La transformación, una constante

La galería Mateo Sariel alberga este mes de noviembre, una exposición de la artista plástica Alicia Viteri. Son más de 30 nuevas obras en acrílico sobre lienzo y algunas otras con más edad y que complementan la colección, que reflexiona sobre el tema de la mujer
La transformación, una constante

Luego de más de un año de no tocar un pincel, Alicia Viteri se enfrentó nuevamente a los lienzos en blanco y en esta ocasión entrega una muestra llena de color que estará expuesta en la galería Mateo Sariel, y que lleva por nombre, Transformaciones.

Pero tanto el nombre como el hilo que lleva esta exposición fueron apareciendo después que la artista empezara su trabajo artístico. Se trató de un proceso gradual, al principio muy difícil, la salud de su compañero de más de 50 años requirió de toda su atención. Poco a poco, las cosas fueron volviendo a su cauce y con ello, las ganas de producir.

La transformación, una constante

El trabajo ha sido para mí realmente maravilloso y esta pandemia me ha servido para ver la otra cara que sabía que existía en algunas personas, pero que no había visto”, comenta la artista. Ha sido una gran lección de vida”, agrega. En el 2013, Viteri presentó una exposición denominada terrícolas con personajes que tenían dos caras. “Era justamente ese el tema de la exposición. “Ahora en algunas personas he visto caras que no conocía”, asegura. Pero también, admite, ha sido capaz de ver y conocer a sus amigos verdaderos. “Los valoras y los aprecias mucho más. Esta pandemia me ha servido para eso”, asegura.

Sin embargo, Viteri no ha pintado las desventuras y las bondades -si es que las tiene- de la pandemia. “Me he concentrado en mi propia transformación, en las emociones, la tristeza, la alegría…”, comenta. Elementos que fueron cubriendo sus lienzos, en principio sin un camino definido, o al menos que no era notorio. “Antes no sabía para dónde iba, pero iba agarrada de una cuerda interna, infinita, que viene de tu interior, de tu mente, tu corazón, tus entrañas… el arte es así. Pero simplemente con los años he visto con mayor claridad el proceso”, detalla.

La transformación, una constante

Viteri empezó a ver en sus lienzos algunos personajes un tanto conocidos, pero en esta ocasión con colores muy vivos. Inicialmente los personajes estaban aislados. Luego aparecerían algunos rasgos de paisajes, la línea del horizonte… Las obras empezaban a completarse y Alicia se percató de algo: todas las obras excepto una, eran sobre mujeres. Ante ella, estaban todas estas mujeres con diferentes rasgos y con sombreros, algunos muy convencionales mientras otros podrían describir lo que pasaba por la mente de cada una de ellas.

La transformación en la obra de Viteri se refleja desde los inicios de su carrera con su serie Insectos, la forma como se veía a sí misma, y con una marcada ausencia de color. La artista destacó en grabado y en dibujo a lápiz. Y poco a poco el color fue emergiendo, de forma sutil en Mujeres (1982), una serie de autorretratos donde una constante fueron precisamente los sombreros. Algo de brillo se incluyó en el Príncipe Próspero y en algunas obras de Carnavales y Funerales pero más adelante y luego de una pausa en su trabajo, aparecerían de forma exuberante en su serie Paisajes.

La transformación, una constante

De insectos a la figura humana, del blanco y negro al total colorido. Cada una e estas evoluciones o, mejor dicho, 'transformaciones' involucran aprendizaje. Claroscuro, profundidad, perspectiva. “Eso no se puede enseñar”, asegura Viteri, más bien “es una cuestión de disciplina, te apasiona y lo aprendes. Otros simplemente se van por el camino más fácil. El aprendizaje no es fácil, es una disciplina de años”, dice con seguridad.

La historiadora de arte, Ángela Picardi menciona sobre la exposición de Viteri, que “como es usual, en los trabajos de Alicia Viteri, estas mujeres ensombreradas requieren una observación detenida y un análisis profundo de sus valores estéticos. A la precisión de un dibujo de caras y expresiones humanas que logran revelar su subjetividad y la apreciación introspectiva de sus diferentes caracteres, se une el juego geométrico que, sin interferir en estos valores subjetivos y analíticos, realza los valores constructivos de la composición y revela la interioridad humana. Alicia Viteri construye así un orden que, partiendo de lo natural, no hace ninguna alusión a la objetividad. Un orden en función de la universalidad que resulta admirablemente abstracto y vivo”.

De acuerdo con la artista nacida en Colombia y radicada en Panamá, “el ser humano, su interior es muy complejo, por eso es difícil aprender. Pero ha sido un placer. Como soy terca como una mula, si no me sale le doy y le doy y le doy hasta que me sale. Allí es cuando te das cuenta de que aprendes”, sostiene. Y ese conocimiento que se adquiere es el que luego se puede aprovechar todo lo que ocurre, aunque sea de forma accidental para crear un mundo propio. “Ese probablemente es el destino particular, aunque no me preocupa tanto eso. Me importa más sentirme bien conmigo misma y dormir con la conciencia tranquila”, afirma.

Y con la madurez del conocimiento, son más evidentes los hilos que unen el trabajo que se ha venido haciendo. La mujer, ha sido una constante en el trabajo de Alicia Viteri. Inicialmente muy oscura, en la actualidad, llena de color.

“Empecé a investigar toda la obra que había hecho con mujeres, y empezaron a aparecer”, dice, mostrando en su tablet cada una de esas imágenes. Una señora del sombrero de 1979, “En fuego limpio”, retrato de una voluptuosa mujer negra que plasmaría al poco tiempo de haber llegado a Panamá. Algunos autorretratos, obras que no alcanzaron a presentarse en alguna exposición. “Fifí haciendo pipí”, obra hecha en París donde aparece una mujer paseando a un perrito, trabajos hechos en España, Colombia, El Caribe…

En Transformaciones, Viteri presenta 36 nuevas obras trabajadas en 2020, las más grandes, en formato mediano. “Los lienzos no son grandes, son de un tamaño bastante manejable. No quiero hacer lienzos gigantescos porque no tengo energías para eso”, confiesa. Pero este trabajo no estaría completo si no incluyese todas esas obras que ha redescubierto y que terminan de darle sentido a este panorama completo, según Picardi, “una galería diferenciada de caracteres femeninos, concebida con complejidad técnica, a través de una síntesis de instrumentos artísticos, que se transforma, por la fuerza de la creatividad, en una visión luminosa de los valores de la mujer”.

La artista muestra, desde sus inicios, las transformaciones que a golpe de aprendizaje, memoria e imaginación la han llevado a ser lo que es hoy. “he seleccionado bien los trabajos, esa es otra cosa que la vida te enseña con los golpes, a ser autocrítico y eso mejora absolutamente la calidad de tu trabajo”, confirma.

Dando la bienvenida, un grupo de mujeres “terrícolas” saludarán al público que visite la galería Mateo Sariel, con sus respectivas mascarillas. “Todo está hilado y eso lo acabo de descubrir. Tal vez sí lo sabía, pero a veces nos perdemos en la vida”, comenta.

Luego de esta retrospección Viteri asegura que “me he conocido un poco más, definitivamente. No estoy en desagrado con esa persona, me cae bien, finalmente. Y nunca había pensado en eso. “Creo que se me está abriendo una nueva puerta de creatividad. En algún momento dije, no voy a pintar más pero, ¿cómo no? Si es lo único que sé hacer… pero quiero hacer otras cosas que ya se me están ocurriendo”, dice.

Eventualmente veremos dónde lleva la próxima transformación a Alicia Viteri.

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