Ante la compleja situación social y política que atraviesa nuestro país la Conferencia Episcopal Panameña, el Comité Ecuménico y el Comité Interreligioso,...
- 21/05/2010 02:00
PANAMÁ. Corría el minuto 110 de la 18ª final de los Mundiales, y Francia e Italia empataban a un gol. Cuando todo parecía que el campeón se definiría desde el impredecible punto del penal con normalidad, Zinedine Zidane, quien había anunciado su retiro del fútbol tras la Copa del Mundo, agredió a Marco Materazzi con un cabezazo que entraría a la historia del fútbol.
Minutos después de obligar a Gianluigi Buffon a mostrar toda su categoría para evitar un gol de Zidane, irónicamente tras un cabezazo, el francés tuvo un rápido intercambio de palabras con Materazzi tras un ataque de los galos, que desencadenó en el lamentable hecho.
Luego de consultar con el juez de línea, el árbitro del partido Horacio Elizondo no dudó en mostrarle la tarjeta roja directa, que le puso fin a la carrera de uno de los más grandes jugadores de fútbol.
A los 33 años, “Zizou” colgó los botines de la manera menos pensada, que dejó una triste sombra en tan brillante y fructífera carrera.
Después de las ilógicas e impotentes protestas de los jugadores franceses y del propio agresor, se jugaron los diez minutos restantes de la final que pasaron sin emociones fuertes, por lo que el campeón se decidió desde los penales por segunda vez en la historia de los Mundiales.
Ocho ejecuciones fueron suficientes para que Italia gane su cuarta Copa del Mundo al vencer por 5-3 a los franceses, luego de que David Trezeguet fallara su remate.
Los goles del partido los marcaron, casualmente, los dos protagonistas del atípico acontecimiento. A los seis minutos del primer tiempo, Zidane abrió el marcador desde el punto del penal con una vaselina exquisita, pero que estuvo cerca de fallar, ya que el balón rozó el horizontal y picó dentro del arco a centímetros de la línea. Rápidamente, Materazzi empató el partido con un violento cabezazo que el portero Fabián Barthez no pudo contener.
La final, que tuvo como hombre del partido al italiano Andrea Pirlo, se disputó el 9 de julio del 2006 en el Estadio Olímpico de Berlín ante la mirada de 69 mil fanáticos.