Cuando la mentira se convierte en problema

HIJOS. En muchas ocasiones los niños mienten para salir del paso, pero cuando la mentira se convertirse en un hábito formado a través de...

HIJOS. En muchas ocasiones los niños mienten para salir del paso, pero cuando la mentira se convertirse en un hábito formado a través de la práctica constante, entonces hay que dar una voz de alerta.

Cuando se presenta un patrón repetitivo de mentiras, la doctora Sarah Sasso recomienda que primero se debe establecer un buen canal de comunicación entre el niño que miente y sus padres. Una de las maneras más eficaces es dar al niño la oportunidad de retractarse de la mentira, sin miedo a las consecuencias.

No obstante, si la buena comunicación entre ambas partes no produce un efecto positivo capaz de disminuir la problemática en el niño, entonces se recomienda a los padres que comuniquen su inquietud con los maestros, para saber si dicho patrón también se presenta en el contexto social y escolar.

Asimismo, Sasso aconseja buscar ayuda profesional con un psicólogo clínico, quien podrá hacer una evaluación al niño y determinar líneas a seguir para resolver el problema que esté llevando a que la mentira se convierta en un modo de expresión del niño de que su mundo interno podría estar debilitado.

Por su parte, la doctora Caroline Jane Cooke señala que cuando ‘la mentira es sólo un mal hábito se necesita romperlo. Sin embargo, puede ser una señal de que el niño no sabe diferenciar entre lo bueno y lo malo. Especialmente cuando el niño no presenta remordimiento y lo acompañan conductas como robar, pelear, escaparse de la escuela o engañar pueden indicar problemas más serios tales como desórdenes de conducta o cualquier incapacidad de aprendizaje’.

Cooke asegura que los niños que con condiciones biológicas como el trastorno déficit de atención tienen problemas para controlar la mentira. Si los niños más grandes o adolescentes adornan y exageran lo que ocurre cotidianamente, es una señal de atención.

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