El turismo responsable, clave para océanos más saludables

Actualizado
  • 20/09/2022 00:00
Creado
  • 20/09/2022 00:00
En Panamá, cada año de julio a octubre se promueve el avistamiento de cetáceos y conscientes de la importancia de practicar un turismo sostenible, instituciones hacen un llamado para que la actividad se desarrolle de manera correcta
Los cetáceos cumplen un papel fundamental en los océanos, de ahí la importancia de cuidarlos.

Poder escuchar el chasquido o silbido de un delfín, o captar el enigmático 'canto' de una ballena, así como observar la gran biodiversidad del ecosistema marino es un privilegio. De acuerdo con la Organización Mundial del Turismo (OMT), los océanos aparte de otorgar numerosos beneficios a los seres humanos y al planeta –cubre más del 70% de la superficie de la Tierra–, son reguladores naturales del clima, fuente de alimentos y medicinas, y permiten el logro de ventajas económicas a partir del desarrollo de variadas actividades en sus aguas.

Sin embargo, no todas las actividades son beneficiosas para los océanos, con amenazas actuales de acidificación de sus aguas, polución –el 90% ocasionado por los plásticos– y devastación de especies por prácticas no sustentables, como es la pesca ilegal o la sobrepesca.

En ese sentido, el turismo efectuado de manera no sostenible tampoco es una actividad beneficiosa para los océanos, en especial en bordes costeros, un área de uso intensivo de parte de los turistas en muchos lugares del planeta. Por lo que la OMT invita a las personas a realizar un turismo de manera planificada y sostenible hoy y en los próximos años.

En Panamá, por ejemplo, desde julio comenzó la temporada de avistamiento de cetáceos, y conscientes de la importancia de practicar un turismo sostenible y amigable con el entorno natural, tanto instituciones nacionales como organismos internacionales unen su voz y hacen un llamado a la ciudadanía a que realice un turismo sostenible de manera correcta, sin perjudicar la fauna marina.

Los mares de Panamá son ricos en ecosistemas de arrecifes, peces y cetáceos.

En ese sentido, José Julio Casas, director nacional de Costas y Mares del Ministerio de Ambiente (MiAmbiente), explica que el avistamiento de cetáceos es una de las actividades turísticas de mayor crecimiento en el mundo, y en países como Panamá es una opción sostenible para las comunidades costeras que lo ofrecen.

A su vez, Casas menciona que esta institución lleva a cabo el monitoreo de poblaciones de ballenas y delfines en el Pacífico panameño, que genera información técnica para fortalecer el proceso de toma de decisiones sobre estos mamíferos marinos; además desarrolla programas de capacitación a las comunidades que realizan la actividad a nivel nacional, para asegurar que las personas que brindan el servicio turístico de avistamiento cumplan con la normativa existente.

Casas, además, informó que se desarrollan diferentes actividades de investigación para conocer más sobre estas especies y así poder protegerlas. De igual forma se establecen las normativas y políticas que aseguren su protección y la de los hábitats en donde se encuentran.

“El archipiélago de las Perlas en el golfo de Panamá, isla Iguana en Los Santos, Coiba en Veraguas e islas Secas en Chiriquí, son espacios marinos en donde se pueden ubicar las ballenas jorobadas en los meses de julio a octubre, cuando llegan en mayor número provenientes del Pacífico sur. Las que vienen del Pacífico norte llegan entre diciembre y marzo, pero en número muy reducido y solo se pueden observar en el golfo de Chiriquí”, explica.

En estas zonas marinas también se pueden observar grandes grupos de delfines, principalmente el delfín nariz de botella y el delfín manchado pantropical (Stenella atenuatta), que es la especie más común y abundante de todo el Pacífico oriental tropical, por lo que hace que los encuentros con estos sean muy probables.

La observación de cetáceos cuenta con una serie de reglas que es necesario seguir, a fin de proteger la fauna marina y al ser humano. Algunas de ellas son:

No acercarse a menos de 100 metros de delfines ni a menos de 250 metros de ballenas; la velocidad máxima permitida en presencia de cetáceos es de 4 nudos o 7 km/h; el motor de la embarcación debe permanecer en neutro durante el avistamiento; el avistamiento no podrá superar los 30 minutos con un mismo grupo de cetáceos; cuando se observe una ballena con su cría, el tiempo máximo será de 15 minutos; no interrumpir el curso de cetáceos, dividirlos o dispersarlos cuando nadan en grupo; así como tampoco se puede nadar, bucear con snorkel o tanque, o cualquier actividad que implique interactuar con los cetáceos en su hábitat, entre muchas otras condiciones.

De hecho, un grupo de técnicos de la Dirección de Costas y Mares del Ministerio de Ambiente en Los Santos dicta el taller de buenas prácticas de avistamiento de ballena y delfines en los distritos de Pocrí y Pedasí en Los Santos.

La actividad tiene como referente el capacitar a personas interesadas en ofrecer servicios de turismo de avistamiento de ballenas y delfines de manera ordenada, responsable y sostenible en la zona sur de la península de Azuero, dando así la oportunidad al desarrollo de actividades económicas dentro del paraguas ambiental, de la misma forma que se promulga el trabajo conjunto de la conservación mientras se genera sustento a los hogares de los moradores de estos distritos.

Algo muy importante que no se puede dejar de mencionar es que la pandemia mundial ha ofrecido un interruptor automático para reflexionar sobre las formas tradicionales de turismo costero y marino que ya no son sostenibles o viables, e implementar cambios para remodelar el sector. Ha ofrecido una oportunidad única y oportuna para la acción audaz y el liderazgo político.

En 1972 hubo 189 millones de llegadas de turistas internacionales, que se multiplicaron casi por diez hasta el comienzo de la pandemia. En la actualidad, las llegadas de turistas internacionales se sitúan en los niveles de 1992, precisamente el momento en que se adoptaron las Convenciones de Río sobre el Cambio Climático y la Protección de la Biodiversidad, que guían la acción medioambiental, reseña la OMT en su sitio oficial.

A raíz de esto la contribución del turismo al desarrollo sostenible ha sido reconocida en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). A medida que el sector se recupera de la pandemia, las partes interesadas en el turismo se muestran cada vez más dispuestas a intensificar la acción medioambiental y la inclusión.

Según el secretario general de la Organización Mundial del Turismo, Zurab Pololikashvili, “el turismo es un proveedor líder de oportunidades para los jóvenes en toda Centroamérica y el Caribe, y la innovación y las nuevas tecnologías pueden ayudarnos a llegar a más jóvenes, permitiéndoles beneficiarse de esas oportunidades que les ofrece el turismo a medida que el sector se recupera en la región”.

Actualmente, el turismo representa el 40% de la economía azul (aquella que se centra en el papel de los mares como fuente económica y en la importancia de gestionar sus recursos de una forma eficiente, restaurando los ecosistemas dañados e introduciendo tecnología e innovación que permitan un aprovechamiento sostenible en el futuro).

Panamá toma acciones

Actualmente MiAmbiente trabaja junto ONU Medio Ambiente en el Plan de Acción Nacional sobre la Basura Marina a fin de contribuir en la reducción de los desechos que atentan contra la biodiversidad y los ecosistemas en costas, manglares y mares panameños. Este plan será uno de los primeros de la región, solo realizado por Chile y Colombia, el cual se está desarrollando con más de 40 organizaciones y entidades vinculadas al tema.

Además se estableció una Política Nacional de Océanos, la cual ya cuenta con lineamientos claros de acción, con el objetivo de crear conciencia sobre las consecuencias que la actividad humana tiene sobre los mares. Con esto se busca garantizar el uso sostenible de los recursos marinos y costeros mediante apoyo a las necesidades humanas de manera sostenible y con la conservación de la biodiversidad y recursos marinos del país.

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