Sharron McPherson: 'La educación no puede ser reformada, tiene que ser transformada desde su raíz'

Actualizado
  • 21/07/2020 00:00
Creado
  • 21/07/2020 00:00
En exclusiva para MIA Voces Activas, la experta en tecnología disruptiva y ciudades inteligentes conversó sobre el futuro de la educación, la sostenibilidad global y la importancia de renovar el pensamiento colectivo, así como sus metas para el Centro de Tecnología Disruptiva en Sudáfrica

Sarron McPherson es una exbanquera de inversiones de Wall Street y abogada convertida en inversionista de impacto social, emprendedora en serie, amante de la educación y el empoderamiento humano. Hace poco más de 10 años fundó el Centro de Tecnología Disruptiva (CTD) que tiene sede en Johannesburgo, Sudáfrica –donde reside actualmente–; es desde allí que expande sus conocimientos y los comparte con jóvenes y adultos científicos, inventores y emprendedores para garantizar un ciclo virtuoso de aprendizaje y motivación.

Sharron McPherson es madre, investigadora, profesora y emprendedora que reside en Sudáfrica y ha recaudado millones de dólares para emprendimientos tecnológicos y sostenibles alrededor del mundo.

Para McPherson, las transformaciones a las que se sujeta el mundo en medio del contexto de crisis sanitaria abarcan desde la tecnología hasta la vida diaria de las poblaciones. Madre orgullosa, educadora y apasionada por el desarrollo de talento humano, McPherson engloba características que la han guiado al éxito, sin embargo, considera que la “confianza en uno mismo” es lo que logra hacernos llegar a la cima.

Aún frente a dificultades técnicas que se presentaron por la distancia, la experta en inversión y emprendimiento conversó con este diario desde Washington D.C. a través de una videollamada llena de sabiduría y risas, porque así es ella: una mujer dispuesta a hacer lo que sea para inspirar a otros, crear herramientas nuevas que despeguen desde la imaginación y pasar un buen momento con quienes le rodean.

Hablemos un poco sobre su presentación en el evento global Campus Party, ¿cómo fue la experiencia en esta situación inesperada?

Me encanta Campus Party. Es una organización multidisciplinaria que combina muchas aristas de las que disfruto, desde las ponencias educativas, hasta los retos y la convivencia entre los asistentes. Lo impresionante es que su plataforma, de la cual agradezco ser parte, se dedica a unir a personas mayores como yo, con quizá más conocimiento en algunas áreas, y a los 'campuseros' jóvenes para lograr 'reiniciar' el mundo. No tengo toda mi fe en los líderes actuales, sino realmente en las nuevas generaciones y lo que lograrán.

¿Cómo ha sido enfrentar el confinamiento lejos de casa y del CTD?

Estoy en Washington D.C. desde que cerraron los aeropuertos, que ha sido un reto de manejo empresarial y de eventos; sin embargo, la mejor experiencia ha sido estar cerca de mi familia. Aún así, viendo el panorama de Estados Unidos, estamos en un momento interesante cuando hay resistencia por parte de un gran número de personas frente a las medidas de seguridad, tenemos un gobierno que no está funcionando como debiera y estamos lidiando con los mismos problemas de otros países solo que a mayor escala, lo que es un reto.

Esta crisis nos ha dejado ver detrás de la cortina, lo que realmente sucede dentro de EE.UU. como población, y descubrir que nuestro país tiene un muy buen sistema de mercadeo que ha creado una falsa noción de lo que se vive y representa. En términos de lidiar con esta pandemia, estamos pagando el precio por la arrogancia e ignorancia que abunda como una combinación letal (risas), y debemos aprender de nuestros países vecinos para el futuro.

En varios Ted Talks ha dejado en claro su pasión por la tecnología y la educación, ¿de qué manera ha fortalecido esta motivación siendo testigo de los cambios durante la pandemia?

Soy una persona de fe, no creo en las coincidencias y cada cosa que he vivido durante estos meses me ha redireccionado a esta motivación con el CTD y ahora con el Fondo para el Futuro de la Educación. El CTD creció y nació gracias a un trabajo que llevaba haciendo con Singularity University en Silicon Valley donde era profesora; fui a investigar sobre soluciones de agua, alimento y energía para mis proyectos de ciudades inteligentes, ya que yo enseño sobre ciudades inteligentes, tecnología y manejo de finanzas para proyectos.

De regreso a Sudáfrica fui reconocida con nuevos conocimientos para poner en práctica, empecé a enseñar en la Universidad de Capetown, en la escuela de posgrado de negocios, y junto a Juan Pablo Negrillo fundamos el CTD para preparar a la sociedad africana para el impacto de la tecnología disruptiva. Durante el brote de la covid-19 empezamos a ver hacia el futuro del aprendizaje, porque cientos de personas maravillosas no estaban aprendiendo, no tienen los recursos necesarios, ni siquiera conexión eléctrica o de internet en sus hogares, así que, ¿cómo pueden seguir aprendiendo en medio de esta crisis? De esta pregunta nació el Fondo para el Futuro de la Educación (Future Education Fund, en inglés) a la que estoy comprometida con recaudar 100 millones de dólares para su funcionamiento.

¿Cómo podemos reformar la educación después de la crisis? ¿Qué tendrán que reaprender los educadores para lograrlo?

El mapa que podremos usar será el mismo para cualquier industria y dependerá del ingenio humano. Debemos aprender a aprovechar la increíble máquina que tenemos en medio de nuestras orejas, que es la mejor del planeta. Pero, ¿cuál es la mejor solución? Tenemos que tener la mejor inventiva humana ubicada en el contexto de lo que se necesita, juntarlo con una estrategia correcta dentro de este contexto y ligarlo todo con la tecnología como un habilitador.

No podemos seguir utilizando un sistema educativo que fue creado y establecido hace siglos, para preparar a las personas para la vida en este mundo complejo e incierto. No creo que la educación pueda ser reformada, tiene que ser transformada. Así podremos invertir en capacitar y entrenar a los educadores para atraer el mejor ingenio humano en base a la mejor estrategia para ellos y convertirlos en habilitadores de tecnología. Si hubiéramos hecho esto antes de la crisis, habríamos podido realizar fácilmente la transición hacia mejores métodos educativos y de aprendizaje, porque tendríamos personas inteligentes, estrategias sólidas y una visión tecnológica arraigada.

Ahora, millones de estudiantes están pagando el precio por nuestra tardanza.

Ahora que tenemos un mejor entendimiento de las herramientas virtuales, ¿cuál sería el siguiente paso para implementarlo en la nueva era de la educación global?

Lo primero que tendremos que hacer es reimaginar la educación. El futuro de la educación no será en sí mismo, sino el aprendizaje, por que la educación se centra en las escuelas y los profesores, pero el aprendizaje se centra en el estudiante. Tendremos que hacer un cambio total y alejarnos de la perspectiva administrativa, de reglamentos de los profesores y entrar al foco de los estudiantes.

La educación tendrá que ser a puertas abiertas –que ya está sucediendo desde casa–, relevante socialmente y contextualizada. Si no, ¿para qué las personas están invirtiendo su dinero bien ganado en enviar a sus hijos al colegio si lo que aprenden no es relevante y no los preparará para ser mejores y traer cosas buenas a sus comunidades?

Lo otro que empezaremos a ver es a los estudiantes y aprendices tomando responsabilidades y veremos más autonomía en su proceso de aprendizaje. Si ponemos la tecnología en el centro del futuro, estaremos perdiendo de vista el verdadero cambio en el sistema educativo: su foco en el aprendizaje integral.

¿Cuál es la verdadera esencia de la tecnología disruptiva y su impacto?

La tecnología disruptiva hace hincapié en cualquier tecnología que crece exponencialmente y lleva consigo la disrupción de un entorno, capaz de reemplazar productos y crear nuevos movimientos orillados a la innovación. Citando a Peter Diamandis, fundador de Singularity University: “La tecnología se vuelve disruptiva cuando pasa por el proceso de ser digitalizada, luego su crecimiento se vuelve engañoso hasta que logra desmaterializarse –como las app en los teléfonos– y entonces se desmonetiza, lo que da paso a la democratización, haciendo que sea más accesible”. Este es el impacto de la tecnología disruptiva, que empieza como algo innovador y evoluciona hasta llegar a muchas manos y ser útil.

Y la disrupción no llega solo en forma de tecnología, con la pandemia lo vemos. Puede venir como resultado de la globalización, movimientos civiles, tecnologías avanzadas y otros factores. Debemos desmitificar que el único origen de la disrupción se debe a la tecnología cuando no es así, cualquiera puede crear algo disruptivo y la tecnología se vuelve una herramienta que converge con otras disciplinas: comunicaciones, energía, movilización.

¿Cómo ha sido el proceso de incluir la tecnología disruptiva y las ciudades inteligentes en Sudáfrica?

Lo interesante que sucede en Sudáfrica como en cualquier otro país del continente, es que somos adaptadores de la tecnología temprana, pero no la producimos, a pesar de que tenemos personas muy creativas. ¿Por qué no crean su propia tecnología, en vez de utilizar tecnología creada en China o EE.UU.? La respuesta reside en la falta de un ecosistema que permita a personas maravillosas tener una idea y convertirla en algo que sea comercialmente viable.

No hay apoyo para que se vuelvan personas como Steve Jobs. Mientras que en Silicon Valley les gusta hacerse ver como muy inteligentes, y muchos lo son, pero también disfrutan de un ecosistema que les permite fallar y levantarse, lo que no ocurre en Sudáfrica. Este país tiene el más bajo porcentaje de emprendedores y startups, dada la falta de apoyo. El ecosistema de emprendedores que va ligado a un legado cultural colonial que los aprisiona a pensar que por ser jóvenes saben menos o no son capaces de crear cosas geniales. Todos estos elementos culturales hacen que las personas se sientan pequeñas, y las obligan a llevar cortinas que los privan de verse libres y expandir sus conocimientos y explorar, fallar, expresar.

Pese a esto, muchos están aprendiendo a conocer su propia autonomía y reconocer que pueden lograr lo que se propongan, despojándose de la mentalidad colonial para dar paso a la creatividad. Es un momento muy emocionante para estar vivo. En medio del miedo existen las posibilidades.

Platiquemos sobre su proyecto de ciudades inteligentes, ¿cómo se está llevando a cabo?

Es un proyecto que ha sido difícil y ha tomado mucho trabajo duro, ahora es el doble del tamaño de Manhattan, está ubicado en una ciudad urbana en Sudáfrica y ha sido nido de muchas oportunidades. Toma mucho tiempo para que estos proyectos surjan y la pandemia ha impactado, pero también dio pie a un gran grupo de mujeres que decidió que quería estar involucrado en la producción de energía renovable, en soluciones para la potabilización de agua, en telecomunicaciones de nueva generación, y eso es crítico porque las mujeres generalmente no tienen mucha presencia en la tecnología y las ciencias de este tipo. Ellas se han convertido en uno de los grupos femeninos de inversión más grandes de Sudáfrica, llamado Winde.

Las mujeres traen una diversidad de ideas evitando el pensamiento grupal, que excluye perspectivas que necesitan ser involucradas. Cuando tenemos una perspectiva inclusiva, nos dirigimos hacia proyectos que mejoran la calidad de vida de nuestra comunidad. En la ciudad que diseñamos con la ayuda de voces jóvenes hay escuelas, hospitales y cada gota de agua puede ser reutilizada 150 veces antes de llegar al mar. Los techos se utilizan para cosechas, lo que contrasta con las demás ciudades; un techo de un edificio debería estar produciendo algo, ya sea energía, comida o cualquier otro producto. Con el aporte que hicimos con Winde en la ciudad inteligente logramos hacerla más atractiva, más sostenible y más rentable, porque estaba produciendo mejor.

Las ciudades inteligentes permiten tomar las mejores decisiones en pro de crear un ecosistema sostenible y ecológico que nos muestre nuestro verdadero impacto como seres humanos y lo que hemos hecho al planeta.

¿Cuál es su pasión y como la plasma en todo lo que hace?

Servir. Creo que mis dones, mi cerebro, mis recursos financieros son mejor utilizados en pro del servicio a otras personas, creo que el ser humano llega a su mejor nivel cuando sirve. Si todos dejamos de pensar tanto en nuestras propias necesidades y pensamos en los dones que tenemos y cómo podemos utilizarlos en servicio público, entonces no solo satisfacemos nuestras necesidades sino que podemos realmente 'reiniciar' el mundo.

Realmente creo que soy una persona ordinaria que hace cosas extraordinarias, porque creo que puedo hacerlo. Creo firmemente que todos tenemos el mismo grado de ingenio humano, y lo que tenemos que hacer es desbloquear nuestra imaginación, conectar nuestros ojos, cerebro, corazón y manos para lograr grandes cosas.

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