Veintiún historias mundialistas dignas de volver a contar (1)

Actualizado
  • 14/09/2022 00:00
Creado
  • 14/09/2022 00:00
Después de cuatro años de espera, el Mundial Catar 2022 entra en la recta final. A tan solo dos meses y días de comenzar, homenajeamos la Copa abordando una historia por cado uno de los torneos realizados
La Copa Mundial de Fútbol es un evento universal abundante en historias deportivas y anécdotas.

El día que se logre investigar y registrar en un libro todos los momentos felices, tristes, anecdóticos, estrambóticos, increíbles, inconcebibles, etc. que han sucedido en las 21 versiones que lleva de disputada la Copa Mundial de Fútbol, seguramente será un libro inacabado que se podría titular “La historia interminable”, robándole el título a Michael Ende, o “El libro de arena”, tomándolo del cuento de Jorge Luis Borges, al cual se le descubren cada vez cosas nuevas y nunca tiene final. Todavía no se ha plasmado esa investigación.

Pero cada vez que nos aproximamos a una nueva edición de ese apasionante campeonato futbolero, esta vez estamos a 67 días de Catar 2022, vale la pena hacer un somero repaso por algunos de los momentos y las historias que conocemos. En esta primera entrega repasamos seis hechos tomados, sin un criterio estricto, uno por cada torneo de los primeros seis.

1930. Un veto que impulsó el evento

El COI (Comité Olímpico Internacional) consideraba que el fútbol no estaba siendo un deporte amateur debido a que los jugadores recibían dinero por su práctica. La expulsión del fútbol de los Juegos Olímpicos propició las condiciones, la Copa Mundo nació como respuesta al veto del COI. El Congreso de la FIFA de 1929, celebrado en Barcelona, dio el paso definitivo creando un evento propio; designó a Uruguay como sede del primer Campeonato Mundial de Fútbol (1930).

A Garrincha la prensa brasileña le llegó inclusive a igualar con el mejor Pelé. En el terreno de juego se le consideraba un genio; fuera de allí, un ingenuo.

El fútbol estuvo ausente de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1932. Regresó para los de Berlín 1936 con selecciones integradas por jugadores amateurs, pero fue perdiendo protagonismo y nivel. La Copa Mundial de Fútbol ganaría relevancia con el paso de sus ediciones. Hoy es el torneo más popular del planeta.

1934. La política entra al campo

El día antes de que se jugara la final de 1934 entre Italia y Checoslovaquia, una Copa Mundial que Benito Mussolini había hecho suya como estandarte propagandístico, el 'Duce' se hizo presente en la concentración Italiana. Fue preciso en el mensaje a los jugadores: “Señores, si los checos son correctos, seremos correctos. Pero si nos quieren ganar de prepotentes, el italiano debe dar el golpe y el adversario, caer. Buena suerte para mañana, y no se olviden de mi promesa”.

La 'promesa' estaba en un telegrama que había enviado y era una amenaza, les escribió: Vittoria o morte (Victoria o muerte). Italia ganó 2-1 a Checoslovaquia, 10 de junio de 1934.

Estampilla húngara emitida en 1966 en homenaje a la final de Suiza 1954, disputada entre Alemania Federal y Hungría, de la serie “Copa Mundial”.
1938. Pimenta, rey del absurdo

La Selección de Brasil se enfilaba camino a la final, había superado en octavos a Polonia y en cuartos a Checoslovaquia, su fútbol gustaba y ganaba. El jugador sensación y goleador era el brasileño Leónidas Da Silva. Tenían que enfrentar en las semifinales a Italia, el campeón defensor, todos perfilaban a Brasil como favorito.

Al entrenador brasileño Ademar Pimienta, como dicen en panameño con el arroz, se le fue con su optimismo la mano en “pollo”, decidió no incluir en la alineación a Leónidas convencido de que ganarían sin él.

“Le dejó descansar para la final”, afirmó. Enfrentó a Italia sin el goleador del mundial, en una época en la que no se permitían los cambios de jugadores. Brasil perdió 2-1 contra Italia y quedó eliminado.

En su país querían triturar a Pimenta; sabiendo a lo que se exponía, no volvió directo a Río de Janeiro con la selección, se refugió en Montevideo, Uruguay. Cuando amainó la tempestad, regresó.

1950. El primer psicólogo del fútbol

Brasil acogió la Copa para 1950. Obdulio Varela era el capitán de la Selección de Uruguay. El “Negro Jefe”, le apodaban.

Los dirigentes uruguayos le dijeron a los jugadores antes de entrar al campo para enfrentar a Brasil: “Con llegar a la final ya han cumplido, traten de no ser goleados, jueguen dignamente y compórtense como caballeros”. Varela pensaba distinto y lo hizo saber sin ambigüedades: “No piensen en toda esta gente, no miren hacia arriba, la final se juega abajo”, luego remató afirmando. “¡Los de afuera son de palo!”.

Mostró firmeza durante todo el partido. Cuando Brasil anotó el 1-0 transitorio, tomó el balón como si no hubiese pasado nada, fue al centro del campo le discutió al árbitro que había sido en off side para enfadar a los brasileños y siguió animando a sus compañeros.

200 mil espectadores ruidosos en el estadio y 52 millones de brasileños afuera, quedarían marcados para siempre. Varela sería el líder y el psicólogo del histórico “Maracanazo”, el triunfo sobre Brasil 2-1.

1954. Adi y Rudolf, odios como Caín y Abel

Suiza acogería la V Copa Mundial. En una final inédita se citan por el título, Hungría y Alemania Federal. Los húngaros son amplios favoritos y en la fase de grupos ya habían goleado a los alemanes 8-3. Exponen un fútbol maravilloso, los llaman los “Magiares mágicos”.

La balanza en un partido algunas veces se suele inclinar a favor de un contendiente por pequeños detalles. Dos hermanos, alemanes y zapateros, Adolf (Adi) y Rudolf Dessler, se convertirán en actores influyentes en el devenir del fútbol por la final que se disputará en Berna, en un día lluvioso.

Es una historia de odio y competencia feroz que podría dar origen a una novela de intriga, digna de Agatha Christie. El periodista de investigación alemán, Thomas Kistner, lo narra en su libro FIFA Mafia: “La guerra (segunda) todavía no ha terminado cuando los hermanos Dassler se pelean a muerte. En 1948, Rudolf se muda al otro lado de Aurach y funda Puma. Los hermanos no vuelven a hablarse nunca más, y los trabajadores de ambas empresas (Adidas y Puma) no pueden dirigirse la palabra... Adi Dassler aventaja a su hermano, gracias a su contribución al llamado “Milagro de Berna”. En la lluviosa final de la Copa del Mundo de 1954, cambia los tacos de las botas a los futbolistas de Sepp Herberger (Alemania), cosa que les da estabilidad sobre el terreno de juego frente a los húngaros que no paran de resbalar. Así es como Adi se convierte en uno de los héroes de aquella final.

En los partidos internacionales, el zapatero de la patria se sienta en el banquillo junto a su amigo Sepp Herberger. Los técnicos de Puma se atribuyen en vano la invención de los tacos intercambiables; hasta pueden presentar anuncios de periódico que Puma publicó en mayo de 1954 con el campeón alemán, el Hannover 69. Esto demuestra que las botas de Puma estaban provistas con los tacos reglamentarios y eficaces. Pero ¿a quién le interesa ahora? En las fotografías de los héroes, se ve a Adi en medio de los futbolistas del milagro. La frase de Herberger se hace famosa en el mundillo del fútbol: “¡los tacos, Adi, los tacos!”. La producción de la marca de las tiras (Adidas) se expande por toda Europa.”

El triunfo por 3-2 de los alemanes se conoce como el Milagro de Berna, un logro deportivo al cual se le atribuye una parte significativa en el posterior milagro económico alemán, como el resurgir del espíritu nacionalista. Unos 'tacos revolucionarios' contribuyeron a cambiar la historia.

1958. Garrincha y la radio que transmitía en sueco

En el mundial realizado en Suecia, Brasil se consagró campeón del mundo. La singularidad de su juego y la depurada técnica, brindó un espectáculo no visto antes. Edson Arantes do Nascimento, 'Pelé', se posesionaría como la estrella en el firmamento del fútbol mundial. 'O Rei' comenzaba un reinado que lo llevaría a disputar cuatro mundiales y ganar tres.

Pero también formaría parte de aquel glorioso plantel otro jugador maravilloso, Manoel Francisco dos Santos. Para Brasil y el mundo del fútbol simplemente, Garrincha, un apodo surgido por su afición de chico a cazar un pájaro del Mato Grosso al que denominan así.

Rápido, habilidoso, desequilibrante, se apoyaba en el vaivén de sus piernas encorvadas que le permitían, como en un paso de samba, bailar y engañar a los rivales. La prensa brasileña le llegó inclusive a igualar con el mejor Pelé. En el terreno de juego se le consideraba un genio, fuera de allí un ingenuo, manipulable mentalmente.

El de Suecia fue el primer mundial que se transmitió por televisión. La radio fue, desde los inicios de la Copa, el medio de comunicación principal e inmediato para seguir el torneo.

La historia cuenta que Garrincha salió a recorrer las calles y en una tienda sueca vio y adquirió una radio a transistores moderna y costosa. Feliz regresó a la concentración con la compra; orgulloso de la adquisición se la mostraba a sus compañeros, estos lo elogiaron.

Hasta que llegó ante Américo, el célebre masajista de la verde-amarela, quien se aprovechó de Garrincha. Lo apartó y le argumentó que había hecho una mala compra. “Este aparato no te va a servir en Brasil, porque solo transmite en sueco”.

Exponente permanente de la ingenuidad, Garrincha encendió la radio y comenzó a escuchar, movió el dial por las estaciones de radio y los locutores hablaban todos en sueco. Garrincha se decepcionó, maldijo al vendedor que le había convencido, mientras Américo le propuso que para ayudarlo se lo compraría por un precio claramente inferior a su costo real. Garrincha aprovechó el 'gesto solidario' y le vendió agradecido la radio que “solo sirve para los suecos”.

Después de acariciar la gloria, Garrincha moriría en la pobreza. En Brasilia, la capital de Brasil, su principal escenario deportivo hace homenaje a uno de los mejores jugadores brasileños de todos los tiempos, se llama Estadio Nacional de Brasilia Mané Garrincha.

*Primera entrega de tres.
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