El año en que Pistorius cambió las pistas por la cárcel

Actualizado
  • 15/12/2014 18:40
Creado
  • 15/12/2014 18:40
El 21 de octubre Oscar abandonó el tribunal en un furgón que le trasladó a la cárcel de Kgosi Mampuru II de la capital sudafricana

Por primera vez en los más de siete meses que duró su juicio, el 21 de octubre Oscar Pistorius no abandonó el tribunal en un coche de su familia, sino en un furgón que le trasladó a la cárcel de Kgosi Mampuru II de la capital sudafricana.

Lo hizo como culpable de un delito de homicidio por matar a tiros a su novia, la modelo Reeva Steenkamp, a quien disparó a través de la puerta del cuarto de baño de su vivienda durante la madrugada del 14 de febrero de 2013.

Abrió fuego creyendo que se trataba de un intruso y sin intención de matar, según aceptó la jueza Thokozile Masipa en un controvertido y ya recurrido veredicto que descartó el delito de asesinato imputado por el Ministerio Fiscal.

Antes de que la magistrada diera por terminado el juicio, el mismo policía que muchas mañanas saludó a Pistoriusen la sala se le acercó para escoltarle escaleras abajo camino de los calabozos.

Sus familiares parecían preparados para este desenlace, y con gesto contenido le estrecharon la mano mientras descendía con expresión grave hacia el sótano de los juzgados.

Quizá ya entonces empezaran a contar los días para volver a tener en casa al atleta paralímpico, que podría salir en libertad condicional tras cumplir diez meses, una sexta parte de la pena, si las autoridades penitenciarias le consideran un preso modelo.

Esta posibilidad es uno de los argumentos de la apelación presentada por la Fiscalía, que no pudo probar su acusación de muerte premeditada.

El recurso califica la sentencia de "sorprendentemente inapropiada", por corta, y enfatiza que el atleta disparó "no una, sino cuatro veces" contra un cubículo del que "no había escapatoria".

A la espera de conocer el resultado de la apelación, y pese a no haber evitado la cárcel como pretendía, el veredicto de Masipa limpia en cierto modo el nombre de Pistorius al absolverle de asesinato y establecer que no disparó contra su novia con intención de matarla.

"Nos libera de una gran carga", dijo el portavoz familiar y tío del velocista, Arnold Pistorius, quien añadió que sus allegados nunca dudaron de la versión de su sobrino.

Sin embargo, la sentencia pone fin a la carrera del deportista, que a sus 27 años aspiraba a otros grandes logros como el hito conseguido en Londres 2012: ser el primer atleta con las dos piernas amputadas que competía junto a velocistas no discapacitados.

El proceso judicial -uno de los más mediáticos de la historia y uno de los pocos televisados de principio a fin- sirvió también para dar a conocer al mundo, con un grado de detalle clínico, la vida privada de quien fuera un icono internacional del deporte y un referente moral.

Aunque fueron descartadas casi en su totalidad por la jueza, las pruebas presentadas por el fiscal y la defensa (mensajes telefónicos, testimonios de amigos y psicólogos) retratan a un joven amable y airado a la vez, inseguro, arrogante, seductor, generoso y egoísta.

Detrás de la gesta del niño amputado a los once meses por un problema genético, que no conoce límites y se convierte nada menos que en velocista de elite, emergen las dudas, temores y angustias de toda persona, acentuadas quizá por la discapacidad y la autoexigencia.

El juicio arrojó luz también sobre la obsesión por la seguridad y el miedo cerval al crimen con que viven Pistorius y la sociedad sudafricana, en la que no son inverosímiles errores fatales como el que asegura que cometió el atleta y las armas de fuego y los atracos violentos son una realidad cotidiana.

Además, el caso expuso el funcionamiento del sistema judicial sudafricano, con sus problemas, limitaciones y grandes estrellas como el fiscal Gerrie Nel y el abogado defensor Barry Roux, que se convirtieron en verdaderas fenómenos mediáticos.

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