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- 26/06/2020 00:00
Este miércoles, Pekín insistió en responsabilizar a Nueva Delhi del choque militar ocurrido el pasado 16 de junio en la frontera de ambos países, y en el que falleció una veintena de soldados indios.

Siendo el enfrentamiento más grave de los últimos 45 años, este hizo saltar las alarmas en la región; no solo por tratarse de los Estados más poblados y comercialmente importantes de Asia, sino también porque ambos poseen gran capacidad militar y arsenales nucleares.
Aunque ambos gobiernos han tratado de matizar el asunto, mostrándose dispuestos a resolverlo de manera diplomática, la retórica dura sigue marcando la agenda bilateral, lo que deja poco margen a alguna solución a largo plazo con la disputa territorial sobre la zona de Cachemira.
El control sobre esta región y las diferencias en cuanto a la llamada línea de control actual (LAC, en inglés), son los problemas de fondo tras la última crisis chino-india.
Ante la ausencia de un acuerdo fronterizo definitivo, la LAC es considerada el límite de facto entre los dos países.
“El ejército indio violó su promesa y cruzó la LAC, motivado nuevamente por actividades ilegales, lanzando deliberadamente un ataque provocativo”, denunció el canciller chino Zhao Lijian.
Por su parte, India acusó a Pekín de querer “cambiar unilateralmente el statu quo” en las zonas fronterizas. Al respecto, el primer ministro indio, Narendra Modi, marcó líneas rojas: “Les aseguro que nuestro ejército no dejará piedra sin remover para proteger a la nación, ya sea en despliegue, ataque o contraataque”.

El incidente tuvo lugar en la región de Ladakh, que a su vez forma parte del vasto territorio de Cachemira, zona disputada por China, India y Pakistán. Sin solución desde mediados del siglo XX, esta situación ha llevado a conflictos sobre una frontera de más de 4,000 kilómetros, en ocasiones inaccesible e inhóspita.
Los antecedentes del conflicto tienen sus orígenes en cómo se dividió el mapa de la zona, a voluntad del colonialismo británico a partir del siglo XIX. Al momento de surgir los nuevos Estados indio y paquistaní, estos heredaron una región cruzada por diferencias étnicas y religiosas en las que estos dos países, junto a China, aseguran tener reclamaciones históricas.
Por el control de Cachemira se han dado al menos tres guerras entre Islamabad y Nueva Delhi desde 1947; y al menos una gran conflagración entre China e India en 1962.
Para el analista internacional Txente Rekondo, la disputa está lejos de terminarse, y esta nueva escalada parece complicar una salida política al conflicto, especialmente cuando se está ante intereses casi antagónicos en la región y que mantienen a los pueblos que habitan Cachemira a merced de los intereses geopolíticos.

“Desde las maniobras colonialistas que en el pasado diseñaron las fronteras y políticas locales, pasando por las agendas de los nuevos Estados que han surgido posteriormente, la mayor parte de los actores han intentado eliminar cualquier contenido, sobre Cachemira y la región, que no fuera territorial, tomando a los pueblos que viven allí y sus demandas como una parte accidental del paisaje (...) Unos pueblos que continúan condenados a una incertidumbre política, a un abandono económico y a una asimilación cultural”, señala Rekondo.
En la región habitan unos 12,5 millones de personas y viven comunidades musulmanas, hindúes, budistas, sikhs, y otras confesiones religiosas.