'Zulima': Una lectura entre batallas

Actualizado
  • 20/08/2022 00:00
Creado
  • 20/08/2022 00:00
La investigadora Establier (2015) señala que la “Zulima” de la traducción de Nesbitt no se corresponde con la “Zulime” (1740) de Voltaire o la novela de aventuras heroicas de Jean Pierre Claris de Florian “Gonzalve de Cordove ou Grenade Reconquise” (1791)

Mientras que en junio de 1818 circulaba el primer número del “Correo del Orinoco” fundado por el Libertador Simón Bolívar y en octubre de 1818 en Santiago de Chile, Bernardo O'Higgins promulgaba la Constitución Provisoria y “[...] Chile daba su primer paso por la avenida de las repúblicas aún nacientes de América Latina” (Enríquez, 2019), el Diario de Madrid –guardando silencio sobre la trascendencia de los hechos ocurridos en ultramar– comentaba la “Zulima” (1817), novela histórica traducida por la madrileña Micaela Nesbitt y Calleja en los siguientes términos: “La amenidad e interés con que se describen en esta obrita las desgracias de Eberardo, príncipe de Westfalia, y de Leonor su esposa, las máximas morales que contiene, las raras aventuras y la propiedad con que están escritas hacen sumamente agradable su lectura y le dan un lugar distinguido entre los libros de esta clase” (citado por Seoane, 2002).

Cuando más tarde –siempre en 1818– nace la escritora argentina Juana Manuela Gorriti –a quien las escritoras peruanas del siglo XIX llaman “Segunda Madre” por su vocación por impulsar salones literarios con paridad de género– da la coincidencia que el “Diario de Madrid” vuelve a publicar un segundo comentario sobre el trabajo de Nesbitt: “Esta obrita traducida del francés, es de las producciones más recomendables, no solo por la pureza de su moral, sino también por la marcha y desenlace de sus acontecimientos” (citado por Seoane, 2002).

Una nota en apariencia inofensiva pero que permite formular la pregunta, ¿cómo explicar el éxito de esta novela que se leyó también en las principales ciudades de Sudamérica vía Panamá?

La investigadora Establier (2015) señala que la “Zulima” de la traducción de Nesbitt no se corresponde con la “Zulime” (1740) de Voltaire o la novela de aventuras heroicas de Jean Pierre Claris de Florian “Gonzalve de Cordove ou Grenade Reconquise” (1791), que narra la historia de amor entre la princesa Zulema, hermana de Boabdil, y el gran capitán Gonzalo de Córboba. La trama de Nesbitt es otra.

Establier la resume así “[...] se trata de la hija del sultán Noradin de Egipto, enamorada del príncipe Eberardo, que sufre cautiverio en tierras africanas tras perder con los cruzados la batalla de Joppa, y que se encuentra atado por el vínculo matrimonial a la princesa cristiana Leonor. Zulima, artífice de su huida, acompaña a Eberardo a Europa, es acogida por los esposos, se convierte a la fe cristiana y contrae matrimonio con el príncipe alemán tras la muerte de Leonor”.

La línea argumental coincide con el gusto romántico de las élites sudamericanas –sean de convicciones autonomistas o no– que se identifican con esos amores imposibles de los personajes más allá de las convenciones, de la autoridad y de la propia religión. Recuérdese, para el caso del virreinato peruano, el sonado romance entre el virrey Manuel de Amat y la actriz, cantante y empresaria Micaela Villegas “La Perricholi”.

El libro de Nesbitt se edita en la imprenta madrileña de Don Francisco de la Parte en 1817 y ya se conoce de su existencia en Lima en enero de 1819; una triste coincidencia fue que la divulgación de la obra entre los capitalinos aconteció con la sentencia y ajusticiamiento del prócer patriota Nicolás Alcázar, médico natural de Moquegua (Perú) que un año antes había fracasado en su intento de tomar por sorpresa la fortaleza del Real Felipe en El Callao (Morán, 2015). No se conoce con certeza cómo llegó la obra de Nesbitt a los estantes de los libreros limeños y los entendidos asumen que arribó vía Panamá para luego pasar a Guayaquil y Valparaíso también.

Montesinos (1983) y Establier (2015) sugieren que Nesbitt más que actuar como traductora, adaptó el contexto de la novela original –escrita en 1694 por Eustache Le Noble de la Tennelière– dotándola de escenas galantes, aventuras sentimentales y persecuciones, aunque abusa de un fondo “histórico” de escasa credibilidad. Se puede afirmar que Nesbitt se apropia de la trama y “[...] defiende en su texto los valores moralizadores y ejemplificadores de la misma, que incluyen la conversión de la infiel Zulima al cristianismo, la contención de las pasiones, la defensa del honor y el premio final a la virtud de los atribulados protagonistas”.

Nesbitt es una de las cuatro damas hispanas que producen novelas históricas en las primeras tres décadas del siglo XIX en el cerrado coto de la literatura masculina española de ese entonces.

Quizá precisamente por ello, la obra de Nesbitt gozó de mayor difusión y popularidad en América Latina, un continente que, en la explosión de su afirmación cultural y el fragor de las batallas independentistas, soñaba con crear espacios inclusivos en sus propias sociedades.

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