¿Como Homero Simpson?

  • 06/09/2014 02:00
Las personas suelen tomar decisiones a la ligera y no con lógica

Para que el mercado libre produzca el óptimo que se espera de él, es necesario que los supuestos que sustentan el modelo de competencia perfecta se cumplan. Cuando uno o más de estos supuestos no se cumplen, se dice que existe una falla de mercado que hace que la asignación de los recursos escasos de la sociedad no sea la mejor. En esos casos, le corresponde al Estado diseñar, formular e implementar políticas públicas tendientes a corregir estas fallas.

La función de ACODECO consiste en la implementación de políticas públicas que procuran dar cuenta de dos fallos de mercado, uno es la capacidad de una o más empresas de apartarse con su comportamiento del resultado competitivo, afectando con ello el proceso de libre competencia y limitando el beneficio y la capacidad de elegir de los consumidores, y el otro, es corregir la falla de mercado que deriva de que la información requerida para tomar decisiones en los mercados no sea perfecta, es decir, que la información no sea simétrica y completa. Las soluciones en este caso pasan por reducir esas asimetrías y entregar toda la información requerida para tomar decisiones. La ACODECO motiva a los consumidores a realizar un buen uso de la información, por ejemplo, promoviendo el slogan , un consumidor informado tiene poder.

Hay un supuesto del modelo de competencia perfecta que no ha sido adecuadamente atendido por la política pública. El modelo de competencia perfecta supone que los individuos toman decisiones de consumo racionales, calculando siempre todos los costos y beneficios de cada decisión y elige aquella que le produce el mayor beneficio tanto en contextos de certeza como en condiciones de incertidumbre y, aunque podría equivocarse, la experiencia y las fuerzas de mercado actuarían para evitar volver a cometer el mismo error. Bajo este supuesto, somos unos súper humanos al tomar decisiones. Sin embargo, los experimentos controlados realizados en diferentes campos por los especialistas en psicología cognitiva y análisis económico conductual han evidenciado que no sólo somos irracionales al tomar decisiones de consumo, sino que somos predeciblemente irracionales. Los especialistas concluyen que al tomar decisiones somos más bien como Homero Simpson, torpes.

Solemos tomar decisiones a la ligera, confiamos más en la intuición que en la lógica, si se nos dice que un bate y una pelota tiene un precio total de 1.10 dólares y el precio del bate es un dólar mayor que el precio de la pelota, generalmente nos resulta obvio que el precio de la pelota son 10 centésimos, pero con esa respuesta el total pasa a ser 1.20 dólares. Si te detienes a pensarlo concluirás que son cinco centésimos.

Ser conscientes de lo predeciblemente irracionales que somos al tomar decisiones, es de vital importancia a la hora de diseñar políticas públicas para corregir fallos del mercado.

ADMINISTRADOR GENERAL DE LA ACODECO

Lo Nuevo