Unas eliminatorias que pueden venir con trampa

  • 23/07/2025 00:00
A 43 días del inicio de la fase final, Panamá aparece como favorita en el Grupo A. Hay que tomarlo con cautela y prepararse para una eliminatoria difícil

Con las fechas, los horarios y los estadios oficiales ya a la mano, porque el calendario con el orden de los partidos se conocía con anterioridad, la Selección de Panamá ha comenzado a deshojar días en el calendario hacia el 4 de septiembre. Esa fecha emprende la ruta final en la eliminatoria frente a Surinam, pretendiendo participar por segunda ocasión en la Copa Mundial de Fútbol.

El mayor evento global del balompié cumplirá con la versión México/Estados Unidos/Canadá 2026 noventa y seis años desde que se diera el puntapié inicial en Uruguay 1930, convocando esta vez la cifra récord de 48 seleccionados nacionales. Un numero inimaginable para aquellos pioneros uruguayos que contaron con solo 13 participantes, entre quienes estuvieron dos coanfitriones del 2026, México, y aunque parezca ficción, Estados Unidos, que además quedó de tercero.

Esta ampliación en participantes ha redundado para la Concacaf en que, aparte de contar con los tres representantes fijos que fungen de sedes del mundial, cuenta adicionalmente con tres cupos directos y dos opciones de repechaje, abriendo un abanico de posibilidades clasificatorias en las cuales incluir a Panamá no es mera ilusión. La selección del istmo ocupa el puesto 30 en el ranking de la FIFA, una posición a la que si se quisiera extrapolar como teoría se apelaría a que le da para entrar entre las 48, pero no funciona así.

Es por su presente cuyos resultados la posicionan como protagonista en la región con dos finales disputadas: Copa Oro 2023 y Liga de Naciones 2025, más la actuación en la última Copa Oro donde fue eliminada en cuartos de final, sin embargo, se despidió invicta, sin perder un partido. De allí surge uno de los principales argumentos para ver a Panamá como una firme candidata, pero también en este podría radicar su mayor debilidad al dar, como se puede percibir en parte del ámbito local, casi por un hecho la clasificación al mundial.

No es exagerado afirmar que, si alguna vez en su historia deportiva a una Selección se le vio con un paso acorde para clasificar al mundial, ha sido a esta. Es una selección especial en el sentido de que ha tenido un proceso acorde con la pretensión de llegar al mundial. En la eliminatoria para Catar 2022, hizo un recorrido con buen fútbol que la mantuvo metida en los primeros lugares hasta que se desinfló perdiendo con Costa Rica un juego esencial en los últimos metros, por encima de que no hubiese clasificado al mundial en su primer intento, por primera vez se le dio continuidad al ciclo de un entrenador, en este caso a Thomas Christiansen.

Una decisión seria y cónsona con la evaluación, que aprobó tanto la afición como el entorno futbolístico panameño al ver un equipo que evolucionó en su estilo de juego, con un cuerpo técnico moderno en la utilización de herramientas y conceptos, al que se le debía dar la oportunidad de afianzar su trabajo. Son cinco años los que lleva Christiansen en la dirección de la selección desde que asumiera el cargo el 22 de julio de 2020. Ningún otro de los entrenadores que lideran las selecciones de la Concacaf ha contado con un periodo tan extenso. Sería un fracaso personal para él no clasificar al mundial, pero, sobre todo, sería para el fútbol panameño un Fracaso Mayúsculo que le dejaría muy golpeado.

Sentir que la clasificación al mundial es accesible, que el equipo tiene resultados para mostrar, trabajo colectivo e individuales que le ponen en la puerta de la clasificación es una actitud positiva que se debe mantener con el respaldo al seleccionado nacional, aunque hay que controlar las emociones altisonantes que surgen de animadores primerizos y entusiastas, muchos surgidos al calor de las redes sociales, que pueden confundir a los jugadores.

Debe primar la cautela, reconocer que Panamá aparece como favorita para imponerse en el Grupo A, pero prepararse de que va a ser una eliminatoria difícil, que requerirá de los jugadores una concentración y fortaleza mental superior a la que han tenido en los anteriores retos. En una eliminatoria corta como esta, seis partidos, ante un posible mal paso en alguno de los juegos, sobreponerse a la presión al límite que conlleva un resultado inesperado, va a ser clave.

Se partirá de visitante el 4 de septiembre frente a Surinam en Dr.Ir. Franklin Essed Stadion; lo ideal sería una victoria, aunque lo esencial pasa por no caer derrotados sumando puntos. El análisis que dejaron los surinameses en la pasada Copo Oro fue el de un equipo con un buen fútbol que puede complicar. La influencia neerlandesa, donde están sus raíces culturales, también se aprecia en su estilo de juego. Contra Costa Rica se enfrascaron en un partido de ida y vuelta, frente a los mexicanos se mantuvieron sin que le anotaran en la primera parte y contra los dominicanos empataron.

Cuatro días después, el 8 de septiembre, se recibirá a Guatemala en el Rommel Fernández, en un encuentro que, independientemente de lo que suceda con Surinam, Panamá está obligada a ganar para darle valor a la localía y no pegarse a la cornisa rogando en que resultados fuera de su alcance, se le acomoden para retornarle posibilidades. De la Guatemala de Luis Fernando Tena, quien tiene el ciclo más largo después de Christiansen (está desde diciembre de 2021), tuvimos en la Copa Oro registro de sus progresos con la llegada a las semifinales del torneo de los chapines, aun así, Panamá debería imponerse aquí.

La primera vuelta se cerrará el 10 de octubre contra El Salvador en el Estadio Cuscatlán, un recinto deportivo con un ambiente intenso y hostil en el que, a Panamá salvo alguna contada ocasión, no le suele ir bien. Ya Christiansen lo padeció en el 2021. Aunado que será bajo la conducción de Hernán Bolillo Gómez, un viejo zorro que nos conoce.

En la anterior eliminatoria con Gómez dirigiendo a Honduras, Panamá tuvo que darle primero vuelta a un 2-0 en contra para ganarle 3-2 en San Pedro Sula; en el segundo encuentro ‘Bolillo’ sacó un empate 1-1 en el Rommel Fernández. La conclusión de esta primera vuelta marcara el ritmo del pulso y los nervios de cómo se afrontarán los tres partidos restantes, cuyo último desafío será en el Rommel Fernández con los salvadoreños visitantes y Bolillo pudiéndose convertir en el némesis de Panamá.

La ronda final eliminatoria de la Concacaf que puede llevar a los panameños a su segunda participación mundialista está a 43 días de su inicio. Se le espera con optimismo, la lógica por la debida planeación, preparación, etc., sería la clasificación, aunque no se debe olvidar que fútbol ha demostrado que muchas veces se rige poco por la lógica, por ello hay que agregarle también cordura, mucha cordura a las expectativas.

Lo Nuevo