Isabel Burgos: 'El desafío es que el público se motive a ir al teatro'

Actualizado
  • 21/01/2020 00:00
Creado
  • 21/01/2020 00:00
La escritora y productora teatral sostiene que si bien la creación del Ministerio de Cultura ha sido motivo de júbilo, desde su trinchera siguen enfrentado el reto de tocar la fibra del público para movilizar a las masas a las salas de teatro

Isabel Burgos, actriz, escritora y dramaturga, arriba con una gran sonrisa a nuestra sala de Reacción para una plática franca sobre su oficio. También esposa y madre, cuenta que luego de caminar las aulas de la Universidad Católica Santa María La Antigua para formarse en Ciencias de la Comunicación Social y ejercer en la industria publicitaria, daría un salto a los brazos de su gran amor: las letras. Avanzada la entrevista, luce entusiasta cuando se refiere al affair que ha mantenido con el teatro, una relación en la que su mayor estímulo es la creación de mundos imaginarios y la satisfacción del público.

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¿Qué ha sido lo más satisfactorio de dedicar parte de tu vida a las letras?

Tanto el escritor como quienes se dedican al teatro, tenemos la posibilidad de crear un mundo imaginario y eso es lo que más me gusta. Sentarme frente a un texto teatral y crearlo es como trabajar con fantasmas; uno tiene una idea en su cabeza acerca de cómo son esas personas que están en el texto, cómo hablan, dónde están, hasta finalmente llevarlos a escena y darle cuerpo a esos espíritus que habitan en el papel; eso, desde el punto de vista teatral, para mí es mágico; es crear un universo. El epítome de esa sensación es escribir. Generalmente escribo desde un chispazo, desde algo que puede ser una cosa mínima y desde ese punto, ver que sale otro universo imaginario completamente mágico y que no existe, pero que de alguna manera comparto con los lectores a través de los acuerdos sociales que tenemos, el marco de referencia que compartimos. A partir de este punto uno va creando personajes y mundos tridimensionales, completos, redondos, situaciones inexistentes o existentes y la posibilidad de contar y crear un mundo es lo más satisfactorio.

¿Cómo han mutado los textos de Isabel Burgos en los últimos años?

Uno va siempre afinándose. En los cuentos busco hacer cosas particulares y dirigidas a explorar un personaje, me estoy abriendo a explorar más la sociedad. En los textos teatrales voy buscando temas diferentes, siempre hablando de la vida y la muerte. Me considero cuentista, pero me ha tocado ser dramaturga, es por lo que más he tenido reconocimiento.

¿Qué tanto le nutre al dramaturgo su audiencia?

Es muy gratificante como actor o director, al estar en la sala, retroalimentarse de la energía del público. El escritor escribe, publica y quizás de vez en cuando alguien le diga que leyó su libro; por eso la crítica es tan importante, porque necesitas lectores, pero también alguien que te retroalimente.

¿Qué tanto ha avanzado el género teatral en Panamá en los últimos años?

La carrera está un poco más profesionalizada. Con alegría te digo que los teatristas estamos muy unidos, tenemos una asociación y siempre hay un movimiento en pro de mejorar las condiciones laborales, de entablar una conversación con el gobierno. Definitivamente, la creación del Ministerio de Cultura ha sido positiva en general; sin embargo, seguimos luchando con el desafío de llegar a la gente y de que el público se motive a ir a las salas de teatro, de que el Gobierno comprenda que hay cosas que no pueden depender de la empresa privada ni del empresario teatral; hay cosas que el Gobierno debe proveer. Hay un millón de desafíos, pero seguimos trabajando porque esto es lo que amamos.

¿Qué rol podría desempeñar el teatro en el sector educativo?

El teatro es una herramienta de educación y la gente no tiene idea de su importancia; la manera en la que uno más rápido aprende es haciendo, no leyendo. Hacer lo que estás estudiando y representarlo, hace que la gente comprenda un millón de veces más rápido. Con Los Inocentes, la obra ganadora del Premio Ricardo Miró 2018 y que escribí basada en la zona del Canal en los años 60, fue llevada a escena con el apoyo del INAC y tuve la suerte de llevarla a varias escuelas. Los muchachos lucían como si estuvieran mirando Game of Thrones.

¿Qué tipo de esfuerzos deberían gestionarse desde las diferentes instancias para generar un mayor interés en el teatro?

Necesitamos algún tipo de apoyo que no solo debe ser económico, también en materia de comunicación. Nos cuesta llegar a la gente y ese sería un apoyo vital de parte de las instituciones. Por otra parte, me preocupa que la Universidad de Panamá está graduando a muchos muchachos especialistas en teatro, pero a dónde irán, no todos pueden entrar al circuito comercial y deberían estar a disposición de las instituciones, para llevar la información a las comunidades a través de este arte. Los ideal es que las instituciones ayuden al teatro y el teatro, a las instituciones.

¿Qué hace falta para estimular la participación en el género teatral?

Concursos, lecturas dramatizadas, un empujón para escribir; hay muchas poetas, cuentistas, novelistas, pero dramaturgas, no. Entre los teatristas también deberíamos hacer nuestra búsqueda de textos panameños y atrevernos.

'Las letras de tu nombre' vio la luz a través de tu pluma, ¿cómo fue la experiencia?

Me siento muy satisfecha. Quedó precioso y la edición fue lo más bonito. Tiene un diseño gráfico maravilloso y hay un poema por cada letra del abecedario. Son poemas de amor. Cada vez que lo lees, le encuentras algo nuevo.

Ante la irrupción de las plataformas de 'streaming', ¿debería el teatro, sin perder su cualidad de cercanía con el público, digitalizarse para captar nuevas audiencias?

Al describir el teatro, una de las características principales es que es en vivo; sin embargo, puede haber un espacio gris en el que podamos trabajar. Jamás me opondría al cambio o al progreso, pero el teatro sí necesita estar en vivo; hay un traspaso de energía del actor al público, y viceversa. La experiencia de actuar en el teatro, en el cine y en la televisión no es la misma porque no tienes a la audiencia. Es posible llevar a cabo obras, con audiencia presencial que a su vez sean transmitidas por streaming.

¿Qué le da de distinto la chispa femenina a la labor de dirección teatral?

No somos muchas las directoras mujeres trabajando ahora mismo. Si nosotras no contamos nuestras historias, ¿quién las va a contar, un hombre? (risas) Para vernos representadas e incluidas tenemos que atrevernos a hacerlo. También me ha tocado dirigir obras de mujeres y nos entendemos mejor aunque las grandes obras de la literatura, sobre mujeres, han sido escritas por hombres; pero tenemos una visión diferente. Hay una mirada con pestañas largas.

¿Cómo es el perfil de la audiencia panameña?

Hay de todo. En la generalidad, hay un público que prefiere escuchar historias a través de la comedia; no es que no consuma dramas, pero prefiere la comedia. La queja principal es: “Ya tengo suficiente drama en mi casa”, lo que es en realidad una falta de comprensión de lo que es el teatro, que fue creado por los griegos para hacer catarsis, llorar con los personajes y sacar todo lo que hay dentro como sociedad. Tal vez también es culpa nuestra por escoger textos que no tocan al público. El público colonense es súper participativo; cuando viene la gente de Colón, hay fiesta en el teatro; gritan, participan, hablan con los actores, es otra energía la que hay en la sala. La gente asidua al teatro es exigente y aprecia lo que está viendo.

¿Qué les dirías a los dramaturgos emergentes?

Es difícil esta carrera para ganarse la vida. Pero no hay mejor manera de contar una historia que a través del teatro. En el caso de las mujeres, no podemos dejar nuestra voz en la pluma de un hombre; por ejemplo, hay muchos dramaturgos que escriben historias LGBT y cómo es posible que haya tan pocas mujeres. Hay mucha dramaturgia política e histórica, pero por qué no puede haber sobre nuestras historias. A las mujeres las llamo a que escriban, el talento no lo podemos enterrar.

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