Avanza deriva autoritaria de Bolsonaro a un año de las elecciones en Brasil

Actualizado
  • 10/09/2021 00:00
Creado
  • 10/09/2021 00:00
Denuncias sin pruebas de un posible “fraude” en los comicios presidenciales, amenazas al poder Judicial y al Congreso con militares en la calles; son las últimas bazas políticas del mandatario brasileño de cara a las elecciones de 2022
Entre las banderas políticas que ayudaron a Bolsonaro a ganar la presidencia estuvo el desencanto con los partidos de todo el espectro político.

En una muestra de fuerza y desafío al poder judicial, el presidente Jair Bolsonaro participó en una concentración este martes en Brasilia, donde volvió a amenazar a la Corte Suprema del país, institución que autorizó una investigación contra este por la difusión de noticias falsas y atacar el sistema electoral.

El político brasileño, que aspira a reelegirse en 2022, enrareció aún más el ambiente preelectoral que se vive en la nación sudamericana en medio de la catástrofe sanitaria por la covid-19.

Rodeado de simpatizantes, muchos de ellos sin mascarillas ni medidas de bioseguridad –fieles al discurso de Bolsonaro de negar o relativizar la pandemia- gritaban consignas en contra del sistema judicial o directamente pedían una intervención de los militares en respaldo del líder ultraderechista. En el acto, el mandatario señaló directamente a Alexandre De Moraes, el magistrado del Supremo que lleva su caso.

“No podemos aceptar más prisiones políticas en nuestro Brasil. O el jefe de ese poder (la Corte Suprema) encuadra (a De Moraes), o ese poder puede sufrir aquello que nosotros no queremos”, dijo Bolsonaro en una intervención que incluso algunos de sus aliados de derechas, prefirieron tomar distancia.

El político brasileño, que aspira a reelegirse en 2022, enrareció aún más el ambiente preelectoral que se vive en la nación sudamericana en medio de la catástrofe sanitaria por la covid-19.

Un mensaje similar tuvo lugar el pasado 10 de agosto, pero esta vez contra el Congreso de los Diputados, al ordenar una parada militar ante el Legislativo mientras se realizaba una votación clave sobre una propuesta del mandatario para retomar el voto en papel como complemento del sufragio electrónico.

El excapitán de la Reserva del Ejército y conocido apologista de la dictadura militar (1968-1985), hizo desfilar soldados y carros blindados en Brasilia como una suerte de amenaza al Congreso, recibiendo duras críticas desde la oposición.

Un inusual despliegue castrense que desde 1988 se realiza en Formosa, un municipio en el estado de Goiás a 300 kilómetros de la capital.

“Es inaceptable, todavía, que las Fuerzas Armadas permitan que su imagen sea expuesta de esta manera, usada para sugerir el uso de fuerza en apoyo a la propuesta antidemocrática y de carácter golpista, defendida por el presidente de la República” manifestó en un comunicado conjunto diversas fuerzas de izquierda, entre ellos el Partido de los Trabajadores (PT) el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva.

El presidente brasileño, excapitán de la Reserva del Ejército, volvió a agitar la bandera del supuesto “fraude” como ya lo hizo durante la campaña de 2018.

João Doria del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) y Rodrigo Maia, presidente del Congreso y miembro de Demócratas, ambos colectivos conservadores, cuestionaron las amenazas del mandatario.

En opinión del sociólogo brasileño Emir Sader, las movidas recientes del mandatario estarían tratando de recuperar las fuerzas perdidas por medio del movimiento de masas, una tensión que se de al tiempo que se agudizan la pugnas con los otros poderes del Estado. “Bolsonaro pretendía recuperar fuerzas, retomar la iniciativa y reforzar sus ataques contra el poder judicial. Pero salvo en Sao Paulo, la cantidad de gente fue menor de lo que él suponía. Si con la marcha de este martes Bolsonaro quiso cambiar la situación de desgaste que viene sufriendo a lo largo de este año, no lo logró”, apunta Sander.

A medida que se acercan los comicios presidenciales el mandatario ha retomado la narrativa que lanzó en las elecciones de 2018, sobre un posible “fraude” en las comicios generales. Aquel año aseguró que no reconocería el resultado si perdía.

Hasta la fecha, Bolsonaro no ha presentado ninguna prueba de las supuestas “irregularidades”, más bien se ha apoyado en teorías de redes sociales e informaciones ya desmentidas.

La encuestadora XP/Ipespe ubicó para mediados de agosto de este año el respaldo al mandatario cerca del 24%, lejos de su principal adversario Lula Da Silva. El expresidente y sindicalista de izquierdas, alcanza el 40% de apoyo.

Entre las banderas políticas que ayudaron a Bolsonaro a ganar la presidencia estuvo el desencanto con los partidos de todo el espectro político, salpicados por escándalos de corrupción y malos manejos.

Hoy esa baza juega en contra de este, quien durante su gestión ha estado rodeado de varios escándalos, el último de ellos, una investigación sobre comprar irregulares de vacunas a la India.

El senador e hijo mayor del presidente, Flávio Bolsonaro, mantiene abierta una investigación sobre su posible participación en un red de desvío de dinero cuando era diputado regional en Rio de Janeiro. Esto incluiría los delitos lavados de dinero, malversación de fondos, entres otros.

El mandatario niega todas las acusaciones contra él y su familia. Asegura con “ataques político”.

A solo un año de que termine su mandato al menos el 70% de los brasileños piensa que hay corrupción en su gobierno, según datos de Datafolha. El 64% considera que esta se da en el Ministerio de Salud.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) después de Estados Unidos, Brasil es el tercer país del mundo con el mayor registro de contagio, por encima de los 20 millones. En muertos ocupa el segundo lugar con 584,171.

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