El baloncesto y su asentamiento en el gusto de los panameños

PANAMÁ. El baloncesto es un deporte emocionante, ágil, de intenso contacto y fortaleza física; es un juego de estrategia, donde cualquie...

PANAMÁ. El baloncesto es un deporte emocionante, ágil, de intenso contacto y fortaleza física; es un juego de estrategia, donde cualquier fisura puede aprovecharse para sacar dividendos.

Fue traído a Panamá por los estadounidenses que llegaron al país a finales del siglo XIX, y posteriormente, arraigado en tiempos de la construcción del Canal Interoceánico (1904-1920).

Los estadounidenses tenían sus ligas propias. Y los panameños comenzaban a aprender el deporte.

Pronto, el baloncesto se hizo del gusto popular, y comenzaban las primeras ligas, principalmente en la ciudad capital.

La gran prueba del desarrollo del baloncesto en Panamá llegó en 1938, cuando se celebraron los IV Juegos Centroamericanos y del Caribe.

Allí surgieron los primeros héroes del baloncesto nacional, como Eugenio Luzcando Padre, Julio ‘Andamio’ Arosemena, Alfonso Frazer (padre), ‘Mandalay’ Arosemena, Julio Zapata ‘Zapatita’, entre otros destacados cesteros.

Ni hablar de la rama femenina, donde un puñado de jugadoras chiricanas, encabezadas por Delmira Pierce (señora de Racines) hizo vibrar los corazones de todos los panameños.

INICIOS ESPLÉNDIDOS

El desarrollo del baloncesto panameño ya estaba en marcha. Con un público cautivo, jugadores con buenas cualidades técnicas y un par de gimnasios céntricos, el deporte del aro y el balón tenía un sitio preferencial en el gusto de los deportistas panameños.

Hacia 1956, ya existía una liga nacional consolidada, con equipos que jugaban en el gimnasio ‘Neco’ De La Guardia (hoy Gimnasio Kiwanis).

Famosos quintetos como ‘Whisky Escocés’, ‘Cigarrillos Nacionales’, ‘Guardia Nacional’, ‘Caja de Seguro Social’ animaban las noches sabatinas, llenando a su capacidad el coliseo chorrillero.

Y con el promisorio desarrollo y el interés de aficionados y patrocinadores, los nuevos jugadores comenzaban a brillar: Francisco Checa, Eduardo Blades, Ramón Reyes, Luis Pérez, Atwai Massiah, Francisco Brown, Ernesto Castorina, Ernesto Ardines, Fernando Tom... son algunos nombres de canasteros que dieron realce a este deporte en sus años de pleno surgimiento.

LOS AÑOS DORADOS

Entre 1967 y 1979, el baloncesto panameño alcanzó su mejor nivel, adquiriendo el respecto y reconocimiento internacional.

El equipo de 1967 ganó el torneo Centrobasquet y el pase directo a los Juegos Olímpicos del año siguiente.

Dirigidos por Eugenio ‘Yuyín’ Luzcando, el equipo combinaba a dos generaciones de jugadores; de esa juventud, Davis Peralta Jr fue el campeón anotador de esa justa, y junto con Pedro ‘El Mago’ Rivas, fueron incluidos en el equipo ideal.

Peralta, de Panamá y Rivas, de Colón, fundieron sus talentos cesteros para convertirse en uno de los dúos más importantes en la historia del baloncesto panameño y de América Latina.

El deporte del aro y el balón florecía con notoriedad, al calor de un grupo de dirigentes y un sistema de trabajo que buscaba el talento en los barrios de la ciudad capital y la provincia de Colón, principalmente.

La generación de Peralta Jr y Rivas se nutrió con otros grandes talentos: Julio Osorio, Luis Sinclair, Norris Weeb, Noé Alvarado, Eliécer Ellis, entre otros grandes cesteros.

Este talentoso grupo estremeció el entonces gimnasio Nuevo Panamá venciendo a la Cuba de Pedro Chapé y de Alejandro Urguelles por 86-81, bajo la dirección de Carl Pirelli Minneti.

Tras un exitoso período de más de una década, Panamá era el noveno equipo de baloncesto en todo el mundo, lugar que ocuparon en el campeonato mundial cele brado en Yugoslavia.

El deporte del aro y el balón había conseguido sus mejores cifras... pero el momento del declive también se acercaba, y era el momento de renovar los cua dros sobre el tabloncillo.

OPERACIÓN TAMAÑO

Tras esos éxitos, el baloncesto panameño buscó su renovación. La gran generación de los años 70 se retiraba. Había temor de que el deporte cayera en un vacío, sin un relevo generación preparado para la competencia.

A principios de los años 80 un trabajo básico, pero efectivo, hizo la diferencia.

Fus así como nació la ‘Operación Tamaño’. Consistió en observar el talento de jóvenes jugadores de baloncesto, participantes en los campeonatos intercolegiales.

Se necesitaba de todo en todas las posiciones. La tarea fue dando paulatinamente los frutos esperados.

Un grupo de canasteros surgió con notable talento. La Federación Panameña de Baloncesto, con dirigentes como Agustín Díaz, Hernando Arroyo Jr, Ricardo Paredes, Jorge Loaiza, Cecilio Williams y otros, apuntó hacia la capacitación de estos jugadores.

Surgió la generación de los 80, el relevo de los gloriosos canasteros que en la década anterior pusieron a Panamá en el mapa mundial del baloncesto.

Las nuevas estrellas rebosaban talento: Rolando Frazer, Mario Butler, Mario Gálvez, los hermanos En rique y Reginaldo Grenald, Ernesto Malcom, Alfonzo Smith, Braulio Rivas, Louther Francis, Adolfo Medrick, Fernando Pinillo, a quienes les tocó representar al país en dos campeonatos mundiales (1982 y 1986), ganar la Medalla de Oro en los Juegos Centroamericanos y del Caribe y colocar nuevamente el baloncesto panameño en un sitio prominente en el concierto internacional de este deporte.

Pero igual que en los años 70, la gran generación de los 80 bajaba la inevitable cuesta de los años.

El relevo llegó tal vez con algunos años después de lo esperado. El nuevo grupo resultó una combinación de jugadores criados en el patio local, y algunos fuera del lindero patrio.

Con ellos, llegó la medalla de oro en el Centrobásquet de 2006 y la participación en el Mundial de ese año.

Lea mañana: Declive del baloncesto panameño, las pugnas y una suspensión internacional.

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