La vida marina está afectada por la pesca

  • 08/05/2017 02:02
Las estadísticas del Centro de Trámites de las Exportaciones reflejan lo difícil que se ha vuelto pescar.

Desde las costas se ve como juegos pirotécnicos, pero dentro del mar es una mortandad.

La práctica de la pesca con explosivos es considerada por los expertos entre las más nocivas y en Nicaragua cada vez se hace más popular.

Aunque los pescadores que faenan con bombas artesanales se arriesgan a ser castigados por la ley y a perder los aparejos marinos con los que cuentan en la actualidad, la pesca fácil que ofrece está técnica termina por seducirlos, ya que pueden obtener hasta 4 toneladas de peces en una sola jornada.

Lo que no se puede cuantificar son los efectos de la pesca con explosivos, ya que cada detonación mata toda forma de vida a su alrededor, debido a que la onda expansiva no se disipa bajo el agua, sino que atraviesa los cuerpos y los revienta.

Eso explica por qué es fácil pescar con bomba, pues los peces muertos atraen a los cardúmenes, que a su vez quedan a merced de los pescadores.

Estudios de la organización no gubernamental Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Sostenible (Fundenic-SOS) indican que las bombas artesanales pueden destruir todo alrededor en un rango de tres kilómetros, y que los pescadores locales utilizan hasta 100 explosivos a la vez.

Según Fundenic-SOS, la pesca con bomba no solamente ha reducido las poblaciones de peces frente a las zonas norte y centro del litoral Pacífico de Nicaragua, sino que también ha pulverizado los arrecifes.

"Ha habido una pérdida paulatina del ecosistema marino, hay pérdida de arrecifes, de corales, que son los sistemas de reproducción de especies", dijo a Efe la directora de Fundenic-SOS, Rosario Sáenz.

El resultado es que lugares como Padre Ramos o Jiquilillo, en el Pacífico noroeste de Nicaragua, que a simple vista son paradisíacos, bajo el agua ofrecen escenas totalmente diferentes, de acuerdo con la investigadora. "Ya no hay piedras, quedaron desbaratadas, los peces no tienen dónde refugiarse, dónde alimentarse, dónde protegerse, y el pescado necesita eso, entonces se va a aguas más profundas", aseguró Sáenz.

Eso explica por qué ya no es tan fácil encontrar pescadores faenando a poca distancia de las costas al norte y centro del litoral Pacífico de Nicaragua, algo que era más común todavía hace 15 años.

Las estadísticas del Centro de Trámites de las Exportaciones reflejan lo difícil que se ha vuelto pescar.

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