Juan Zamorano, el cronista istmeño de los mundiales de fútbol

Actualizado
  • 24/10/2022 00:00
Creado
  • 24/10/2022 00:00
Zamorano despuntaba en el béisbol y en el fútbol; sin embargo, fue en el primero donde tuvo mayor potencial y fue observado como posible prospecto del Área Cañera
El destino le tenía preparado un rumbo diferente al de ser pelotero como Rodrigo Luque o Rod Carew, para convertirlo en un narrador de historias.

Juan siempre pensó estar en un mundial de fútbol. También en ser pelotero de las Ligas Mayores. Eran los deportes que más le apasionaban desde que era un chiquillo, por lo que sus sueños y fantasías siempre giraron en torno a ellos.

Sin embargo, el destino le tenía preparado un rumbo diferente al de ser pelotero como Rodrigo Luque o Rod Carew, para convertirlo en un narrador de historias del diario vivir de un pueblo y, en ocasiones, de los deportes de sus amores.

Así es. Juan Zamorano, un capitalino con santo y seña de agricultor en Los Boquerones de Veraguas, se vio en la encrucijada de escoger en ser un experto en idiomas, agrónomo o periodista, aunque al final sus instintos lo decidieron por el último. ¿O fue el destino?

Una profesión, donde los ideales, a veces, hacen cortocircuito con la realidad, donde las palabras se convierten en historias y la pasión se cruza con la literatura.

Juan estará en el mundial de Qatar 2022, cinco lustros después de que el destino lo llevara a su primer torneo en Francia 98.

35 años después de esos primeros pasos en la Facultad de Comunicación Social, de la Universidad de Panamá, hablamos con uno de los cronistas latinoamericanos que más mundiales de fútbol lleva acuesta.

Juan estará en el mundial de Qatar 2022, cinco lustros después de que el destino lo llevara a su primer torneo en Francia 98, como parte del equipo de trabajo de la agencia internacional Associated Press (AP).

Todo un prospecto

“Terminando el colegio, casi me voy a estudiar idiomas, pero luego se me metió que quería ser periodista, influenciado por los noticiarios de la Voz de América, Radio España y Francia Internacional”, recordó.

“Decidí estudiar periodismo, aunque lógicamente en mi pueblo, en Los Boquerones, donde me crié, trabajé la agricultura y en la zafra de azúcar, no entendían mucho sobre esta carrera y de hecho mi mamá-abuela, lo comprendió luego de una larga explicación”, detalló.

En esos años, Zamorano despuntaba en el béisbol y en el fútbol; sin embargo, fue en el primero donde tuvo mayor potencial y fue observado como un posible prospecto del Área Cañera.

Fue preseleccionado para el torneo juvenil de 1987, justamente en el mismo periodo en el que debió viajar a la capital para el curso preuniversitario de periodismo, por lo que sus sueños de peloteros quedaron engavetados.

“Soñé en algún momento, obviamente uno muy remoto y lejano, con las grandes ligas, pero al final desde el punto de vista profesional, llegué a trabajar un tema relacionado con ellos”, señaló.

“Lógicamente cuando estás chico sueñas con muchas cosas, pero años después se me dio la oportunidad de cubrir los campos de entrenamientos primaverales de las grandes ligas”, añadió.

Su primer mundial

Juan Zamorano se inició en AP en 1990, poco después de la invasión de los Estados Unidos a Panamá, haciendo coberturas locales y, con el paso del tiempo, realizando otras en el exterior, hasta que le llegó la gran oportunidad.

“Mi experiencia (en fútbol) se circunscribía a algunos partidos de Panamá por las eliminatorias mundialistas y, especialmente ese proceso a Francia, pero en Costa Rica, a donde fui enviado como corresponsal entre 1995 y 1997”, indicó.

“Cubrir a Costa Rica, que por cierto no clasificó, despertó el interés de los editores, y a pocos meses del Mundial, el periodista suramericano que iba a seguir a Paraguay, no lo pudo hacer, y me llegó la primera oportunidad. ¡No lo podía creer!”, dijo.

Para Zamorano, acostumbrado a las tranquilas aguas de los acontecimientos en Panamá y Costa Rica, fue todo un reto el asistir a esa gran competición, no solo por el idioma sino porque, además, era un país totalmente desconocido.

“Debí manejar en todo el sur de Francia con mapa en mano, porque no existía el GPS”, sostuvo.

La experiencia fue, en lo personal, inolvidable, y en lo profesional, aleccionadora, lo que dio pie para otras tantas coberturas, a partir de allí.

Después cubrió la Copa América 99 en Paraguay, donde conoció la magia de Ronaldinho frente a Venezuela en Ciudad del Este, y volvió a contar de sus andanzas en el fútbol olímpico de Sídney 2000.

Los otros cinco

Actualmente es reportero y editor para América Latina y el Caribe de AP, aunque su versatilidad le ha permitido ser testigo de grandes acontecimientos en el fascinante mundo de los deportes, donde ya es todo un personaje.

El periodista panameño ha realizado coberturas en juegos Panamericanos, Olímpicos y sobre todo de Copas del Mundo, donde ha escrito de Paraguay, Brasil, Costa Rica, Colombia y Panamá.

“He cubierto juegos olímpicos y el sexto iba a ser Tokio 2020 (21), pero no asistí por el tema de la pandemia”, precisó, aunque tuvo que realizar coberturas en forma remota, similar a lo que hizo con Panamá en el mundial de Rusia 2018.

También estuvo en la Copa Confederación de fútbol en Japón, un año antes del mundial de 2002, año en que cubrió a Brasil y al famoso trío de Ronaldo, Rivaldo y Ronaldhino, y donde aprendió por añadidura un poco de portugués.

Siguió a Brasil en Alemania 2006, donde “naufragó en cuartos”, y en Sudáfrica 2010, donde se volvieron a quedar en la misma fase; luego en 2014 su trabajo se dirigió a las selecciones de Colombia y Costa Rica, y cuatro años después a la Colombia de James Rodríguez y remotamente a Panamá.

En el mundial de Rusia 2018 también cubrió en octavos, el partido entre Francia y Argentina, y en Qatar la misión principal será Uruguay, Ecuador y Costa Rica.

Una gran aventura

La cobertura de eventos tan grandes como los juegos Olímpicos o las Copas del Mundo, son para un periodista como una gran aventura.

Seis olimpiadas y seis mundiales de fútbol son algo inmenso y, hasta soñado, para un periodista, principalmente, si eres de una región del interior, donde lo más importante es llevar el pan a la mesa.

“Nunca olvido que el primer día que fui a recoger caña al ingenio La Victoria, tenía como 11 o 12 años, me quebré el brazo izquierdo al final de la jornada. Me indemnizaron con 78 dólares”, recordó.

“Al año siguiente regresé a esa tarea y recuerdo que vecinos de la comunidad me decían: 'Hey, Yoni — así me conocen en Los Boquerones— no te vuelvas a quebrar'. Allá me conocen como Yoni Rujano, (porque) para muchos Juan Zamorano es extranjero”, matizó.

Años después prohibieron que los menores de edad trabajasen en la zafra, una de las alternativas que tenían para obtener dinero para la casa y la escuela.

Juan Eduardo Zamorano Rujano, el Yoni de las zafras, tal vez no llegó a cumplir su sueño de ser grandes ligas, pero cumplió el de muchos periodistas deportivos, al ser uno de los referentes en las Copas del Mundo.

En el camino, perfeccionó su inglés y mejoró su portugués y francés, en una trayectoria donde, como dice él, “hay una dosis de fortuna”, y una agencia de noticias que valora enormemente su trabajo y compromiso.

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