Un arquitecto del fútbol que anhela construir en casa lo que logró fuera

Actualizado
  • 14/01/2020 12:08
Creado
  • 14/01/2020 12:08
El Preolímpico Femenino de Fútbol de la Concacaf para Tokio 2020 pone a prueba a la Selección de Panamá dirigida por el técnico que marcó un período sobresaliente en Venezuela. Tres rivales: Costa Rica, Estados Unidos y Haití lo esperan Houston, Texas
Kenneth Zseremeta valora el aporte de los técnicos anteriores Víctor Suárez y Raiza Gutiérrez, hoy su asistente.

Con Kenneth Zseremeta, el entrenador panameño de la Selección Femenina de Fútbol, caminamos por un mall, entramos a una tienda deportiva y nos sentamos a conversar en una cafetería con un espacio incorporado en el pasillo de afuera, nadie lo reconoció ni se acercó a saludarlo. En la vecina República de Venezuela seguramente no hubiese pasado desapercibido, su nombre y apellido están asociados al pujante y exitoso período del fútbol femenino venezolano del que fue una de las caras más visibles. Dice convincentemente: “Me siento extraño en mi propia tierra, pero eso va a cambiar”.

De padre alemán y madre colombiana, emigrados a Panamá en la década de los 60, Zseremeta es un entrenador que se siente identificado en sus gustos musicales con Los Rabanes, Charly García, Soda Stereo, pero particularmente con la onda rockera de The Police y Kiss, a la par que en la literatura señala lo marcaron El Coronel no tiene quien le escriba y Crónica de una muerte anunciada, de García Márquez. En pintura se decanta por Botero y sus gordas, sonríe diciendo “me gustan”. Está trabajando en el proyecto personal de crear una escuela de entrenadoras mujeres para dejar como legado. Su contrato con la Fepafut, que vence en 2023, tendrá este 28 de enero una exigente prueba de partida que emitirá reproches o aplausos iniciales.

Se graduó de arquitecto, ¿qué tiene el fútbol que no tenía la arquitectura para que uno le ganara al otro?

En ambos hay diseño de sistemas, todo entrenador, hoy lo está pidiendo la FIFA, tiene que tener como piedra angular estudios académicos para dirigir a personas. La arquitectura es una ciencia exacta, tiene muchos empleados que se mueven en diversos aspectos; te enseña a manejar personas y en la actividad, eres un gerente, un administrativo, lo que te ayuda a tomar decisiones. Los psicólogos te dicen: haz lo que más te gusta hacer y hazlo con pasión; me gustaba el fútbol desde pequeño, no lo pude jugar como profesional, pero lo hemos llevado en la sangre en la familia.

Decidí especializarme en el fútbol de alto rendimiento, me capacité en los proyectos que hizo Concacaf, FIFA, y luego me fui a estudiar a Alemania.

¿Por qué el fútbol femenino y no el masculino?

Lo he pensado; creo que por los retos, aquí no hay dinero pero hay muchas emociones, las mujeres te traen alegrías, tranquilidad, de ver una persona que hace las cosas no por dinero sino por pasión, con ganas, voluntad de hacerlo.

Kenneth Winslow Zseremeta Rosso, de padre alemán y madre colombiana, nació en la ciudad de Panamá el 30 de julio de 1966.
¿Los hombres no las tienen?

No, los hombres más que todo juegan para proyectarse, no vamos a negar que hoy proyectarse es llegar al mejor fútbol del mundo, tener marketing; las mujeres tratan de llegar a un Mundial o de estar en la palestra para ser reconocidas no por el dinero, sino que les gusta ganar, son competitivas.

El fútbol femenino panameño necesita un logro internacional, la clasificación a Tokio 2020 sería un hito, ¿qué tan cerca se está con el nivel y la reñida competencia en la región?

Lo veo en varias etapas. Tuvimos un periplo con el profesor Suárez (Víctor), otro con la profesora Raiza (Gutiérrez), hemos ido quemando etapas, hemos dado pasos de una manera paulatina y positiva, hemos llegado a un lugar donde no nos podemos ir para atrás, es importante este Preolímpico. Panamá tiene la necesidad inmediata de estar en el cuadrangular final para optar no solo por uno de los puestos de los olímpicos sino también que, estando dentro de esos cuatro, podemos llegar igualmente al Mundial Mayor que viene en 2023.

¿Es alcanzable con el nivel actual?

Sí, hay voluntad, reciprocidad, están muy receptivas; pero también los obstáculos que siempre trae el fútbol aquí: el fútbol panameño no paga, recuerda que es una manera de participación. Los clubes panameños todavía no han pasado del sistema amateur al profesional; ellas tienen sus obligaciones académicas, laborales, y para que ese jugador pueda trascender tiene que ser profesional. Lo segundo, como ellas mismas me lo dicen: “Somos de la Selección pero no tenemos dónde entrenar”. Necesitamos estadios, instalaciones, dedicación, como le digo, ser académicas, proyectarse en una universidad de los Estados Unidos o en otro país con mayor competitividad. Tenemos que procurar, por ejemplo, que lleguen a los primeros diez o doce equipos de la primera división española.

¿Cuál ha sido la característica diferencial que ha notado entre las futbolistas panameñas en relación con las venezolanas y las dominicanas a las que dirigió?

La única diferencia es el contexto cultural, social. En el fútbol, Panamá ya tiene una meta alcanzada que es el Mundial de hombres en Rusia, ha ido a muchos mundiales juveniles. En Venezuela, hombres y mujeres han logrado cosas importantes, exceptuando las selecciones mayores; las demás categorías, todas han ido a Mundiales y esa es la gran diferencia con Panamá. República Dominicana no ha clasificado pero tiene jugadoras, casi el 85% jugando en los Estados Unidos, es una ventaja. Y las de nosotros tienen una liga, pero tenemos que comprender que necesitan instalaciones y apoyo.

El partido inicial con Costa Rica el próximo 28, ¿es definitorio?

Es una final de Uncaf. Es la final y de ese partido depende todo lo demás. Es el primer paso para seguir con vida.

¿A la jugadora panameña le falta formación táctica o posee un panorama amplio?

Tiene tres elementos importantes, pero también debilidades. Las fortalezas: biotipo privilegiado, voluntad férrea y un criterio de que quieren llegar lejos porque ya lo hicieron (estuvieron a un penalti de ir a un Mundial). Los obstáculos: el tema cultural. Saber que hay que hacer un sacrificio de vida para entregarse de lleno (acostarte a cierta hora, alimentarte de determinada manera etc.); entrenar sin poner ninguna objeción, una niña de 16 a 26 años debe sacrificar lo que se llama la “edad dorada” (que todo el mundo quiere disfrutarla), entregársela a un deporte que te puede decir: llegaste o no llegaste. Después de eso, saber que el fútbol es como la vida: vas a perder, vas a ganar, pero al final te va a devolver las cosas que has hecho: un buen entrenamiento, una consideración de lo que haces y, según la decisión, terminas con un jugador como Messi o Maradona. Los dos son argentinos y estrellas, ¿quién tomó la mejor decisión? Pues Messi, quiero que comprendan que tienen las opciones en la mano y que no las desperdicien.

¿Hay receptividad en la familia panameña para aceptar que una hija se dedique al fútbol como profesión?

Creo que esa comprensión la vamos a ver en el momento en que logremos algo, porque hay fenómenos como Alex Morgan, Deyna Castellanos, la brasileña Marta, etc. Los papás se preguntan si prefieren meter a su hija en el ballet, pero el ballet en Panamá no ha sido trascendente como ha sido el fútbol y de pronto se dirán que si no lograron con un hijo hombre llegar a un Mundial, lo pueden lograr con una mujer. No lo ha comprendido, pero el fútbol femenino ha dado soluciones académicas, como en Estados Unidos, donde ahora se preparan para ir a jugar en los equipos de las universidades estadounidenses, es una garantía de tener una solución de vida mejor. Al primer Mundial Femenino Mayor que lleguemos, te lo aseguro, después va a haber más academias de fútbol de niñas que de niños, porque esa es una corriente.

Clasificó a Venezuela a tres mundiales femeninos Sub-17 (2010,2014 y 2016), ganó dos campeonatos sudamericanos en la misma categoría (2013 y 2016) y la medalla de oro en los Juegos Centroamericanos y del Caribe (2010), ¿a qué se debió su éxito?

La fe en Dios. Naces y mueres, pero naces para trabajar para la gente, creo que esa es una clave; darle diez años de mi vida a Venezuela, fue importante. Si me preguntan hoy cuál es la ruta para ir al Mundial, te puedo decir dos cosas: uno, la seriedad y, dos, la lealtad en lo que haces. Si el jugador quiere ir al Mundial, va a ir, pero tiene que creerse la película, esa es la idea principal, y hay que venderla con dos cosas: uno, trabajo serio, ser responsable y cuidarte; todavía damos algunas cosas como que el jugador puede llegar a cualquier hora, o se entrena un solo día, eso no. Dejar el miedo a invertir de la Fepafut: ¿será que invertimos los 500 mil dólares, qué tenemos que hacer? Venezuela lo hizo y logró ir a cuatro mundiales. ¿Por qué no lo podemos lograr acá?

Me puede contar algo de su método, ¿cómo 'cocina' un partido?

Lo aprendí desde Alemania: el análisis del rival y los videos es vital. Debes comprender al rival, como en una batalla: tienes que saber qué come el general, a qué hora se levanta, cuántas esposas tiene, qué piensa, qué armas tiene, planificar para vencerlo. Casualmente, he seguido a Costa Rica (el primer rival) paso a paso; a esa generación que voy a enfrentar le gané con Venezuela en el 2014.

¿Tiene un 'file' de equipo?

Sí, incluso de las entrenadoras.

En el medio tiempo, ¿busca hacer más énfasis en lo emocional o en lo estratégico?

No es la mitad del tiempo de un partido, el que sigue es un segundo juego. Partimos siempre de que vamos 0-0, ya sea que vayamos ganando o perdiendo. Lo vemos con todos los aspectos nuevos, cambio de cancha, fatiga física y mental, etc.

¿Le teme al arbitraje adverso?

Para mí es circunstancial totalmente, se lo he dicho a las muchachas: “No quiero que nadie discuta con el árbitro”, quiero que se compenetren, que no vean lo que se mueve alrededor porque se pueden desconcentrar, te pueden sacar de contexto.

Permítame esta pregunta 'tramposa', usted tiene una casa que atesora mucho, le propongo esta apuesta: si Panamá no clasifica a las semifinales la pierde, si lo logra no le doy nada, ¿apuesta a que clasifica?

Sí, aunque me quede sin nada (risas). Estoy convencido.

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