Réplicas y falsificaciones, la otra cara de la industria comercial

Actualizado
  • 31/12/2020 00:00
Creado
  • 31/12/2020 00:00
Cada año aumenta la venta de productos ilícitos en países europeos y latinoamericanos, lo que drena la estabilidad de los sistemas económicos alrededor del mundo y crea redes de corrupción internas

El negocio de las réplicas de marcas ha rondado el “mercado negro” desde hace décadas; sin embargo, en una sociedad cada vez más consumista el poco interés hacia poseer marcas famosas que se había visto en años pasados ha aumentado recientemente dada la atención al detalle que pasa desapercibido —a veces—, y a la alta demanda por productos de marca a precio asequible.

Asia se corona como el continente con mayor producción y distribución ilícita en nueve de diez categorías.

Entre los productos que se encuentran en las listas de “pirateados” en Latinoamérica y Europa están las carteras, prendas de vestir, zapatos, relojes y gafas.

Reconocidas compañías como Gucci, Tiffany & co., Michael Kors, Chanel, entre otras, han sufrido pérdidas millonarias en la lucha contra la falsificación de sus artículos en distintos países.

Hasta hoy naciones como España, Venezuela, Chile y Argentina se encuentran en “listas negras” de informes reportados por la Coalición Internacional Antifalsificaciones (IACC) como parte de los lugares con mayor consumo de falsificaciones en diversas áreas.

La búsqueda de mejores ofertas en el mercado y a menos costo permite la demanda de estos artículos que llegan a estos países —y a todo el mundo— de manera ilícita, la mayoría de las veces en rincones ocultos a simple vista, en otras sin máscara y con letreros grandes de “segunda mano” cuando no es así.

Según un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la Oficina de Propiedad Intelectual de la UE (EUIPO, por sus siglas en inglés) publicado en 2017, el país que más produce falsificaciones y artículos piratas es China, con un 67% de los artículos replicados en el mundo. Siguiéndole el paso se encuentran Hong Kong, con un 22.5%, Singapur y los Emiratos Árabes Unidos destacan como la ruta de paso para el transporte de las cargas hacia Europa y el resto del globo terráqueo.

Para 2013 se registró la entrada y salida de bienes falsificados, el negocio ilícito cobró más de 284 billones de dólares mundialmente, más de la mitad de ganancias provenientes de países asiáticos.

El estudio indica también que se encontraron altos índices de “copias” en: productos alimenticios, farmacéuticos, perfumería y cosméticos, artículos de cuero y bolsos, ropa y tejidos, calzado, joyería, equipamiento electrónico y eléctrico, aparatos ópticos, fotográficos, médicos y juguetes.

Bolsos y accesorios son clonados y vendidos a menor precio.

Las economías del Medio Oriente como Emiratos Árabes, Kuwait, Arabia Saudí o Yemen son transportadoras masivas de estos productos, atravesando fronteras de Hong Kong, Macao o Singapur y países del este de Europa como Ucrania y Albania, según la investigación.

Entre los países latinoamericanos que sirven de “ruta comercial” se encuentra Panamá como una de las más utilizadas para el envío de falsificaciones hacia Estados Unidos y países norteamericanos por vía acuática más que por terrestre.

El creciente aumento de la piratería de marcas reconocidas ha afectado las economías de Estados Unidos, con dos de cada diez productos, seguido por Italia, Francia, Suiza y Japón, según investigaciones realizadas por el medio español Expansión. De igual manera, la industria del calzado ha sido la más atacada, con una cuarta parte del total de las incautaciones realizadas globalmente en 2013.

Referente a las consecuencias que este proceso ilegal puede tener en las economías, el autor del reporte y estudio Falsificaciones 2016, Gian-Luis Ribechini, afirma que “el impacto económico de los productos falsificados supone no sólo una elevada pérdida de ventas para las empresas y para sus proveedores, sino que además provoca desempleo por la menor demanda en la cadena de valor de los productos legítimos que son falsificados y una pérdida de los ingresos fiscales que generan las ventas perdidas”.

El negocio de las réplicas ha explotado en la última década, siendo un “villano” en la historia de la buena compra-venta de consumidor a productor.

Mientras que en 2016 las incautaciones estimaron unos 509 mil millones de dólares (es decir, un 3.3% de la economía mundial según OCDE), las empresas originales- que tienen sus fábricas en China, la mayoría -actualmente pierden lo mismo o más en ventas anuales, aunque los productos falsos no provean la misma garantía de seguridad que ellos.

Entre los métodos para evadir las reglas de las aduanas, los sitios fraudulentos presentan mayor oferta en artículos de imitador si el envío se realiza a través de correo postal, lo que hizo que esta vía representara un 62% del total de interceptaciones policiacas de 2011-2013, donde se tienen registros según el informe de las agencias.

Para los autores del informe de la OCDE, estas estrategias reflejan “los cada vez más reducidos costes de los envíos postales y la creciente importancia del internet y del comercio electrónico en el comercio internacional”.

Los relojes son los más imitados en la industria.

Dentro de un estudio Nielsen acerca de un puesto en marcha por la plataforma española de reventa de artículos de segunda mano Vestiaire Collective, se descubrió que un 43% de los encuestados habían adquirido algún tipo de producto falsificado, cifra que integra a su vez que jóvenes de 25 a 34 años compran más productos piratas (un 55% del total) que los adultos de entre 45 a 55 años (45%). Una conclusión del estudio arrojó que “entre más se gasta en moda, así también se gasta en falsificaciones”, según lo recogido por la revista GQ.

Panamá no se encuentra fuera del foco de la OCDE ya que posee un cuadro mediano de investigación acerca de transporte masivo y distribución local de productos de imitación en algunas de las categorías que presenta el informe, como medicamentos, calzados, prendas de vestir y tecnología.

En abril del presente año se llevó a cabo la iniciativa “Maya III” de incautación de productos falsificados, orden establecida por la Organización Internacional de Policía Criminal de Interpol en pro de la protección a la Propiedad Intelectual. En el decomiso se contaron más de 1,495,983 unidades de mercancía en la red de países de Belice, Costa Rica, Cuba, Guatemala, Honduras, Jamaica, México, República Dominicana y Panamá, según datos del Ministerio Público.

La piratería y el comercio ilícito de artículos replicados es una mafia que aún no se logra desmantelar a nivel mundial. Los procesos que se llevan a cabo para la concienciación de la población suelen no dar los resultados esperados según organismos como la European Cultural and Creative Industries Alliance (ECCIA), presidida por el Círculo Fortuny, que agrupa más de 500 instituciones y empresas, además de cinco instituciones de alta gama en la Unión Europea (EU) que luchan contra el delito del robo de la Propiedad Intelectual.

Una de las curas para la piratería es la constitución de gobiernos flexibles y seguros, tal como lo expresó en el informe de Tendencias en el comercio de bienes falsificados y pirateados (2016), el director de la dirección de Gobernanza Pública de la OCDE, Marcos Bonturi, “el comercio de falsificaciones drena los ingresos de las empresas y las finanzas públicas, y supone un peligro real para los consumidores, porque esos productos descuidan las normas de seguridad”, mientras que el embajador de la UE ante la OCDE, Rupert Schlegelmilch añadió “los falsificadores prosperan en entornos con una gobernanza deficiente. Es fundamental, pues, avanzar en la protección de la propiedad intelectual y abordar la corrupción”.

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