Lorgia García Peña: 'Los latinos somos una comunidad unida en nuestras luchas políticas'

Actualizado
  • 06/02/2021 00:00
Creado
  • 06/02/2021 00:00
Como profesora de estudios latinos en la Universidad de Harvard y doctora en estudios americanos, la catedrática analiza la fuerza de la latinidad en el mundo, desde una mirada reflexiva hacia la migración y la raza

Lorgia García Peña es una de las pocas voces hispanas –y de sangre dominicana– resonantes en las aulas de la Universidad de Harvard. Como profesora de estudios latinos en esta antiquísima institución, además de doctora en estudios americanos, ha basado algunas de sus investigaciones en literatura y culturas hispano-caribeñas, raza y etnia, feminismo transnacional, migración y derechos humanos.  Por su aporte intelectual en Estados Unidos fue nombrada en 2018 como Profesora Distinguida con el honor de Martin Luther King del Massachusetts Institute of Techonology (MIT).

La también autora de la obra  'Bordes de la dominicanidad' nos recibe para una entrevista en la que plantea una mirada constructiva al pasado histórico del país estadounidense para entender el presente y el impacto social durante la gestión de Donald Trump. Hoy “hay mucho trabajo por hacer; no hay que bajar la guardia y debemos seguir exigiendo al Estado la protección de los derechos que tenemos como ciudadanos contribuyentes a la población estadounidense y recordar cuál ha sido el valor histórico y presente de la población latina en Estados Unidos”, dice, una realidad en la que evalúa la evolución del fenómeno migratorio en los últimos 50 años, donde la idea de la nacionalidad que cruza las fronteras y los bordes de las naciones hoy “nos hace pensar la posición del inmigrante y del sujeto minoritario, bicultural y transnacional”.

¿Cómo ha sido el camino de los latinos para encontrar un espacio de representación en EE.UU.?

Un camino largo y que todavía estamos trazando. La migración latina, contraria a otras migraciones en Estados Unidos como la italiana o la holandesa que ocuparon un espacio específico durante el siglo XIX, fluye, sigue en constante movimiento y se mezcla con la experiencia de latinos que nunca fueron inmigrantes, sino que siempre han sido parte de la historia de este país. Todo el sureste y suroeste estadounidense que antes era parte de México y que se integró a Estados Unidos a finales del siglo XIX son una población latina. Son historias muy diversas. Somos una comunidad bastante unida en nuestras luchas políticas y en nuestra cultura, pero tenemos experiencias diferentes dependiendo de los países de donde venimos; entonces es un camino que se sigue trazando, tanto en la política como en la representación cultural.

Doctora, sobre una de sus últimas investigaciones 'Traduciendo la negritud: migraciones y desvíos de las colonialidades latinas en perspectivas globales', ha dicho que busca clarificar cómo los inmigrantes negros latinoamericanos y sus descendientes lidian con varios sistemas raciales y se abren un espacio de pertenencia dentro de las naciones que a menudo los excluyen. ¿A qué se refiere con esta exclusión?

Cuando pensamos en la idea de lo latino o de una experiencia latinoamericana que empieza durante el proceso de la creación de las naciones latinoamericanas en el siglo XIX, es un proceso que emerge en contradicción a la experiencia de expansión de Estados Unidos; entonces están los países latinoamericanos saliendo de un proceso colonial con España, o en el caso de Brasil, con Portugal, y empiezan a pensarse como nación y de repente Estados Unidos empieza a expandirse y a querer absorber a estas naciones. Aparece la idea de hacer una unión latinoamericana que tiene que ver con nuestras experiencias lingüísticas y culturales, pero también con una experiencia colonial; entonces, eso forja la idea de lo latino. Lo que pasa con esta construcción de lo latinoamericano en los países de América Latina es que ha creado una borradura racial, donde por intentar crear un grupo unido, hemos forjado esta idea de mestizaje, de que somos una raza mixta, de que todos somos iguales; y estoy simplificando porque cada país ha tenido un proceso diferente, lo que ha pasado en Panamá no es lo mismo que en Colombia o en México. El proceso de crear una identidad nacional, también vio nacer una borradura de las diferencias étnicas y raciales, sobre todo en relación con nuestras culturas indígenas y nuestra herencia africana. Desde hace más de dos décadas hemos visto un despertar de la experiencia afro en América Latina, pero es un paso que va lento. Si añadimos a esto la experiencia de la migración o la diáspora, sea en Estados Unidos o en Europa, lo que nos encontramos son paralelos de colonialidad y exclusión; personas que han sido históricamente excluidas de sus países, donde nos imaginamos algunos países de América Latina como si no hubiera negros y llegamos a Estados Unidos donde sabemos que hay un discurso racial complicado y llegan los latinos negros a encontrarse en medio de dos exclusiones: una historia de lo latino y un paradigma racial diferente en Estados Unidos, que no siempre los incluyó. A eso se refiere mi libro y esa es la investigación que estoy llevando a cabo en este momento.

¿Podríamos hablar de alguna evolución en el fenómeno migratorio? Revisándolo desde la perspectiva humanística. La manera de entender la migración dentro y fuera de EE.UU, ¿sigue siendo excluyente?

El fenómeno migratorio ha evolucionado, y mucho, en los últimos 50 años. Por ejemplo, hace 50 años la migración se imaginaba como un proceso mayoritariamente de hombres que viajaban solos y que eventualmente mandaban a buscar a sus familias. Lo que hemos visto es una reciente migración tanto de mujeres, de gente profesional, como de familias completas. Lo que sí está forzando un cambio en los países que reciben la migración es la segunda y tercera generación, los hijos de los inmigrantes que nacen y crecen en los países de acogida y que son ciudadanos de esos países, pero retienen identidades de los países de sus padres; ahí hemos visto la evolución, el cambio de una idea de nacionalidad que cruza las fronteras y los bordes de las naciones y que nos hace pensar la posición del inmigrante y del sujeto minoritario, bicultural, transnacional. En el caso de los latinos en Estados Unidos, algo muy importante, por ejemplo es esta población que vota, que tiene una voz en la política, que incide en la cultura y posee una ciudadanía, pero tiene una lealtad y una cercanía con la cultura de los países de sus padres; son hijos de la migración, es otra experiencia.

Usted es parte de un reducido grupo de académicos hispanos que integran la academia en la Universidad de Harvard. ¿Qué tan necesario es profundizar en la diversidad e inclusión de nuevas culturas y pensamientos en el sistema de enseñanza?

Para mí esto es urgente; no solamente en relación con los procesos migratorios o los procesos de cambios humanitarios de la etnia y la cultura de un país, sobre todo de países de acogida. Los saberes y las maneras en que hemos estado aprendiendo tanto en América Latina, como en Estados Unidos y Europa, han sido centrados alrededor de los conocimientos que vienen de Europa y el mensaje que hemos enviado a nuestros niños y jóvenes es que no hay filosofía, cultura ni producción histórica fuera de lo que viene de Europa, y eso es simplemente falso. Lo que ha pasado es que el sistema universitario ha estado dominado por los saberes europeos. Creo que ya es tiempo de que empecemos a levantar y sacar de ese escondite las historias, las culturas y los aportes de nuestra gente, que son muchos.

Históricamente la literatura ha tenido influencia en movimientos artísticos y de pensamiento como el medio para que los escritores comuniquen sus pensamientos y expongan realidades sociales. ¿Sigue la literatura de hoy acogiendo pensamientos de fondo?
Una de sus últimas investigaciones se titula ‘Traduciendo la negritud: migraciones y desvíos de las colonialidades latinas en perspectivas globales’.

Absolutamente. La literatura y la producción cultural, en general, como el cine por ejemplo, siempre son un reflejo de lo que está pasando en el mundo y nos permite imaginar aquello que a veces no podemos encontrar en un archivo oficial. El ingenio de la literatura, en circunstancias difíciles como dictaduras donde ha habido censura y los medios de comunicación y los periodistas no pueden decir lo que tienen y quisieran decir, nos permite imaginar cómo podría haber sido aquello que no pudimos escribir; tiene un valor inmenso para entender los procesos humanos. Lo que está pasando es que la literatura y las producciones culturales están cambiando, como está cambiando el mundo; tenemos que adaptarnos y entender de dónde viene esta producción, dónde la encontramos, los formatos son diferentes, digitales, y tenemos que entender cuál es su función en este momento.

Algunos creen que hoy no se enseña a leer, sino a analizar, y que se confunde el instrumento (la técnica narrativa) con el fin (el mensaje subjetivo comunicado), ¿está en riesgo el futuro de la enseñanza de la literatura?

Ambas cosas van de la mano. Los estudiantes de literatura tienen que aprender a apreciar por un lado el valor arte, de escribir, de leer, el lenguaje; pero al mismo tiempo, la literatura, sobre todo la novela, siempre ha tenido un fondo social y todo el trabajo cultural y literario, cualquier arte, no existe en un vacío. Estamos creando dentro de un contexto social y sería ilógico pensar que ese contexto no nos influencia, sería decir que todos vivimos en un nivel de objetividad que no es real; tiene sentido leer la literatura dentro de este contexto. Cuando leamos lo que la gente está escribiendo en medio de esta pandemia, será imposible leer estos textos sin imaginarnos cómo sería estar encerrados en casa un año y escribir desde esta soledad y desde este momento tan especial y diferente, que vive el mundo. Sí estoy de acuerdo contigo en que es importante seguir apreciando el arte por el hacer, pero al mismo tiempo es justo mirarlo dentro del contexto, ambos deben ir de la mano.

Ahora que menciona el contexto, estamos en uno de complejidad dentro de EE.UU. ¿Vislumbra tiempos de convergencia de ideas donde se encuentren los latinos con esa huella tan determinante que ha marcado históricamente al país estadounidense y con unas propuestas quizá más inclusivas de Joe Biden?

La esperanza es que sea un mejor momento político, pero lo miro todo con mucha precaución siempre. Hemos salido de cuatro años bastante difíciles especialmente para la población migrante latina; pero también sería miope mirar esos cuatro años como si aparecieran de la nada; lo que nos hace falta en Estados Unidos es tener una conciencia histórica reciente mucho más clara y entender que lo que vivimos bajo Trump no apareció simplemente con Trump ni se irá con él. Hay mucho trabajo que hacer y no hay que bajar la guardia, hay que seguir exigiendo al Estado la protección de los derechos que merecemos como ciudadanos y como contribuyentes de la población estadounidense; exigir y recordar cuál ha sido el valor histórico y presente de la población latina en Estados Unidos, de muchas maneras, en términos políticos, culturales, expresándonos en la escritura, en el voto y no dejando pasar este momento, recordando que aún queda mucho camino por andar y que históricamente, en la posición de los latinos en Estados Unidos, todo lo que hemos logrado ha sido con mucha exigencia, no nos lo han dado, ha sido recordando cuál es nuestro rol en el país.

Si pudiera condensar, en un mensaje, la huella de la latinidad, ¿cuál sería?

Diría que ha sido enseñarle al mundo la relación que existe entre el colonialismo, la migración y la raza, y cómo a través de la resiliencia, el trabajo duro y de entender esa complicada relación, se puede salir adelante.

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