Negociación en la cama: un arma contra la discronaxia sexual

Actualizado
  • 23/07/2020 00:00
Creado
  • 23/07/2020 00:00
Cuando la frecuencia en la intimidad no coincide, surgen las tensiones. La comunicación es clave para avanzar hacia un mejor escenario lejos de la presión y la carga emocional que conllevan a los desencuentros en la pareja

¿Qué sucede cuando la discronaxia sexual se cuela bajo las sábanas de la intimidad? Entre los vaivenes naturales de la dinámica en pareja, siempre hay matices; uno de ellos es la existencia de un ritmo distinto para el encuentro sexual, dando como resultado que la frecuencia en la cama no coincida. Esta es la disritmia o discronaxia, algo tan común pero de lo que poco se habla y que puede derivar en malestares, frustración, preocupaciones y hasta en un sabor agridulce cuando se quebranta la comunicación y hay un aparente “desconocimiento” de las necesidades del otro.

La discronaxia sexual es un tema habitual que detona en tensiones. Negociar es clave.

“Las parejas que presentan discronaxia aprenden, a través de información sexual y del desarrollo de habilidades sociales, a negociar y a llegar a acuerdos sin pelear, sin discutir”, asegura vía telefónica Pedro Rondón, psicólogo y magíster en sexología.

“No se trata de que uno gane y el otro pierda, sino de negociar para obtener el ganar-ganar de los dos, de modo que repercuta en una vida sexual placentera y plenamente disfrutada por ambos”, manifiesta.

Para el especialista, la negociación es una herramienta ideal para lidiar con este tema. “Los encuentros sexuales son perfectamente negociables y los acuerdos, además de ser fundamentales para el consenso, son básicos para el disfrute de la sexualidad”.

De hecho, según argumenta, el acuerdo más común es el relacionado a la frecuencia sexual, a pesar de que no hay una regla estándar, “se dan casos en los que uno de los miembros de la pareja tiene una frecuencia diaria y el otro, una vez por semana; allí entra la negociación, hay que llegar a un término medio que funcione para los dos”.

De acuerdo con Rondón, en décadas pasadas las mujeres estaban relegadas a lo que el hombre decidía en el ámbito sexual, sin importar su disfrute, “hoy las mujeres se han empoderado de su sexualidad y son más conscientes de su propio placer, saben que un acto sexual es cosa de dos, que no tienen que hacer todo lo que sus parejas desean, aunque no estén de acuerdo con ello; esto hace que los encuentros sexuales sean sin presiones, con responsabilidad compartida, negociando variantes y acordando límites”.

Y aunque es lo justo, confiesa que lamentablemente el machismo propio de América Latina no siempre considera estos puntos de vista.

Alianzas y rutina

Además de abordar cada cuánto desea la pareja tener relaciones sexuales, también es posible establecer acuerdos en torno al momento de sostener el encuentro (si a uno le gusta de noche y al otro en la mañana); los límites sobre lo permitido y lo que no; el uso de juguetes; compartir fantasías que no comprometan la relación; la comunicación para expresar los gustos y las variantes sexuales.

Uno de los aspectos que detona en la falta de sintonía en cuanto al sexo, en la pareja, es la rutina. Ante esto, Rondón sostiene que la clave es conversar y “aceptar que no siempre podemos controlar todo en nuestra vida”.

“Por ejemplo, con la pandemia ha disminuido el deseo sexual en muchas parejas; la convivencia constante en la cuarentena nos ha hecho perder los espacios individuales y de intimidad, sobre todo cuando se tienen hijos o se vive con los padres o suegros”.

Es importante empatizar para promover el equilibrio.

El psicólogo sugiere que la adaptación al cambio es necesaria, así como buscar espacios de intimidad y conversar sobre los miedos y preocupaciones como un coadyuvante para aliviar las angustias.

En esta pandemia, “la sexualidad no será igual, pero no necesariamente peor. Ahora han aumentado la masturbación en pareja, el sexting, el uso de juguetes sexuales. Los cambios de estilo de vida son una realidad, pero no significa que se terminó la vida sexual, al contrario, se utilizan las variantes para enriquecer nuestras relaciones”.

Lo más importante es salir de la burbuja y propiciar puntos de encuentro negociando, “no juzgando, no criticando, no agrediendo, no trayendo el pasado al presente, simplemente conversando para llegar a acuerdos que van a beneficiar a los dos”.

¿Y la espontaneidad?

Para Rondón, la improvisación y naturalidad en el sexo son importantes, sin embargo, si la frecuencia y el deseo sexual han disminuido hay que conversar para entender los porqué y “dejar de lado la espontaneidad para agendar encuentros”.

“En la vida sexual no hay recetas infalibles, si tienen poca frecuencia deberán planificar espacios para estar juntos y compartir, no solo relaciones sexuales, sino también momentos de intimidad. Una vez recuperada la frecuencia deseada, el deseo se presentará espontáneamente”, agrega.

“En terapia sexual sugerimos a los pacientes que planifiquen sus encuentros. Muchos sabotean la terapia por miedo a enfrentar sus problemas diciendo que tenían mucho trabajo, que era muy tarde, que se quedaron hasta tarde viendo series en Netflix, etc. Sabiendo que esto es muy común, presionamos para que programen sus sesiones de sexo”, explica.

Aunque el especialista puntualiza que desde su experiencia, los conflictos más comunes son los problemas de erección, eyaculación rápida, bajo deseo sexual o dolor en la penetración. En todos estos casos y en la discronaxia se requiere que el paciente desaprenda conductas sexuales perjudiciales para la relación y adquiera aquellas que van a favorecer su desempeño, “y por tanto a mejorar su placer sexual”.

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