El índice de Confianza del Consumidor Panameño (ICCP) se situó en 70 puntos en junio pasado, con una caída de 22 unidades respecto a enero de este año,...
- 12/07/2015 02:00
Grecia le importa a todo el mundo, aunque no por las mismas razones. La crisis griega, que originalmente era un asunto estrictamente financiero -cuentas y deudas-, fue transformándose rápidamente en una cuestión estructural de las finanzas de toda Europa; en un asunto político para la izquierda y la ultra derecha crítica y militante europea; en un problema cultural entre los ‘eficientes' países ricos del centro-norte de la UE y las naciones de la periferia-sur, ‘pobre' y ‘parrandera', pues los tópicos y las humillaciones subieron de tono en el viejo continente. Las intransigencias hicieron temer lo peor en esta maraña que parecía no tener salida. De pronto habló Washington y se separaron las turbulentas aguas.
En medio de la agria disputa continental por la deuda griega, Estados Unidos había guardado una discreta distancia. No obstante, la inicial posición de Washington empezó a agitarse cuando se hizo más evidente el posible Grexit y el giro que haría Grecia para evitar un colapso total. ¿China? ¿Rusia? Al borde de la ruptura, el presidente estadounidense, Barack Obama, habló por teléfono el martes con Merkel y luego con Tsipras. A ambos les pidió que llegaron a un ‘nuevo acuerdo'. En otras palabras, hagan lo que quieran con Grecia y su deuda, pero no debe salir de la Eurozona.
Seguramente habrá acuerdo y se aprobará el tercer rescate. Alexis Tsipras hará las reformas, a cambio recibirá de la troika 74,000 millones de euros para tapar ‘el agujero griego'. Por estos cambios de línea de última hora, Ángela Merkel pagará un alto costo político con su electorado alemán y, la otra cara de estas posiciones, la jefa del FMI, Christine Lagarde, continuará con su cara de aquí no pasó nada. Pero pasó.
La diplomática intervención de EE.UU. esta última semana hizo posible cerrar el círculo del conflicto en la Eurozona. Durante toda la crisis griega Washington se movió con cuidado pues se trataba de su aliado trasatlántico más importante. Por su parte, las potencia económicas europeas, entiéndase Reino Unido, Alemania y Francia, comprendían ese aspecto que la crisis planteaba, pues desde tras la desintegración de la antigua Unión Soviética, habían ido progresivamente cediendo su seguridad a la ampliación de la OTAN: las bases estadounidenses en EE.UU. se ampliaron también y ya nadie discute rol militar hegemónico en el mundo. El nuevo orden mundial ha introducido nuevos factores que, bajo el esquema de contención de la nueva Guerra Fría, han cambiado en la periferia rusa al norte y al sur de Europa.
Estados Unidos ve la crisis griega con un parámetro geopolítico. Grecia es un miembro clave de la OTAN, y un área de contención en el mediterráneo a los planes expansionistas de Rusia y China, donde en los últimos meses están realizando estos dos países maniobras militares conjuntas. Por otra parte el país heleno es receloso –históricamente- con otro aliado clave para los intereses estratégicos del Pentágono: Turquía. La Casa Blanca está consciente que el gobierno de Syriza es toda una incógnita, que obviamente posee una natural simpatía con Rusia y que si colapsa económicamente iría a dar a los brazos del mítico oso ruso.
Esta misma semana se pronunció también el Secretario del Tesoro de EE.UU., Jack Lew, quien dijo que había llegado ‘la hora de las decisiones difíciles'. El alto funcionario estadounidense precisó que de llegar al Grexit sería ‘un error geopolítico'. Las señales de Washington están a la vista. Sin embargo, para los republicanos como el senador John McCain, el asunto adquiría otro perfil en caso de que Grecia se alejara de la OTAN. Tan solo el viernes, durante una audiencia senatorial, el general de Infantería de la Marina de EE.UU. Joseph Dunford, dijo que ‘Rusia representa la principal amenaza para la seguridad nacional'. Dunford, un candidato seguro a la jefatura de las Fuerzas Armadas estadounidense, destacó la volatilidad de la región europea por la crisis de Ucrania, una preocupación que comparten por igual demócratas y republicanos.
Del complejísimo entramado político y financiero que ha supuesto la crisis griega, cuyo plazo se vence hoy, los países miembros de la UE, los má duros como Alemania, Austria y Holanda, junto con Grecia, saldrán decepcionados. Se ha abierto una fisura en el continente y los problemas siguen allí.