Daniele De Rossi a Boca: Un romance insólito

Actualizado
  • 14/08/2019 02:00
Creado
  • 14/08/2019 02:00
En tiempos en que el dinero domina cada pulgada del mundo del fútbol, Daniele de Rossi, campeón del mundo con Italia en 2006, decidió cerrar su carrera ganando mucho menos dinero del que podría. Sus razones son puramente pasionales, acaso exóticas. Razones del corazón

Al aproximarse los últimos días de un futbolista de alto nivel, llega el momento de las decisiones. ¿Me iré a una liga con mucho menores exigencias deportivas, pero con ricas ofertas lucrativas? Es decir, ¿optaré por el fútbol-hamaca en alguno de los emiratos, con buena plata y muy pocos entrenamientos? ¿Optaré por los millones chinos? ¿O acaso me quedaré en el club en que jugué toda la vida, aceptando cierta disminución salarial, pero manteniendo la comodidad de lo conocido y quedándome bien cerquita del abrazador apoyo de mis hinchas? Muchos astros sudamericanos deciden retornar a las raíces y cerrar sus carreras en el club más próximo a sus corazones; aquellas instituciones que los vieron corretear y crecer, dando sus primeras patadas. Messi es un ejemplo, en muchas ocasiones ha planteado su deseo de cerrar su camino en Newell's Old Boys de la ciudad de Rosario. Pero son muy pocos los que optan por la vía que ha tomado el gran mediocamista Daniele De Rossi al partir hacia una liga más incierta, mucho más violenta, peor remunerada y de un nivel algo más bajo que la italiana.

Nadie ignora la pasión que De Rossi expresó por Boca Juniors desde hace mucho tiempo. En distintas ocasiones había comentado que le encantaría retirarse con el azul y oro de Boca. Pero estas cosas se dicen mucho en el planeta fútbol, donde se juran lealtades eternas, para verlas disolverse cinco meses después. Una de las claves de esta pasión de De Rossi por Boca, está en el defensa argentino Burdisso, que durante unos años compartió vestuario con De Rossi en la Roma, teniendo que responder múltiples inquietudes del italiano sobre las sensaciones de salir a una Bombonera estremecida de público, o el peso de ponerse la camiseta de un club con semejante arraigo popular. Hoy, Nicolás Burdisso trabaja en la dirección deportiva de Boca y se ha convertido en un puente perfecto para que el italiano llegue a Buenos Aires.

Sin duda De Rossi busca intensidad y pasión. Quiere zambullirse en una experiencia imbuida de cierto romanticismo, que nos muestra un lado del fútbol, muy en desuso. No es el primer italiano o extranjero que llegó a las orillas de Boca en su larga historia. Fueron 148 jugadores foráneos los que vistieron su camiseta. 49 uruguayos, 25 brasileños, 22 paraguayos, 19 colombianos, 9 peruanos, 4 chilenos, 3 italianos, 3 españoles, 2 bolivianos, 2 gibraltareños, 2 húngaros, 1 belga, 1 camerunés, 1 croata, 1 ecuatoriano, 1 escocés, 1 georgiano, 1 japonés y 1 mexicano.

El debut en la Superliga llegará este domingo contra el muy modesto Aldosivi en la Bombonera, aunque los mayores estremecimientos se guardan para la llegada de la Copa Libertadores. Se dice que los jugadores de Boca, luego de la dolorosísima derrota ante River, su clásico rival, hicieron un juramento: retornar de inmediato a la Libertadores, esta vez para ganarla, y si es frente a River, muchísimo mejor. En la actualidad ambos rivales están en cuartos de final (Boca enfrenta a LDU de Quito y River a Cerro Porteño de Paraguay) y si ambos eluden a sus rivales, les tocaría enfrentarse en semifinales. Quizás no tendría el brillo mediático de una final (sobre todo la del año pasado, con sus delirantes idas y venidas), pero es el enfrentamiento que todo genuino xeneize está buscando.

Cuando De Rossi arribó a la capital argentina, hace poco menos de un mes, causó un revuelo mediático. Enjambres de reporteros lo seguían en sus visitas a los puntos emblemáticos de la ciudad, incluyendo un encuentro con el inefable Diego Armando Maradona. De Rossi aterrizó en medio de una espeluznante inestabilidad económica, que incluyó una reciente y terrible devaluación de la moneda y unas elecciones primarias que polarizan ferozmente a la sociedad argentina.

Es cierto que De Rossi no disfruta de sus mejores momentos. Los años se han colado en sus rodillas, su velocidad tropieza con invisibles obstáculos que lo frenan o lo demoran. Pero su sentido de ubicación, su capacidad de anticipación y su casi clarividente lectura del juego, sin dudad permitirán una enorme aportación de sabiduría futbolera, en busca de la muy anhelada Copa Libertadores.

Seguramente no es la noticia más espectacular, pero nos sirve para recordar que hay otros aspectos que también importan en el fútbol. Que los colores aún tienen sentido, no solo para los millones de hinchas que los gozan y los sufren; para algunos jugadores también.

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