'Hemos crecido económicamente, pero con una creciente desigualdad', dice Artavia

Actualizado
  • 19/04/2021 00:00
Creado
  • 19/04/2021 00:00
Roberto Artavia, presidente del consejo directivo del Incae, sugiere reformas urgentes en educación y salud. 'Panamá puede llegar a ser el primer país desarrollado de América Latina, pero todos necesitamos creer'

“Panamá es el quinto país de América Latina en progreso social. El ingreso per cápita del país ajustado por la paridad del poder adquisitivo es el más alto de América Latina, esto significa que si tuviéramos un buen ritmo de conversión del ingreso en progreso social, seríamos una maravilla... el problema radica en que hemos crecido económicamente, pero con una creciente desigualdad, desempleo, crecimiento de la pobreza, y eso se ve reflejado en nuestra sociedad actual”, reconoció el presidente del consejo directivo del Incae Business School, Roberto Artavia Loría, durante el convesatorio 'Megatendencias globales y su impacto sobre la realidad de Panamá en la postpandemia', dirigido por Gerardo Berroa Loo, director de La Estrella de Panamá.

Diferencias salariales y baja calidad de la educación son algunas de las causas de la desigualdad en el país.

El también vicepresidente y fundador del Social Progress Imperative resaltó que “Panamá es un país que fue muy exitoso respecto a su crecimiento económico e incluso por encima de países de la región como Chile, Costa Rica y Uruguay, pero que desde 2011 viene decreciendo por esa desigualdad creciente y un progreso social comprometido en muchas áreas, que cuando “nos comparamos con naciones (Estonia, Lituania, Rusia, Trinidad y Tobago, Turquía, Portugal, Croacia) con un nivel de ingreso similar, nos encontramos que estamos rezagados en acceso a educación básica y superior, a la información y comunicaciones, en libertad personal y de elección, en cuidados básicos, es decir, que en aspectos de política social nos hemos quedado atrás”.

Según Artavia, en Panamá “necesitamos soltar todas las amarras y desplegar todas la velas”, es decir, “simplificar todos los trámites burocráticos a nivel nacional y municipal. Aumentar el acceso a capital, crédito y capacitar técnicamente a la población para poder invertir y producir en innovación de manera inmediata”.

A su vez, agregó que las grandes empresas deben invertir constantemente en innovación. “Una gran carreta tiene dos bueyes y estos son la empresa y el gobierno. Forjar una alianza intersectorial a fin de avanzar con paso firme hacia un mejor futuro, es uno de los grandes retos que enfrenta el Panamá de hoy”, según el analista.

Panamá puede llegar a ser el primer país desarrollado de América Latina, pero “todos necesitamos creer en ella y jalar juntos esa carreta”, insistió Artavia durante su intervención.

Retos de Panamá

Uno de los retos más urgentes es la reforma educativa. Según Artavia, el acceso a la educación básica en el país decreció en términos de sus índices y en acceso a conocimientos básicos con libertad personal e inclusión.

“Con la calidad del sistema educativo y los niveles de escolaridad que tenemos hoy en Panamá, no podemos llegar a ser el primer país desarrollado ni de América Latina ni de ningún otro lado. Necesitamos una reforma educativa profunda en términos de calidad y dirección”.

El analista planteó que hay que incentivar a los niños y jóvenes a ser felices, saludables, responsables ante la familia, la comunidad y el planeta, pero con las destrezas que se requieren a fin de que se sigan formando o estudiando y adaptándose al futuro con las nuevas herramientas de estudio con las que hoy contamos.

Respecto a la salud pública, enfatizó que urge una reforma integral de salud porque en el país los costos de los medicamentos y de la operatividad del sistema público de salud “no son lo que deberían ser”.

“El sistema de salud de Panamá no está funcionando, lo vimos en las propuestas que hizo el pueblo en el diálogo del Pacto por el Bicentenario: Cerrando Brechas. Queda claro que el tema de la salud es uno de los que más nos afecta”.

Añadió que el sistema de pensiones también necesita una reforma importante, aunque aseguró que es un tema más complejo por lo que tomará mucho más tiempo que las otras propuestas.

Otro reto que tiene Panamá es la modernización energética. Según Artavia, cada finca, casa o edificio debe generar su propia electricidad y así bajar la emisiones de gases y efecto invernadero a fin de cuidar el planeta.

En cuanto a las nuevas tecnologías, Artavia expresó que Panamá está rezagado en conectividad y no debería ser así, puesto que el país es un centro global de servicios, sobre todo porque “por aquí pasan dos de las líneas de fibra óptica más grandes del mundo”.

En este mismo escenario, invitó a actualizar la Constitución a fin de ofrecer una plataforma moderna para completar ese camino hacia el desarrollo.

“Desafortunadamente nuestras constituciones son muy robustas, pero algunas de sus enmiendas, artículos o preceptos se quedaron en otro tiempo y es importante que las modernicemos. Creo que con el ambiente político, la crisis, la recesión y la desigualdad actual, no es momento para hacer una constituyente, pero sí necesitamos una modernización de algunos artículos de la Constitución de la República para que se pueda lograr ese tipo de desarrollo que se requiere hoy, y a mediano plazo”, comentó.

¿Impuestos más altos?

La crisis del SARS-CoV-2 está dando la vuelta a muchos discursos. Entre ellos, al de un Fondo Monetario Internacional (FMI) que llamó a subir los impuestos a los más ricos y a las empresas rentables para pagar la factura de la crisis. Premisa que rechaza Artavia. “Esta desigualdad no es sostenible y la solución que le quieren dar es poner más impuestos a los ricos, sin embargo, esto no es lo más efectivo, porque si les quitamos los recursos y los repartiremos entre la población del mundo, alcanzaría para darle 4,500 por un año a toda la población del planeta y eso no le soluciona la vida a todos. Y dejaría a quienes tienen que hacer grandes innovaciones sin los recursos necesarios”, reconoció.

A su vez enfatizó que hay que manejar esta bomba de tiempo y “debemos hacerlo con un gran sentido de estimular a la población. Hay que penalizar la riqueza ociosa, penalizar la contaminación, penalizar las diferentes formas de improductividad con impuestos y cualquier otra forma, pero al que está invirtiendo e innovando y transformando la productividad de los demás, hay que dejarlo crecer necesariamente”, añadió.

Igualmente subrayó que hay que ofrecer absoluta transparencia para generar confianza fuera de las fronteras y realizar transacciones en la comunidad que van a hacer el 80% de la diferencia. “Es necesario ofrecer absoluta transparencia y bajar los costos de transacción en la sociedad”, dijo, lo que significa “tener gobiernos, gremios, empresas, instituciones autónomas, cámaras y sindicatos transparentes para que pueda haber una verdadera confianza y podamos operar todos empujando la carreta en la misma dirección”.

Identidad y posicionamiento de Panamá

Desde el año 1914, cuando empezó a operar el Canal de Panamá, la identidad fundamental del istmo ha sido este centro neurálgico conector del comercio internacional, particularmente del que viene y va de las Américas, recordó el experto.

También dejó claro que Panamá nació como una nación moderna desde el momento de su fundación hace más de un siglo. “El istmo hoy cuenta con centro de logística, mantiene un intercambio cultural y un crisol de culturas, posee un centro financiero comercial internacional, por lo que se parece mucho más a las economías modernas del siglo XXI, que a las economías tradicionales de Mesoamérica”, analizó

“Esa es la identidad central que se complementa con una población muy particular, porque es una población muy diversa ya que contamos desde las comunidades originarias hasta una cantidad de inmigrantes a través de la historia que incluye a los afrocaribeños, el turco, libanés, chino, taiwanés, y en ese sentido Panamá ha sido un crisol y un centro de captura de múltiples culturas que no solo la enriquecen por tener una pirámide con una base importante con la que podemos capacitar y soñar que nos van a llevar a otro nivel de desarrollo y productividad, sino que por su diversidad con una conexión casi natural con el grueso del mundo”, enfatizó.

En ese sentido, esa población auténticamente multicultural es una fortaleza esencial del país que junto con la juventud y la capacidad de capturar a una parte del bono demográfico, hacen que Panamá sea verdaderamente único, dijo.

La era de las revoluciones

Un pequeño empresario desde cualquier parte del mundo puede convertirse en una empresa de crecimiento exponencial y alcanzar los mercados del mundo.

“Estamos, además, inmersos en la cuarta revolución industrial y lo que hay que ver es que la primera duró 440 años, empezó con la invención de la imprenta por el alemán Johannes Gutenberg y terminó con la máquina de vapor y posteriormente con la máquina de coser”, destacó Artavia.

“Luego saltamos a 1881 que es el que nos marca a todos, ya que tiene que ver con la electricidad, la telefonía, líneas de ensamblaje y el motor de combustión, que dieron pie a la aviación, las telecomunicaciones, radio y televisión, así como la integración logística global, a la revolución verde para alimentar una población creciente, educación universitaria y técnica y el comienzo de la era espacial, esta segunda revolución duró 90 años”, explicó.

En 1973 vino la tercera revolución industrial que fue la de la globalización, la internet, la educación universitaria y técnica, la computadora personal y el teléfono celular y duró menos de 40 años. “Esta revolución en 12 años había alcanzado a la mitad de la población con una cantidad enorme de las nuevas tecnologías. Se decía que para 2030 estas iban a ser las tecnologías dominantes en el planeta, sin embargo con la crisis de la pandemia por el SARS-CoV-2 se estima que la mayoría de estas dominarán a partir de 2027-28, es decir será una revolución que en menos de 20 años va a alcanzar todos los sistemas productivos”, dijo.

Puntualizó que la pandemia, “va a cambiar la forma como hacemos todo. Desde cómo diseñamos, cultivamos, cómo nos educamos, y transportamos y en cómo nos cuidamos en términos de salud, todo se va a digitalizar, el trabajo, las cadenas de valor, estilos de vida, los servicios públicos y el gobierno, y tenemos que estar preparados para eso, lo que significa preparar el capital humano para el futuro”.

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