El sudoku sirio
LLas recientes imágenes de niños muertos en la guerra civil siria, previsiblemente por armas químicas, han revuelto las conciencias de t...
LLas recientes imágenes de niños muertos en la guerra civil siria, previsiblemente por armas químicas, han revuelto las conciencias de todo el mundo. Estados Unidos se apresuró a manifestar que esos hechos no podían quedar impunes y que se adoptarían medidas inmediatas. En el Reino Unido, el premier Cameron ha perdido una votación en el Parlamento para avalar una acción militar contra Siria. Del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas no podemos esperar demasiado, en principio, ya que Rusia y China tienen derecho de veto, y no permitirán ninguna acción contra el Gobierno o el ejército sirio, en el caso de los inspectores internacionales determinen que el régimen de Al Asad usó armas químicas. El resto de la comunidad internacional sigue tan paralizada y expectante como lo ha estado desde que estalló el conflicto en aquel país.
Pero la cuestión fundamental no es tanto qué acción acordar o cómo castigar el uso de armas químicas prohibido por una Convención internacional del siglo XXI. Eso sólo valdría para acallar algunas conciencias y aparentar que se hace respetar la legalidad internacional. Lo esencial debería ser qué tiene que hacer la comunidad internacional, y más concretamente, qué pueden hacer las Naciones Unidas para evitar que en Siria se siga desarrollando una guerra cruel y sangrienta que ha provocado miles de muertos y de heridos, familias destrozadas, ciudades y pueblos destruidos, y millones de desplazados y refugiados en los países vecinos.
El uso de armas químicas es la última gota que ha colmado la abotargada sensibilidad de las grandes potencias, pero una acción aislada motivada por ese uso no resolverá el problema de fondo.
En todo caso, todos deberían haber aprendido del pasado reciente, que enseña que tiene que existir una verificación sólida de la autoría del ataque, que cualquier actuación militar debería tener el aval de la ONU, que cuando se plantea una acción de esas características hay que hacerlo pensando en el medio y largo plazo porque el conflicto puede ser largo, duro y difícil de resolver, y que no hacer nada nunca debería ser una opción aceptable desde el punto de vista ético.
Ojala en esta ocasión la comunidad internacional acierte, se respete la legalidad internacional, los países que pueden hacerlo no usen el perverso derecho de veto caso de probarse el uso de las armas químicas y la autoría y las acciones que se decidan respondan a un plan, con medios suficientes, que concite el máximo consenso internacional y que intente encauzar el conjunto del conflicto. Todo un sudoku, pero los Gobierno y las instituciones internacionales deben resolver problemas difíciles a través decisiones complejas y no mediante meras acciones puntuales.
COLUMNISTA
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