Así lo confirmó el viceminsitro de Finanzas, Fausto Fernández, a La Estrella de Panamá
- 03/02/2021 00:00

Cuando parecía que el fútbol vivía una tranquila siesta encerrado en las burbujas de los clubes contra la pandemia y con las competiciones andando a marchas forzadas, pero andando, el diario El Mundo de España detonaba el domingo pasado una 'bomba informativa' al develar la cifra que el Barcelona FC pagará a Lionel Messi: 555,237,619 millones de euros por los últimos cuatro años y las cláusulas que atan 'materialmente' a los dos, más allá del amor por la camiseta que muestran hacia la tribuna.
Las repercusiones posicionaron la noticia en la primera página de varios diarios internacionales y ocuparon el techo de las secciones deportivas de los medios de comunicación. El impacto por supuesto fue más fuerte en la comunidad de Catalunya con la agitación que genera el Barcelona FC en su vida diaria, con unas elecciones para una nueva junta directiva en etapa todavía de confrontación (se decidirán en marzo próximo) y unas deudas en el club que serán un hierro candente para quien asuma las riendas administrativas del club.
Aunque se quiera minimizar, la figura de Messi quedó comprometida, porque entre otras cosas devela una realidad: el club siempre le ha 'extra' reconocido su aporte deportivo con un contrato jugoso que dio pie para que el diario español lo calificara como “faraónico”. Dejaba igualmente en evidencia que su pataleta con el famoso Burofax para irse del Barcelona no tenía sentido. El circulo de Messi (papá, abogados, etc.) reaccionó amenazando con denunciar al periódico por hacer público un documento “blindado” jurídicamente por “la confidencialidad entre las partes” y sospechando de algún directivo, de la anterior administración, de haber filtrado el documento como un acto de venganza.
Y he aquí uno de los puntos a abordar, ¿es el rotativo español culpable por haber divulgado el documento?, ¿debería habérselo reservado y solicitar autorización?, ¿prima el argumento jurídico sobre el derecho a divulgar un documento que se considera de interés general? ¿Es una filtración tan grave?
En el periodismo investigativo se conocen pocas historias que se hayan podido desarrollar sin una filtración que permita acceso a documentos o información privilegiada. Solo a pulso es muy complicado romper la barrera de lo que llaman “confidencialidad”, la cual teje una madeja de recovecos que terminan, casi siempre, por desviar el arribo al final del camino. En los años 70 dos filtraciones de documentos sacudieron a Estados Unidos.

Una de ellas fue los llamados “Papeles del Pentágono” en 1971 que pusieron en conocimiento de los estadounidenses información que ocultaba el gobierno sobre el escaso progreso y estancamiento militar en la guerra de Vietnam y cuyos principales difusores fueron los diarios The Washington Post y The New York Times, impulsados por los documentos que les hizo llegar Daniel Ellsberg, exanalista de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos.
Seguiría el denominado “escándalo Watergate”, nombrado así en referencia a la intervención hecha a la sede del Comité Nacional Demócrata en el Complejo Watergate en Washington D.C. para obtener información encaminada a favorecer las aspiraciones de reelección del presidente republicano Richard Nixon. Los reporteros Bob Woodward y Carl Bernstein del The Washington Post pasarían a la historia por develar toda la trama para sustraer y obtener información sustancial del Partido Demócrata. La fuente principal de información se llamó: “Garganta profunda”; años antes de su muerte Mark Felt, director adjunto del FBI en la época, afirmó que fue él. Watergate haría renunciar al presidente Richard Nixon.
Entre las filtraciones de las últimas décadas sobresalen los llamado Wikileaks (2010), nombrados así por los cientos de correo y documentos divulgados por la organización WikiLeaks fundada por Julian Assange, los cuales versaban sobre las actuaciones de las tropas estadounidenses en las guerras de Afganistán e Irak, que tuvieron luego como figura visible (filtrador) al soldado Edward Manning, analista de inteligencia del ejército, hoy Chelsea Elizabeth Manning. También, en el ámbito local, podemos citar las filtraciones de los llamados “Panamá Papers”.

En el deporte uno de los primeros antecedentes de investigación periodística deportiva se dio a través del libro Los señores de los anillos (1992), en el cual el periodista inglés Andrew Jennings Simson expuso el entramado interno de corrupción de los Juegos Olímpicos, revelando el manejo del poder, el dinero y el dopaje en el máximo evento y su organización: el COI (Comité Olímpico Internacional).
En el fútbol, el periodista alemán Thomas Kistner fue sacándole al sol los trapos sucios a la FIFA, con sus publicaciones que revelaban como Blatter, Grondona, Havelange etc. aupaban la corrupción en el fútbol y su libro FIFA Mafia (2014) fue una acusación directa. Aunque la pirámide de corrupción cayó con el llamado FifaGate, en el cual el FBI dejó al descubierto la olla podrida de este deporte.
Utilizaron como 'topo' a Chuck Blazer, quien fuera miembro del comité ejecutivo de la FIFA, secretario general de la Concacaf y vicepresidente ejecutivo de la Federación Estadounidense de Fútbol. El FBI le descubrió sus fechorías y él, a cambio de salir “ileso”, soltó la película completa que terminó por detener, juzgar y condenar a las principales cabezas del fútbol mundial.
Desde 2016, quien ha golpeado fuerte los círculos del fútbol en su manejo ha sido la web Football Leaks. En diciembre de ese año varios diarios europeos, entre ellos el alemán Der Spiegel y precisamente el periódico español El Mundo, revelaron información obtenida por Football Leaks sobre la evasión fiscal que realizaban las grandes estrellas del fútbol, amparadas en los contratos propiciados por sus representantes y agentes. Hoy la web es una piedra en el zapato de los dirigentes del fútbol y está detenido quien se le considera la cabeza visible de la web, el portugués Rui Pinto, siendo procesado por hackeo de documentos reservados en Portugal. Pinto ha expresado que teme por su vida.
Mientras el diario El Mundo se frota las manos con las entregas consecutivas que ha hecho del contrato atrayendo a los lectores, hoy quienes han ocupado un puesto directivo son sospechosos, aunque no haya el mínimo indicio para incriminarlos.
Con el tiempo posiblemente se pueda saber cómo llegó la información, aunque hay que recordar que es piedra angular del ejercicio del periodismo: la protección de la fuente.
Enfocar los reflectores hacia El Mundo como una maniobra del diario para contribuir a la desestabilización del club en un momento de plena crisis, no parece tampoco una táctica acertada, por más emprendimiento jurídico que se haga para llevarlo a tribunales al difundir un documento “reservado”. Si el documento fue obtenido a través de una fuente externa, sin mediar un acuerdo entre dos partes para su extracción ilícita, avalado en el interés público por el carácter trascendente del personaje(s), y no ha sido alterado en su contenido para la difusión etc., cualquier otro medio de comunicación también lo hubiese difundido. Por ahora, todo indicaría que el diario no ha traspasado la línea roja como para que termine condenado en un juicio.

Una vez publicada la noticia de la cifra que recibe Messi por jugar en el Barcelona, se disparó en el mundo del fútbol la 'messimanía' defensiva del jugador argentino: que vale eso y mucho más, que ha dado más ganancias de lo que se le ha pagado, que se tenga en cuenta los títulos conquistados por el Barcelona durante los años que lleva allí, que es el mejor jugador del mundo y eso no tiene precio, una suma larga de argumentos. Messi vale, hasta que termine en junio su contrato, lo que está estipulado en el documento porque así fue establecido allí, mediante una valoración en cifras que hicieron sus representantes (nadie más) y el club aceptó. Lo cierto es que no es una 'bicoca de sueldo'.
El Barcelona es un club con una amplia historia. Tenía 62 títulos obtenidos cuando irrumpió Messi, un jugador excepcional, sin duda, forjado y moldeado en esa fábrica de futbolistas de primer mundo llamada “La Masia”. Desde que Messi juega en la primera división, hace 15 temporadas, ganaron 32 títulos, pero el fútbol no es un deporte individual como el tenis, el boxeo, el golf etc., para afirmar categóricamente que los ganó Messi, aunque su aporte haya sido fundamental. El Barcelona construyó igualmente en torno a él equipos con grandes figuras para lograr esos resultados.
Entonces surge también un mar de preguntas que se deberían hacer los seguidores del fútbol, sin la camiseta de Messi puesta y con los pies al otro lado: ¿debe el club catalán mantener a toda costa a Messi cuando venza el contrato porque sin él ya no será un gran club?; ¿si Messi sigue siendo un gran jugador pero no es tan determinante, hay que preservar el modelo o dejar que siga en otro club?; ¿no debe entender Messi que también el club en el que está es un equipo grande y, por la tanto, debe modificar las condiciones económicas porque el club ha hecho mucho por él?
Muchas afirmaciones y preguntas han surgido y surgirán, todo porque el nuevo partido que se le planteó a Messi en este inicio de año, no fue en la cancha si no en las páginas de El Mundo con la difusión de su contrato. Es un nuevo partido y veremos si lo gana igual como lo hizo en la cancha en otras ocasiones.