David Shulkin, símbolo de una nueva "ciénaga" que Trump no termina de drenar

  • 28/03/2018 20:22
Shulkin se convirtió en una auténtica piedra en el zapato del multimillonario, quien llegó a la Casa Blanca comprometido a "drenar la ciénaga"

Tras algo más de doce meses marcados por el constante goteo de escándalos derivados de su presunto uso de fondos públicos para gastos de carácter personal, el secretario del Departamento de Asuntos de Veteranos de Estados Unidos, David J. Shulkin, fue cesado hoy por el presidente Donald Trump.

Shulkin se convirtió en una auténtica piedra en el zapato del multimillonario, quien llegó a la Casa Blanca tras una campaña en la que se comprometió a "drenar la ciénaga" de Washington, en clara referencia a los abusos que, según el ahora mandatario, comete la clase política con regularidad.

Sin embargo, a pesar del énfasis que puso Trump en este punto, Shulkin pareció hacer oídos sordos y optó por beneficiarse de las prebendas que puede ofrecer un cargo en el Gobierno.

Pese a que no ha sido ni el primero ni el único en abandonar el Ejecutivo por este motivo -antes ya salió el otrora secretario del Departamento de Salud, Tom Price, por su afición a los vuelos privados- el caso de Shulkin parece haber sentado especialmente mal en un país que venera a sus veteranos, a los que no obstante trata con austeridad.

Si bien es cierto que el hasta hoy máximo responsable de la cartera de Veteranos ha acabado convirtiéndose en todo un símbolo de aquello que critica el presidente Trump, cabe destacar que su nombramiento, en febrero del año pasado, fue uno de los más aplaudidos en su momento.

Shulkin, de 58 años de edad, era toda una anomalía en un Gabinete trufado de empresarios y gente con poca experiencia en la Administración.

A pesar de su extensa carrera en el sector privado, Shulkin, al menos, había ostentado durante 18 meses el cargo de subsecretario de salud del Departamento de Asuntos de Veteranos, lo que además invita a pensar que estuvo detrás del decreto firmado por Trump el pasado enero para ampliar la prestación de servicios psicológicos a los militares en su transición a la vida civil.

Sin embargo, el hasta hoy secretario fue incapaz de mejorar la asistencia sanitaria a los exmilitares, marcada por los largos tiempos de espera, situación que fue duramente criticada por Trump durante los años de la presidencia de Barack Obama (2009-2017).

No son sus fracasos profesionales, sin embargo, los que le han acabado costando el cargo, de la misma manera que tampoco sus logros han servido para exonerarle. En los últimos meses, Shulkin acaparó numerosos titulares debido a sus prácticas poco éticas.

El primero de estos episodios tuvo lugar el pasado mes de julio, cuando el secretario no sólo aprovechó una gira oficial por Europa para acercarse al Reino Unido y asistir al torneo de tenis de Wimbledon, sino que además aceptó unas entradas cuyo valor excedía el límite establecido por la Administración en relación con regalos a funcionarios públicos.

Además, Shulkin presuntamente ordenó a uno de sus subordinados que llevara a cabo las gestiones necesarias para que su esposa, Merle Bari, le acompañara durante el viaje, lo que supuso un sobrecoste de algo más de 4.300 dólares a las arcas públicas.

Tanto los deportes como la propia Bari volvieron estar presentes en el siguiente escándalo, que tuvo lugar el pasado mes de septiembre, cuando Shulkin supuestamente presionó a la Casa Blanca para que su pareja pudiera acompañarle a la inauguración de los Juegos Invictus, celebrados en Toronto.

Según reportó la prensa local, Bari tenía un gran interés en conocer al príncipe Harry en la Ceremonia de Apertura de los Juegos, por lo que el secretario, que formaba parte de la delegación estadounidense que debía acudir al evento, pidió a la Casa Blanca una plaza en el avión en el que tenía previsto viajar la primera Dama, Melania Trump.

Su petición fue rechazada alegando falta de espacio en la aeronave, lo que molestó a Shulkin.

Estos episodios llevaron a la oficina del inspector general del Departamento de Veteranos, cuya función es supervisar esta rama del Gobierno, a publicar en febrero un informe en el que acusaba de haber hecho declaraciones falsas a Vivieca Wright Simpson, la tercera funcionaria de mayor rango en el Departamento de Veteranos.

El informe confirmó que el Departamento había corrido con algunos de los gastos de Bari en Europa, para lo cual, además, Wright Simpson había alterado una serie de correos electrónicos oficiales.

A pesar del escándalo, el titular del Departamento de Asuntos de Veteranos se negó a dimitir, alegando que el correo de su jefa de gabinete había sido pirateado y que había "otras personas que envían correos electrónicos desde su cuenta".

Esta afirmación no convenció al pueblo estadounidense, de la misma manera que parece que tampoco a un presidente que hoy, evidentemente harto de que Shulkin ensuciara su Gabinete, ha optado por arremangarse la camisa y comenzar a drenar esta nueva ciénaga que él mismo ha creado. 

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