos y le pasó factura, pero le abrió las puertas de la medicina a las mujeres en Panamá. No solo es haber sido la primera, porque pudo haber estudiado y quedarse con su título, pero ella hizo más que eso. Ella realmente se interesó en la situación de la salud sexual y reproductiva de las mujeres panameñas”, detalla la periodista.

En esos momentos había una demanda insatisfecha de planificación familiar, de salud sexual. El Estado no tenía una oferta y ella comienza a ayudar de alguna manera a las mujeres que atendía, dándoles consejos, guiándolas, pero no se quedó solo en eso, sino que empezó a trabajar con sus instituciones, hasta que a finales de 1965, crea con otros ginecólogos la Asociación Panameña para el Planeamiento de la Familia (Aplafa ) y se empieza a ofertar una educación sexual y planificación familiar.

“En mis averiguaciones encontré un caso de una mujer de La Chorrera que en 1953 sufrió una ruptura uterina cuando iba a dar a luz a su décimo primer hijo. En ese tiempo a esa condición se le llamaba cesárea espontánea, lo que significa que se le abre el vientre y el niño sale y queda unido a la madre solo con el cordón umbilical. Eso no había sucedido hasta ese momento en Panamá”, relata Arrocha.

La partera que estaba atendiendo a la mujer reconoció que no estaba capacitada para atender ese caso y la envió en una ambulancia al hospital. El trayecto duró dos horas y afortunadamente el doctor que la atendió reaccionó con rapidez, salvando a la madre y a la criatura.

Ante este caso, inédito en la sociedad panameña, una revista preparó un reportaje en el que entrevistaron a varios médicos, incluyendo, entre ellos a la doctora Sogandares.

“En la entrevista ella dice que esa mujer pudo salvarse por la rápida acción tanto de la partera como del médico que la atendió pero , sobre todo, porque ella era muy fuerte“, porque ante esa situación, que se te abra la barriga ...”, destaca.

Y cuestionó el hecho de que a la mujer se le considerara poco más que una máquina para parir.

“Un parto no es fácil, ocasiona un desgaste a la mujer y eso no estaba asumido por la sociedad panameña. Quizá hasta se le exigía que tuviese más hijos que los que su cuerpo podía soportar”.

Y es que mientras Panamá avanzaba a pasos agigantados en algunos ámbitos, en cuestiones de planificación familiar apenas daba sus rpimeros pasos.

“ Panamá ha tenido ginecólogas y ginecólogos con visión para abordar la salud sexual y la salud reproductiva, desde un ángulo científico, también emocional, pero no han sido acompañados”, lamenta Arrocha.

Lidia Sogandares falleció el 21 de marzo de 1971 con latristeza de seguir viendo mujeres de escasos 20 años con tres o cuatro hijos. Otras profesionales, incluyendo a Rosa María Britton quien también enarboló la bandera de la educación sexual, han partido sin ver resultados positivos.

“ ”Creo que el progreso económico de Panamá no se refleja para nada en su situación de salud en la mujer. Todavía la salud de la mujer está coartada, sobre todo en el tema de salud sexual y reproductiva”, dice Arrocha. Por ello, es importante destacar los esfuerzos de mujeres como Lidia Sogandares que dedicaron toda una vida a esa lucha. Lucha que las mujeres deben conocer y sobre todo, continuar.

Panamá, a la zaga de la protección de la maternidad
revista épocas

La doctora Lidia Sognadares declaró a la revista Épocas, en 1949, que le daba dolor ver a jóvenes envejecidas de tanto parir. “Panamá está a la zaga en esto de la protección a la Maternidad. Y es más angustiosa aún la situación de las madres de hijos ilegítimos. Es muy común el caso de mujeres que no han pasado de los veinte años y ya tienen tres o cuatro 'hijos sin padre'. Los hombres que las seducen, apenas se dan cuenta que van a ser madres, las abandonan en el mayor desamparo. Para estas mujeres la maternidad no es el más alto y noble de los estados, sino un estigma que las coloca automáticamente en el arroyo. No hay puerta que se les abra, ni aún entre sus propios familiares tienen cabida pues éstos son tan pobres como ellas y una mujer con un recién nacido en brazos siempre es un engorro en cualquier lugar que no sea su propio hogar. Ciertamente que la maternidad para ellas no tiene nada de placentero ni agradable, es sencillamente una tragedia. Da lástima verlas acabadas, envejecidas en plena juventud”.

Lo Nuevo
comments powered by Disqus