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- 31/03/2010 02:00
COLOMBIA. Detrás del estadio de futbol de Turrialba, Costa Rica, en la fábrica de Rawlings Sporting Goods Company Inc. , un pequeño ejército de 600 personas trabaja con la precisión y rapidez de una máquina sofisticada.
Producen cada una de los dos millones de pelotas de béisbol usadas al año por los famosos jugadores de las Grandes Ligas de Béisbol de Estados Unidos. El proceso de fabricación es laborioso y extenuante, donde cada pelota lleva 108 puntadas -ni más ni menos- cosidas a mano de manera tan meticulosa y exacta que los ojos no pueden ver dónde empieza y termina la costura. Aunque el béisbol sea un producto de la cultura e historia de los Estados Unidos, la pelota es otro cuento.
Fábricas como ésta, hasta no hace poco, estaban dedicadas a la elaboración de otro producto. Bajo el esquema de maquila, ensamblaban ropa a partir de piezas importadas, y en algunos casos, eran responsables por la confección completa de prendas de vestir.
Según el Departamento de Comercio de Estados Unidos, en 2004, México, Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica, República Dominicana y Colombia, juntas, representaban más del 90% de las exportaciones latinoamericanas de confecciones hacia Estados Unidos.
Pero el término de un sistema de décadas de cuotas en el comercio mundial textil por un acuerdo de la Organización Mundial del Comercio en 2005 ha impactado duramente a la industria de América Latina. Los fabricantes de prendas de vestir se han visto obligados a reorganizarse y crear nuevas estrategias, centradas en la especialización en mercados de nicho, las ventajas competitivas y la conquista de nuevos mercados internacionales.
“Lo interesante es lo que queda”, dice Arturo Condo, rector de la Incae Business School en Costa Rica y autor de un estudio sobre el sector textil exportador latinoamericano ante la liberación del comercio.
“Con todos los productos que tienen escala, no hay forma de competir con China, pero quedan ejemplos de fabricación de productos que requieren de especificaciones de calidad muy estrictas o muy sofisticadas donde los países latinoamericanos todavía tienen una parte del mercado. Han ido buscando ese tipo de nichos, directamente, saliéndose de la industria textil, aprovechando la mano de obra y el capital que tienen para utilizarlo en otro mercado”, dice Condo.
Honduras, República Dominicana, Panamá y El Salvador han comenzado a buscar otras maquilas, separándose de lo textil completamente y enfocándose en la ventaja competitiva de la mano de obra en el área de ensamblaje de aparatos y equipos electrónicos, arneses y cables para automóviles. Aunque el material ahí no es textil, el proceso sí involucra literalmente coser, algo altamente manual que por su costo sería imposible hacer en EE.UU.
Y mientras que Centroamérica y el Caribe evolucionan su sector manufacturero hacia áreas fuera del sector textil, otros países -principalmente Colombia, Brasil, Argentina y Perú- buscan fortalecerse a través del diseño y la confección local de prendas de vestir y la exportación a otros mercados, mirando mayormente a sus vecinos dentro de América Latina como potenciales compradores de sus productos.
En 2009, el 58% de las exportaciones textiles y confecciones de Colombia, por ejemplo, iban destinadas a la vecina Venezuela, mientras que el 29% de las exportaciones del sector de Brasil fueron a Argentina.
Pese a este posicionamiento estratégico en el mercado, 2009 fue un año difícil para la industria textil en América Latina, con casi todos los países sufriendo una caída en sus exportaciones. Tras el colapso de la demanda mundial, como consecuencia de la intensificación de la crisis económica en septiembre de 2008, junto con la fuerte competencia de China, la industria textil latinoamericana sufrió un doble golpe.
Y aunque beneficiada por la liberalización del mercado en los últimos años, China también sintió los efectos del shock a la economía global. Entre enero y noviembre del año pasado las exportaciones chinas de moda y textil bajaron 11,4% en comparación con el mismo periodo de 2008, según las cifras publicadas por el ministerio de Industria, Información y Tecnología de China.
Aunque de cierta forma beneficiados por el acuerdo de libre comercio ATPA con Estados Unidos, Perú y Colombia vieron una reducción en las compras de telas y confecciones por ese país durante el año pasado. Según la Cámara de la Cadena Algodón, Fibras, Textil y Confecciones de Colombia, las exportaciones de textiles y confecciones de ese país cayeron 32,8% entre 2008 y 2009. A su vez, las exportaciones colombianas dirigidas a Venezuela, Perú y Ecuador disminuyeron 27%, alcanzando los $119 millones.
Perú también sufrió una baja del 28% en exportaciones en el año pasado, tras registrar cinco años consecutivos de sólido crecimiento, según informó la Sociedad Nacional de Industrias (SNI). El 41% de las exportaciones peruanas de textiles y confecciones se dirigen a Estados Unidos, 24% a Venezuela y el 36% restante a otras partes del mundo. Para 2010, el SNI proyecta un crecimiento de 10% en el sector textil peruano y un incremento en las exportaciones que alcanzaría los $1,700 millones.
A pesar de tener una agenda ambiciosa de exportación a través del programa de promoción de Texbrasil de la Asociación Brasileña de la Industria Textil (ABIT) y la agencia de promoción de inversiones Apex-Brasil, muchas empresas de textiles y confección de Brasil están más concentradas en el mercado nacional. Con un volumen de negocios de $47.000 millones en 2009, la industria textil y confección de Brasil, que emplea a casi 1,65 millón de personas, es la sexta más grande del mundo.