El creador de contenidos y escritor conversa con este medio sobre la lengua y la incorporación de nuevas palabras al español. Habla un poco de su vida,...
'Las economías no se restablecen desde cementerios ni hospitales': Nicolás Liakópulos
- 13/08/2020 00:00
Hijo de padres inmigrantes procedentes de Messinia, Grecia, Nicolás Juan Liakópulos es y se siente panameñísimo. Su padre, que llegó a Panamá poco antes de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), específicamente en 1936, fue el fundador del Café del Pueblo, mejor conocido como La Puñalada, en 1946. Lo lógico era que él se encargara de los negocios de su progenitor –la mayoría restaurantes–, pero tenía entre ceja y ceja estudiar medicina, y así lo hizo. La Primera Guerra Mundial (1914-1918) ya había producido un gran deterioro a las economías de los países europeos participantes en el conflicto bélico, entre los que estuvo Grecia, por lo que muchos de los supervivientes migraron hacia otras latitudes, en busca de mejores oportunidades. Nicolás Juan Liakópulos nace en Panamá. Se gradúa con honores en el colegio La Salle y empieza su carrera de medicina, donde siempre se destacó como estudiante sobresaliente. Está comprometido con el ejercicio de la medicina. Tiene 42 años de ejercer como médico, profesión que escogió desde que era un adolescente, cuando decía que sería un cirujano. Fue el primero en hacer un bypass gástrico en este país, y en la región, en 1981, cuando no existía la laparoscopia. Es sincero, directo y sencillo, no le gusta andar con rodeos, y su norte siempre ha sido la lógica y el sentido común. Está sumamente preocupado por la pandemia, porque ve que las cifras no disminuyen en cuanto a números de muertos y contagios en Panamá. “Hay ejemplos que debemos emular y no sé las razones por las que no lo hacemos”, reflexionó. También le da coraje el hecho de haberse desatado una “pandemia de corruptos y charlatanes”, en medio de la crisis que hoy vive el mundo, y que lo único que buscan es lucrar con el dolor ajeno.

Es imposible tratar de tapar el sol con un dedo. Además de que más fácil cae un mentiroso que un cojo. La situación es muy complicada. Pienso que nos quedan por delante dos meses crudos y difíciles. Poco a poco la situación irá restableciéndose, y empezaremos a visualizar un destello de luz en este penoso camino. En estos procesos las cifras no cambian en horas ni en días, sino en semanas y meses. El hecho de aumentar las pruebas diarias, implementar la difícil trazabilidad y, sobre todo, solucionar el aislamiento de los casos detectados, son más que estadísticas. Es crucial la utilización decidida de medicamentos y estrategias que han demostrado con creces su efectividad en otras latitudes, donde se han implementado, con la ventaja de que nosotros pondríamos en práctica una experiencia que ha dado resultados positivos. La adquisición real y efectiva de medicamentos como la hidroxicloroquina, entre otras, no sé por qué se dejaron de usar en Panamá, cuando en otros países han sido de gran ayuda para los pacientes. Medicamentos y medidas más complejas y costosas como el rendezivir, esteroides, plasma de pacientes convalecientes, oxígeno, intubación, etc., implican hospitalización y gravedad, que es precisamente lo que hay que evitar.
Con la precocidad en el diagnóstico, la cual depende de la educación y orientación al paciente. Es muy importante evitar que el paciente llegue al hospital, y para eso hay que tratarlo precozmente, ahí está la clave. Ya sabemos cuáles son los medicamentos que pueden mitigar la fuerza y la velocidad del virus para que no llegue a los pulmones, entonces, hay que atacarlo por ahí.
Lo primero que quiero decirte es que ha habido una pandemia de países que mienten descaradamente cuando de cifras se trata, no sé con el ánimo de engañar a quién. Los países con éxito son los que han tenido precocidad, firmeza, realismo y transparencia al abordar la crisis con apoyo socioeconómico, y la comunicación sincera y efectiva con sus habitantes. Esto implica medidas rigurosas, efectivas, suficientes, integrales y oportunas en la asistencia social y económica. La revisión de las políticas y la respectiva comunicación en esos países, han sido, además de transparentes, periódicas. Son países que tienen, y han tenido, la capacidad de reconocer errores, enmendarlos y dar el golpe de timón respectivo, sin ningún tipo de complejo y mucho menos con secretismo o tergiversación de los hechos y las realidades.
Sí, lo dije. Esta gran catástrofe que azota al mundo entero, ha hecho aflorar todos los tonos y extremos del arcoíris del comportamiento humano. Tenemos a nivel mundial una pandemia de corruptos, charlatanes, políticos oportunistas, científicos egocéntricos, comerciantes inescrupulosos, líderes de opinión narcisistas - napoleónicos y, finalmente, los que lucran de los momentos tan difíciles por los que atraviesa la humanidad... no tienen moral. Me atrevo a aseverar, con toda seguridad, que hay individuos o conglomerados que no quieren que esto termine. En fin, son pescadores en río revuelto... aguas turbulentas, ganancia de los que pescan. Por otro lado, existen seres humanos nobles, comprometidos, desinteresados, incansables, humildes, misericordiosos y dedicados incondicionalmente a sus semejantes, desde la trinchera que les toca luchar: personal sanitario, político, de seguridad, asistencial, cívico, etc. Con todas estas fuerzas a favor y en contra, se bate el mundo en una batalla infernal, donde mucha gente inocente paga con sus propias vidas.
Uruguay adoptó las medidas sencillas, lógicas y tradicionales de manera oportuna; y, en Brasil, sus dirigentes menospreciaron burlonamente el peligro y desde un principio no se evitó “el pan y el circo” en la catastrófica acumulación de personas en sus carnavales. La diferencia: solamente decenas de muertos en Uruguay versus decenas de miles de muertos y centenares de miles de enfermos en Brasil, y en estos momentos con una pandemia en pleno apogeo. En Europa existen ejemplos vivos de lo mismo, donde España e Italia inicialmente ignoraron y subestimaron los principios elementales, donde hubo manifestaciones el 8 de marzo, día de la mujer, estadios de fútbol repletos, etc.; contrario a Grecia, donde se decretaron y cumplieron temprana y estrictamente todas las medidas tradicionales: confinamiento, garantía socio-económica y de seguridad. La diferencia fue casi un centenar de miles de muertos y centenares de miles de casos en España e Italia versus Grecia con apenas 200 muertos y no más de 2,000 casos dados a conocer en un riguroso y estricto reporte. Y también están los peores, los que precipitadamente abrieron sus economías por encima de lo más preciado: la vida humana. Donde una realidad relativa como la económica, pretende anteponerse a una realidad absoluta y prioritaria, como lo es la vida. Sin embargo, errar es de humanos, y es el momento de retomar con mayor fuerza y terquedad la lucha inteligente, tenaz y bien intencionada hasta mitigar lo mejor posible las pérdidas de vidas y sus consecuencias sindémicas. Muchos de esos países que iniciaron mal, han sabido reivindicarse y ahora están por buen camino, casos concretos son Italia, España y Ecuador.
La economía no se maneja desde los cementerios, los hospitales, ni desde unidades de cuidados intensivos. Con vida hay siempre esperanza, estoy más que seguro que una vez termine esta tempestad, Panamá recuperará con creces su economía, todo esto de acuerdo con predicciones de las ciencias económicas, sustentadas en la calidad de nuestro pueblo y muchas ventajas que nos caracterizan como nación.
Estoy seguro que habrá más de una dentro de los próximos meses, incluso con distintos mecanismos de acción. Las mentes científicas más brillantes del mundo, sin distingo de credos ni raza, están a punto de probar y poner en práctica una o varias vacunas que tengan efectividad, inocuidad, acceso universal y equidad en su disposición y distribución. Hay muchísimos proyectos de vacuna en la fase final. No obstante, para nada debemos bajar la guardia; el triunfalismo y las alegorías dando la bienvenida a la vacuna que aún no existe, puede ser en este momento un gran enemigo, si decidimos relajar nuestra lucha. Charles Darwin (1859) dijo que la capacidad de adaptación a los cambios es la clave y esencia en la supervivencia del ser humano y las especies.