F.C. Barcelona, el doloroso final de un ciclo

Actualizado
  • 20/08/2020 00:00
Creado
  • 20/08/2020 00:00
Se está cerrando un ciclo glorioso para el Fútbol Club Barcelona. Lamentablemente, se clausura de la peor manera, con una gran inoperancia administrativa, una aguda crisis financiera y un descalabro deportivo de extraordinarias dimensiones
Hoy Messi, el astro argentino, seguramente vive escindido entre la lealtad a su hogar blaugrana y el espanto que le producen los vigentes administradores.

Se termina una de las temporadas más atípicas en la historia del fútbol. La pandemia nos ha obligado a redefinir distintas instancias del juego, y de paso nos ha impulsado a prescindir de factores esenciales, como el público presente en los estadios. Y junto a este fin de temporada, y acompañado por las expectativas de un retorno cada vez más cercano a lo que conocemos y amamos del fútbol, desciende el final de una época magnífica. Se está cerrando un ciclo glorioso para el Fútbol Club Barcelona. Lamentablemente, se clausura de la peor manera, con una gran inoperancia administrativa, una aguda crisis financiera y un descalabro deportivo de extraordinarias dimensiones.

Una pregunta queda flotando en el ambiente: ¿Y ahora qué, Barça?

Esta mañana, alguien me preguntó si podía definir en pocas palabras qué estaba mal en el Barcelona. ¿Quieres la versión resumida?, le respondí. Cabe en una sola palabra: todo

El lunes, luego de una kilométrica reunión a puertas cerradas de la junta directiva del club, fue destituido el entrenador Quique Setién y se trasladaron las elecciones a la presidencia a mediados del mes de marzo. ¿Cuatro horas para decidir esto? Parecen demasiadas. Eso sin contar otras cinco horas en redactar una declaración oficial que prácticamente no decía nada. Sí, este es un ejemplo clarísimo del funcionamiento de una junta directiva incapaz de resolución, transparencia y autocrítica. Finalizada la temporada sin título alguno y con una goleada cósmica en contra, a manos del Bayern Munich, la situación se reduce a un comunicado compuesto por un puñado de líneas carentes de profundidad y sentido crítico. Ya sabemos que el presidente Bartomeu no gusta de dar la cara en medio de situaciones espinosas. En eso es un genuino experto. Por ello, rechazó la posibilidad de ofrecer una rueda de prensa después de la reunión ejecutiva de emergencia.

Todos sabíamos que Setién, claramente incapaz de manejar al equipo en sus actuales circunstancias, se iba a ir. Pero eso no es ni siquiera la esquina superior de la punta del iceberg. La nefasta planificación de la actual directiva, sus fallos en política económica, sus irregulares decisiones deportivas, han precipitado un final de la manera más terrible.

Si buscásemos un punto de inflexión, este podría ser la venta de Neymar al PSG. Es cierto que Neymar quiso largarse y que resultó imposible impedirlo. Pero la búsqueda de un reemplazo se multiplicó por tres, (Dembelé, Coutinho y Griezman), que costaron una monstruosidad y jamás rindieron ni un tercio de lo esperado. La plantilla del Barcelona es corta, veterana y carísima (de hecho la más cara del mundo futbolístico en el pago de salarios). En parte, gracias a los sueldos extravagantes, y por supuesto en una situación desfalleciente acrecentada por la pandemia, se fueron creando agujeros económicos, y la única idea para paliarlos fue vender a jugadores de la cantera, al precio que fuera. De esta manera se fue debilitando la profundidad del equipo, además de eliminar la saludable competencia interna entre consagrados y aspirantes, que al final es una clave esencial para ostentar un equipo competitivo y rico en talentos y opciones.

Hubo una gran presión para que Bartomeu y su junta entregaran la carta de dimisión. Evidentemente, sin éxito. Todavía estamos esperando que el presidente en ejercicio pronuncie las dos palabras mágicas en cualquiera de los desaguisados del club: “me equivoqué.”

En cambio, Bartomeu sigue vendiendo humo, mientras se escabulle del modo más escandaloso. El mayor ejemplo está en las aspiraciones de adquirir a Lautaro y Neymar. Obviamente el Barça no tiene el dinero para conseguir a ninguno de los dos delanteros. Pero por un tiempo nos hizo creer lo contrario. Finalmente desistió y dijo que era imposible. Y ahora que la crisis financiera alcanza niveles de horror, vuelve a decirnos que la meta es la reconquista de Neymar. Pura y descarada demagogia.

Otro asunto que es muy poco más que humo es lo que él llama la reestructuración del club. Quiere comprar nuevos jugadores, pero antes debe vender a los que no rinden o han sumado años hasta los límites del agotamiento. ¿Y quién va a comprar a jugadores que rozan la momificación? ¿Quién se va a hacer cargo de los salarios monstruosos que cobran en el Barcelona?

Pero más allá de los aspectos deportivos, la mayor preocupación de la directiva es el cierre del actual ejercicio económico. No cabe duda de que el presupuesto para la siguiente temporada vendrá mermado por la pandemia.

Las cuentas en la actualidad significan pérdidas que los expertos calculan en unos 250 millones de euros en relación al presupuesto aprobado el pasado mes de octubre.

Ante este panorama, desde la oposición consideran que esta junta ya no está capacitada para tomar decisiones y exigen, ilusamente, elecciones ya. Bartomeu enfrenta un momento crítico y decisivo de la manera que mejor sabe: evadiéndose.

Viene Koeman

Ya sabemos que Setién fue despedido y que su relevo (apenas a la espera de una firma) será el granítico y elegante exjugador del Barcelona y de la selección de Holanda. Ronald Koeman tiene las características necesarias para el cargo. La primera es mano firme para la purga brutal que necesita el vestuario del Barça. Carácter le sobra. Y además, comulga con el juego fluido que caracteriza el ADN del Barcelona. Lo vivió bajo el comando del legendario Johan Cruyff y también en su paso por la selección holandesa. Además, Koeman es sensible al talento joven. No es el tipo de entrenador que engaveta a jóvenes promesas para concentrarse en una veteranía que patrocine una seguridad muchas veces equívoca.

Hace muy poco, Koeman dijo que este era el momento ideal para emprender la nueva aventura. Solo falta ejercitar la cláusula de rescisión que tiene con la Federación de Holanda. Es prácticamente un hecho que Koeman estará a cargo de los destinos deportivos del Barça en muy poco tiempo.

¿Y qué dice Messi?

Bueno, por ahora nada. Permanece mudo. Sin duda a la expectativa y observando cómo se desarrollan estas extrañas circunstancias. Es evidente que no comulga con la actual junta directiva. Pero está atado de pies y manos hasta las elecciones de marzo. Por supuesto no faltan quienes cuestionan que no se marche a otro equipo, menos caótico y disfuncional que el Barça.

El entrenador Ronald Koeman

La razón de su persistencia es sencilla: el Barça más que su equipo, es su familia, su piedra angular, su fundación. Hoy, el astro argentino seguramente vive escindido entre la lealtad a su hogar blaugrana y el espanto que le producen los vigentes administradores.

Pero ese no es el único conflicto. Si Messi decidiera marcharse, ¿adónde se iría? Su cláusula de rescisión es sideral, aunque siempre podría ser negociable. Tiene 33 años. Si se queda en el Barcelona, se expone a jugar dos años más en un club que podríamos rebautizar como “El kínder de Messi”, es decir un equipo conformado por un veterano ilustrísimo, acompañado de inmaduros infantes futboleros.

¿Alguna opción externa? La más potable sería el Manchester City, equipo con gran potencial ganador, con un estilo que cuadraría a la perfección con Messi y dirigido por Pep Guardiola, quien ya lo condujo en la edad de oro del Barcelona. Todo lo demás son sueños de opio, humo mercadotécnico o fantasías periodísticas para llenar páginas.

Mientras tanto, la nueva temporada se acerca de manera vertiginosa. No habrá casi descanso. Las respuestas tienen que estar listas en este mismo momento, o caer en el abismo del mayor de los silencios.

Se avecina una temporada muy complicada para el Barcelona. Nadie lo duda. Falta saber si pueden extraer suficientes elementos de resistencia, de valor, de vigor, del poderío que emana de su estirpe.

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