El nuevo rostro de los demócratas

Pero otros están pensando ya en qué sigue. Una cosa está clara: estas elecciones, gane o no Barack Obama, han cambiado el rostro del Par...

Pero otros están pensando ya en qué sigue. Una cosa está clara: estas elecciones, gane o no Barack Obama, han cambiado el rostro del Partido Demócrata.

En los últimos años, el Partido Demócrata aprovechó el desplome de la imagen del Gobierno republicano en la opinión pública para cosechar votos. Ganaron el control del Congreso en las elecciones de 2006 pero, lejos de instaurar un contrapeso a las políticas radicales del presidente George W. Bush, el liderazgo del partido entró en una dinámica negociadora con el ejecutivo que puso gran distancia entre sus posturas y las demandas de la mayoría de sus seguidores. La rigidez de las instituciones y los mecanismos exclusivos de la política tradicional de Washington hicieron imposible un cambio de verdad, en el contenido o en el estilo del partido.

La campaña de Barack Obama, que empezó formalmente con el anuncio de su candidatura en febrero de 2007, no solo rompió la barrera de raza en la política estadounidense. Desde el inicio, el nuevo equipo se dispuso a trabajar en las comunidades, en Internet, y en los medios para armar un movimiento de base. Obama venía de una trayectoria de organización comunitaria en Chicago y lo aplicó a su campaña, lo cual representó un giro hacia abajo para el partido que antes había enfocado recursos en los estados en juego, canalizando fondos a los medios masivos de comunicación y a bufetes de imagen.

El movimiento, basado en una “estrategia de 50 Estados”, que siempre enfatizó la importancia de no abandonar el trabajo organizativo en los estados que los demócratas ya tienen asegurados y en la organización de base, ha tenido un éxito inesperado. En un año y medio, fue capaz de derrotar nada menos que a la máquina política de los Clinton, creada y aceitada desde el poder por dos décadas, y con fuertes vínculos con el aparato de poder del Partido.

El poder de la campaña-movimiento de Obama se ve reflejado en la gran campaña de registro de votantes, con números récord en muchos Estados, y la creación de un “ejército electoral”, conformado un número sin precedentes de voluntarios de campaña, estimado en 1.5 millones, organizados en 770 oficinas en todo el país. Muchos son jóvenes, muchos no han participado antes en política; pero todos han dejado sus vidas “on hold” para ayudar campaña, donde trabajan en sus comunidades o viajan a donde los manden para organizar votantes y nuevos voluntarios.

En el mes de septiembre, Obama reportó una cantidad récord de donaciones a su campaña —$150 millones, el doble de su propio récord dell mes anterior—, la vasta mayoría proveniente de pequeñas donaciones de un total de 1.7 millones de ciudadanos. ¿Qué impacto tendrá este movimiento en el futuro del partido y del país?

Hasta ahora, es un movimiento coyuntural, forjado en el calor de las elecciones presidenciales, en un momento de inusual polarización en la política estadounidense. La democracia representativa definida en EEUU normalmente dicta que la ciudadanía se despierta cada cuatro años para votar (algunos cada dos) y se vuelve a dormir. ¿Será lo mismo con el movimiento pro-Obama?

Esta es una pregunta todavía sin respuesta. Sin duda, muchas personas motivadas por las elecciones regresarán a sus vidas cotidianas. Los de escasos recursos tendrán que lidiar con los efectos de la crisis económica y otros sencillamente pensarán que su trabajo termina con la elección de su candidato.

Sin embargo, existen indicadores de que esta movilización electoral podría tener algunos impactos más duraderos, tanto en la gente como en el partido. Ha roto con el cinismo y apatía que inundó el país después del fraude de 2000 y activado sectores que se sintieron previamente excluidos. Habrá que ver si se puede —o si se quiere— mantener esta participación democrática después del 4 de noviembre.

Laura Carlsen es directora del Programa de las Américas del CIP (Centro para las Políticas Internacionales) en Ciudad de México, un centro dedicado al estudio de las relaciones políticas y comerciales de los países de América Latina con Estados Unidos. Su página web es http://www.ircamericas.org.

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