LPF, faltan 29 días de suspenso

Actualizado
  • 25/09/2020 00:00
Creado
  • 25/09/2020 00:00
La realización del Clausura 2020 ha sido una postura acorde, a pesar de la difícil situación nacional; su paralización no ofrecía mejores posibilidades a los jugadores. El espíritu de la Anaprof sirve de recordatorio
De izq. a der., Jorge Zelazni, tesorero; Giancarlo Gronchi, fundador de Anaprof; Ángel Jaén, director del Inde, y Ángel Valero, presidente de la Fepafut, con el trofeo a entregar al Plaza Amador, primer campeón nacional.

Los 29 días que restan para la fecha de inicio del torneo Clausura (viernes 23 de octubre), están sujetos a la volatilidad de criterios de la entidad regente del fútbol nacional, si tenemos en cuenta que se pasó de un reposado primer comunicado oficial que rezaba: “El Comité Ejecutivo de la Fepafut, apoyado por la Comisión de Fútbol Profesional y asesorado por la Comisión Médica de este ente, de manera responsable y anteponiendo ante todo la salud de los protagonistas, ha decidido cancelar el torneo Clausura 2020 de la LPF”; a un segundo comunicado, en 24 horas, que sustentaba en su segundo párrafo: “Luego de que todas las partes involucradas expresaran sus análisis al respecto de la reactivación del campeonato, Manuel Arias, el Comité Ejecutivo y los clubes en su mayoría, tomaron la decisión de reactivar la realización del torneo Clausura 2020 LPF TIGO”.

El cambio de dirección no fue producto de una recapacitación espontánea, sino de la pulseada planteada por la Asociación de Futbolistas de Panamá (Afutpa), una vez divulgado el primer comunicado, con el retiro de los jugadores concentrados con la Selección en la 'Burbuja de Penonomé'. De hecho, la Afutpa hizo concluir esta, torciéndole al final el brazo a la Fepafut. Sin jugadores no hay concentración posible, mucho menos fútbol y selección en perspectiva.

Primer 'round'

Del episodio salió fortalecida la Asociación de Futbolistas demostrando capacidad de convocatoria y fuerza, apoyada en el argumento válido de que no se debe pasar el año sin realizar completo uno de los dos torneos regulares establecidos. El Apertura 2020 se dio por finalizado el 17 de marzo, con solo nueve fechas jugadas y, por ende, sin definir un campeón y subcampeón. Los jugadores quedaron inactivos dependiendo de la ayuda solidaria y otros, 'los más afortunados', sujetos al vaivén que los resultados deportivos puedan dar a sus clubes en la participación de la Concachampions, a partir del 20 de octubre, como de los esporádicos encuentros amistosos de la Selección que alcancen a materializarse de aquí a fin de año.

A la posición de los futbolistas agremiados ante la cancelación del torneo –que supondría que de los cuatro países representantes de la Concacaf en el último mundial (Rusia 2018), como de las federaciones miembros de la Unión Centroamerica de Fútbol (Uncaf), Panamá fuese el único que no realizase un campeonato– se sumó un mayor respaldo de la opinión pública.

La Fepafut salió golpeada con el volantazo dado, dejando la impresión de que estaba más inclinada hacia su función administrativa que en darle vida y respaldo a la actividad futbolística nacional, lo cual debería imponerse como su labor prioritaria, enfocada en la rentabilidad a futuro de la Selección Nacional.

Aunque también quedó en el ambiente, con la división de opiniones expresadas en los diversos medios de comunicación social, que a Afutpa (manteniendo su firme posición) le faltó quizá jugarse la carta de paralizar primero la actividad de la 'burbuja', sin retirarse de Penonomé. Con el ultimátum en mano, esperar la reacción de la Fepafut hasta el día siguiente, apostando a un cambio de postura, lo cual dejaba abierta la rendija para el retorno de los jugadores al ciclo de entrenamiento y conocimiento del entrenador Christiansen y el cuerpo técnico.

¿Un segundo 'round'?

¿Es imprescindible una segunda pulseada para determinar un vencedor de este momento crítico? La lógica indicaría que no, que se impone coordinación mutua Fepafut- Afutpa para la realización cabal del Clausura 2020, dejando a los dos con los objetivos cumplidos.

Las estadísticas y la experiencia que están arrojando las ligas en las diferentes geografías del planeta, contemplan jugadores, cuerpos técnicos, directivos de club, etc., infectados. Sobre ello el reglamento deberá estipular, y solventar con especificaciones claras, los procedimientos a seguir en la parte médica, administrativa, pérdida de puntos por incumplimiento de los controles establecidos, etc. De no ser así, podrá surgir la justificación para hacer saltar por los aires (si se quiere) la puesta en escena o la continuidad del certamen.

El inicio de las pruebas a los clubes para cumplir con el protocolo de vigilancia para covid-19, es una señal en verde en el camino.

Quedó demostrado que, a los argumentos adicionales de falta de recursos, condiciones precarias de los clubes, costos elevados de las pruebas médicas y demás adicionales, se les podía encontrar una alternativa. Con la asistencia de siete clubes, se dio el miércoles el inicio de las pruebas para cumplir con el protocolo de vigilancia epidemiológica para covid-19, una señal en verde de que se ha emprendido el camino.

Que el ayer sea un estímulo

El 13 de enero de 1988 fue fundada la Asociación Nacional Pro Fútbol (Anaprof), organización pionera de la actual Liga Panameña de Fútbol. Una iniciativa privada de visionarios y apasionados por el fútbol, con el respaldo de Ángel Valero, entonces presidente de la Fepafut. Una Federación en precarias condiciones económicas, sin patrocinadores. El 26 de febrero de 1988 empezó su primer torneo con la disputa de la llamada Copa Bayer. Plaza Amador y el Tauro abrirían el calendario con un empate 1-1. El país vivía momentos políticos convulsionados que se traducían en una impactante estrechez económica nacional; la empresa Bayer, patrocinadora del torneo, se retira sin haber desembolsado lo acordado.

La organización y los clubes miembros no desistirán, la Copa a la que mantendrían el nombre del patrocinador, coronaría campeón, siete meses más tarde, al Plaza Amador. El espíritu de la dirigencia de la Anaprof, de aquel entonces, debería servir de estímulo.

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