Isleños integran la conservación de la biodiversidad con el turismo

Actualizado
  • 16/06/2014 02:00
Creado
  • 16/06/2014 02:00
La iniciativa es impulsada por ARAP y PNUD, busca crear alianzas entre los pobladores, el sector privado y las instituciones gubernamentales

Del mar siempre han recibido todo; pero al parecer esa generosidad está cambiando o al menos eso es lo que perciben los isleños del Archipiélago de Las Perlas, en el Pacífico panameño, cuando ven que la pesca no es tan abundante como en otrora y los otros empleos —también relacionados con el mar— como el turismo y hasta la construcción de residencias de lujo en las islas, igualmente están mermando.

La inequidad deambula con placidez en aquellas islas. Mientras que en unas playas los pescadores remiendan desvencijadas redes testigos de mejores tiempos, no muy lejos fastuosos yates fondean en las apacibles y cristalinas aguas del Archipiélago de Las Perlas, que debe su nombre por haber sido una de las principales fuentes mundiales de extracción de ostras y perlas en la época de la conquista española (siglos XV al XVII), pero que hoy por hoy, ve amenazado su futuro ante el manejo inadecuado de sus recursos naturales.

‘La langosta: ya no hay como antes, como cuentan los mayores, los viejos como se dice. El pulpo ya no hay como antes. Ya todo se está acabando. Ahora todo hay que comprarlo. Antes no se compraba plátano ni nada de eso. Tú ibas a la finca de tu abuelo, de tu tío, cortabas tu cabeza de plátano y te la traías. Ahora no, ahora hay que comprarlo en la tienda. Todo se acaba y uno tiene que fijarse en eso’, así lo confiesa Andrés Robles Ramírez, un capitán de lancha de la comunidad de San Miguel, situada al norte de la Isla del Rey, la segunda isla más grande del Pacífico Panameño.

Andrés se dedica al transporte acuático de personas entre las islas y comunidades del archipiélago, ya sean turistas, gente local o trabajadores foráneos. Como muchos de los isleños, es testigo de cómo los medios de subsistencia que siempre habían conocido disminuyen, principalmente, debido a la falta de políticas de turismo, pesca y desarrollo inmobiliario amigables a la biodiversidad.

Adicional a ello, y al igual que en otras comunidades insulares alrededor del mundo, estos poblados costeños poco han contribuido a provocar el cambio climático, pero están sin duda entre los más expuestos a los efectos negativos del calentamiento global.

Ante este panorama, la Autoridad de Recursos Acuáticos de Panamá (ARAP) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), con el apoyo del Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF) vienen implementando desde hace dos años un proyecto cuyo objetivo es integrar la conservación de la biodiversidad a las actividades de pesca, turismo y desarrollo inmobiliario que operan en los archipiélagos de Panamá, mediante la creación de alianzas entre los pobladores, el sector privado y las instituciones gubernamentales.

Este proyecto, denominado Transversalizando la conservación de la biodiversidad en la operación de los sectores de turismo y pesca en los archipiélagos de Panamá, ha logrado sensibilizar sobre pesca responsable y conservación de los ecosistemas a los pobladores de las principales comunidades del Archipiélago de Las Perlas (San Miguel, La Ensenada, La Guinea, Casaya, La Esmeralda, Contadora, Saboga y Pedro González), trabajando estrechamente con las agrupaciones de pescadores artesanales.

Gerardo Barsallo es el presidente de la cooperativa de pescadores, CooPerlas. Los socios de la organización -que en total suman unos 40 pescadores de seis comunidades de distintas islas - están muy entusiasmados con la construcción de un centro de acopio próximo a inaugurarse, como parte de una gestión conjunta entre el proyecto y el Programa de Pequeñas Donaciones PNUD/GEF.

‘Unos están cogiendo conciencia, otros no, porque siguen con las malas prácticas. Ahora mismo con el proyecto en sí, como dicen ellos, no estamos viendo nada. Nosotros estamos batallando y luchando para construir el centro de acopio. Cuando se construya el centro de acopio es que se van a ver los beneficios y ellos van a empezar a notar y a cambiar la mentalidad, cuando cualquier persona, sea socio o no de la cooperativa pueda vender sus productos a un mejor precio y en mejores condiciones’, asegura Barsallo.

Adicional a ello, a través del proyecto se logró conformar el primer Comité Zonal, una figura de consulta y participación ciudadana incluida en la creación de la categoría especial de manejo que tiene el archipiélago y cuya función es la identificación de las necesidades y problemas (ambientales, sociales, económicos) y su canalización coordinada con las autoridades correspondientes, cuya presencia en la zona es todavía muy limitada. También como parte del proyecto se realizaron estudios sobre el potencial turístico y la identificación de las fortalezas y desafíos de aquellas actividades productivas vinculadas al turismo, a fin de incentivar e involucrar más a los pobladores de Las Perlas. Paralelamente, el proyecto apoya la formación de los estudiantes del bachillerato en turismo, la única opción académica existente en Las Perlas, para culminar la secundaria completa.

Desde jornadas comunitarias de limpiezas de playas, pasando por capacitaciones sobre experiencias exitosas de turismo de base comunitaria en áreas insulares costeras de América Latina y adiestramiento al personal de los hoteles y restaurantes ya existentes en buenas prácticas de turismo sostenible, este proyecto de conservación de la biodiversidad en el archipiélago de Las Perlas, se prevé replicar en otros archipiélagos en Panamá, en el sector del Caribe.

‘La pérdida de biodiversidad podría tener impactos económicos significativos y negativos en Panamá en las industrias de pesca, turismo y desarrollo inmobiliario, actividades que están estrechamente vinculadas con la existencia de ambientes naturales, que sostienen valores recreacionales y escénicos que hacen a Panamá un destino atractivo para los turistas’, destaca Leyka Martínez, coordinadora del proyecto.

‘Con el proyecto, cada vez son más los actores claves que están comprendiendo que la conservación a largo plazo de estas actividades, depende de la utilización sostenible de los activos naturales de los cuales ellos dependen’, concluye.

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