¿Es nebuloso el concepto ciencia?

Actualizado
  • 27/11/2022 00:00
Creado
  • 27/11/2022 00:00
Cualquier teoría que tenga la pretensión de ser científica, sin la connotación prestigiada e incluyente, requiere de presupuestos metodológicos básicos validados y replicables, requiere de una estructura conceptual sistemática y sobre todo de respaldo empírico
¿Es nebuloso el concepto ciencia?
Introducción. Conceptos nebulosos

De acuerdo con la teoría de conjuntos nebulosos (rough set theory), [Pawlak, L. “Rough set theory and its applications”, Journal of Telecommunications and Information Technology, No. 3, 2002, pp.7-10] hay conceptos (conjuntos) que tienen una función de membresía que no puede determinarse clásicamente porque son nebulosos. Dichos conceptos exhiben tres regiones (subconjuntos). Una región claramente negativa (digamos A), una región claramente positiva (digamos B), y -entre ambas- una región (digamos C) en la que no hay claridad: esta es la región de la indefinición o de la indeterminación.

En esta región algunas consecuencias lógicas emergen: (I) no es válido el principio de bivalencia; (II) no es válido el principio de no contradicción; aunque (III), ambos principios serían válidos en las otras dos regiones.

Si imaginamos la estructura de regiones como un continuo de A a B pasando por C, entonces encontraremos que algunos elementos de C tenderán al centro o se ubicarán en él, otros en cambio se aproximarán a A y otros, a B.

Ahora consideremos las teorías científicas. ¿Es el predicado 'ser una teoría científica' un predicado nebuloso? Claramente, hay ejemplos de teorías que pueden identificarse o catalogarse como científicas (región B), v.g., la teoría de la relatividad, la teoría de las fallas geológicas o la teoría de la evolución; asimismo, hay teorías que podrían identificarse o catalogarse como no científicas (región A), v.g., la teoría terraplanista, el creacionismo o la mariología. Pero ¿qué decir de la región C? Algunos candidatos serían la teoría psicoanalítica, la teoría marxista o la teoría homeopática.

No es tan simple como parece

Desde luego, ubicar teorías en cada categoría es problemático; entre otras razones, porque presupone que contamos con un criterio exhaustivo para discriminar entre teorías del tipo A y teorías del tipo B. Dicho criterio -podría cuestionarse- parece ser expresión de la ilusión de privilegio epistémico, pues -tal vez- no existan criterios de racionalidad exhaustivos para llevar a cabo esa tarea [Feyerabend, P. Tratado contra el método. Esquema de una teoría anarquista del conocimiento, Tecnos, Madrid, 1986].

La situación sería más o menos como sigue: terraplanistas, creacionistas, mariólogos, psicoanalistas, marxistas y homeópatas constituyen cada uno en su propio campo una comunidad, comparten cada uno en su ámbito un conjunto de creencias básicas (un núcleo firme, siguiendo a Lakatos) y supuestos metodológicos validados y aceptados internamente. No hay que buscar fuera de dichas prácticas los parámetros para la aceptabilidad de sus teorías, de modo que las pretensiones filosóficas de establecer o descubrir cánones que permitan determinar qué es ciencia y qué no lo es, son inaceptables. De esta manera, la reflexión epistemológica o de filosofía de la ciencia, simplemente está fuera de lugar, está de más o sobra. Así las cosas, -contrario a lo postulado por empiristas lógicos y/o falsacionistas- no podría cuestionarse la cientificidad de afirmaciones como:

- La Tierra es un disco estacionario.

- Hay un creador de todas las cosas.

- La virginidad de María es perpetua.

- Lo inconsciente se retiene en las profundidades de la psique por la censura.

- La lucha de clases conduce necesariamente a la dictadura del proletariado.

- Lo similar cura lo similar.

Pues remiten a un conjunto de prácticas validadas y aceptadas por los miembros de las comunidades en cuestión, independientemente de las garantías o de los respaldos empíricos que desde una perspectiva crítica-racional pudieran ser exigidos externamente. Cuenta como ciencia aquello que los miembros de las comunidades acuerdan como tal.

De qué van las definiciones

Definir un término (símbolo) es explicar su significado. Hay al menos cinco tipos de definiciones: la estipulativa, la lexicológica, la aclaratoria, la teórica y la persuasiva (Copi, I. & Cohen, C. Introducción a la lógica, Limusa, Buenos Aires, pp. 116 y ss).

Si como he afirmado, el predicado 'ser una teoría científica' es nebuloso, entonces se requeriría una definición aclaratoria para dicho término. Recurriendo a la teoría de conjuntos, se podría estipular un conjunto de teorías, digamos T = A + B + C (donde '+' representa la operación de unión de conjuntos), entonces T – (A + C) = B es el conjunto de teorías científicas (donde '–' es la operación de diferencia de conjuntos). Adicional, por operación de complemento, se obtiene el conjunto B' = A + C, de modo que toda teoría es o bien elemento de B (es una teoría científica) o bien elemento de B' (es una teoría no-científica), y de esta manera se garantizan los principios de la lógica clásica.

Un vocablo prestigiado

Pero, aunque lo expuesto sea correcto, tal vez sea insuficiente para que los miembros de esas comunidades desistan de usar la etiqueta 'científico' a sus prácticas. Tres razones podrían aducirse.

La primera, que cualquier definición de 'ciencia' que no las contemple es una definición restrictiva, positivista, excluyente y antidemocrática; una definición explícita o implícitamente comprometida con prácticas epistémicas hegemónicas. A tal concepción restrictiva y excluyente, se contrapone una ampliativa, no positivista, incluyente y democrática donde hay lugar para prácticas como las mencionadas.

La segunda, que 'ciencia' o 'científico', vistos diacrónicamente, han tenido significados distintos en el tiempo. Lo que, para los antiguos griegos, por ejemplo, contaba como 'ciencia' no es tal para los modernos; y teorías que fueron tenidas por científicas en algún contexto, dejaron de tener ese estatus en otros. No hay, por tanto, un sentido unívoco de 'ciencia'; de modo que, el que tales prácticas no sean ciencia en algún sentido, no quiere decir que no lo sean en absoluto.

La tercera razón -y la que realmente me interesa- es que los símbolos 'científico' y 'ciencia' son expresiones emotivas y prestigiadas; así, al hablar de -por ejemplo- 'ciencias religiosas', 'ciencias de la familia', 'socialismo científico' (contrapuesto al utópico), o al recurrir a construcciones como 'la ciencia explica el origen del universo', 'la ciencia demuestra que el universo está en progresiva expansión', no nos limitamos solamente a informar, reportar o describir (función referencial del lenguaje) sino que buscamos hacer algo -posiblemente- más fundamental: expresar o persuadir (función conativa del leguaje); es decir, al fin de cuentas, dado que se trata de símbolos prestigiados, con esas palabras lo que se busca es que lo afirmado tenga mayor fuerza desde el punto de vista pragmático e influya en las actitudes del oyente (lector): es una forma de decir, “lo que afirmo es asunto serio y no tiene sentido ponerlo en duda”. Pero, en este caso, dichas expresiones cumplen una función retórica que desemboca en cierto dogmatismo.

Conclusión. No todo vale

Vistos desde el punto de vista de la epistemología virtuosa, el pluralismo y/o la tolerancia podrían reivindicarse como valores epistémicos fundamentales. Pero ello no implica que toda práctica con pretensiones científicas tenga que aceptarse como tal.

Cualquier teoría que tenga la pretensión de ser científica, sin la connotación prestigiada e incluyente, requiere -entre otras cosas- de presupuestos metodológicos básicos validados y replicables, requiere de una estructura conceptual sistemática y desambiguada, y -sobre todo- de respaldo empírico, pues los datos o evidencias empíricas indican que las explicaciones o hipótesis postuladas no son gratuitas ni responden a deseos, expectativas o sesgos de quien investiga. Por fortuna, en la ciencia no todo vale.

El autor es docente de Lógica, Universidad de Panamá

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