Una fan en Buenos Aires

En la epopeya de Margarita Henríquez –o de cómo Panamá ganó un reality show- no todas las gestas se libraron en suelo patrio. Buenos Air...

En la epopeya de Margarita Henríquez –o de cómo Panamá ganó un reality show- no todas las gestas se libraron en suelo patrio. Buenos Aires, sede del concurso, fue otro campo de batalla en la tenaz lucha del “Ejercito Margaritiano”.

Allí los panameños —residentes, inmigrantes o turistas— apoyaron con uñas y dientes la campaña, comandados por la ex embajadora de Panamá en Argentina, Olga Golcher. Ella, que ni siquiera sabía que Latin American Idol existía, se convirtió en la estratega y figura clave del movimiento en tierras del Sur.

Se enteró de la existencia del programa el día en que el papá de Margarita, Juancín Henríquez, se apareció en la embajada para contarle que su hija y otros dos panameños competían en el programa. En el acto resolvió respaldar a los muchachos. Convocó a su equipo de trabajo y mandó a hacer un banner, de un día para el otro, que decía “Panamá tiene un Canal? y a Margarita”. “Entonces así me aparezco yo, con esa emotividad que le he dado a todos los espacios en mi vida, cuando he tenido un cargo público”, recuerda.

Llegó al estudio de televisión, fue mirar a Margarita y fue perder. “Desde esa primera vez, ya no hubo más separarnos. Fue todo ver cómo la seguíamos respaldando”, cuenta emocionada. La preciosa voz de la jovencita la embelesó, y su humildad y espontaneidad la cautivaron. A tal punto quedó arrobada que, sentada como una fan entre las masas, se despojó de su investidura diplomática y gritó y saltó con fuerza cuando anunciaron que Margarita había superado la prueba de ese día. Las cámaras captaron su rostro enajenado y los de la producción, que entonces no la conocían, la confundieron con un familiar muy cercano. “Pusieron que yo era la mamá de Margarita, ¡imagínate!”, dice la embajadora Golcher y sonríe al recordar. “Nuestro lazo es indisoluble”.

EL ESCUADRÓN BAJO LA SOMBRA DEL OBELISCO

Ella y el personal de la embajada contagiaron a la comunidad de estudiantes panameños en Buenos Aires, y con ellos armaron a la barra que alentaba en cada grabación del show. Se vistieron de rojo y se armaron de globos del mismo color. Nunca faltó la bandera nacional. También llegaron las pancartas y el aliento para los otros dos concursantes panameños, Manuel Araúz y Ann Loraine Lanier. “Todo el mundo tenía que ver con los panameños. Mientras que a otros países les fue dificultoso encontrar un respaldo, Panamá siempre lo tuvo a nivel oficial”. Los adeptos y el cariño fueron creciendo con cada emisión. Ella era el enlace y la embajada el cuartel central del movimiento. “Cada vez que yo podía iba. Salía tanto en la televisión, que cuando venían los panameños acá, por un congreso, por pasear o por estudios, todo el mundo llamaba a la embajada buscando el espacio para ir al espectáculo”.

Así como la ex primera dama Vivian Fernández de Torrijos, también doctores, abogados, diputados y hasta empresarios la contactaron porque querían ser parte del jolgorio. Ella los atendió a todos, incluso a los tres chicos concursantes, pese a que su cariño más genuino estaba con Margarita. Averiguó dónde se hospedaban y en qué condiciones vivían. Los visitaba y procuraba apoyarlos en todo lo que necesitaran.

“Ellos siempre encontraron como raro ver que nosotros teníamos como demasiado interés en acercarnos. Pero bueno, sabes que así somos los panameños”, dice Golcher, en su despacho de Buenos Aires.

—¿Quién pensaba que era raro?

—El concurso, porque.. No todos los embajadores se involucran en estas cosas, porque no es algo oficial.. Ellos lo veían como que, bueno.. ¿por qué hasta tanto?

LA LLAMADA CLANDESTINA

La familia del señor presidente Martín Torrijos vivió la final del show con intensidad, con un amigo, las nanas y las muchachas de servicio. Los tres hijos de la pareja mandataria -“Muy fanáticos”, según la madre, querían seguir chateando incluso después que la votación había concluido. Y, privilegiados como pocos, se enteraron con anticipación de la victoria de Margarita porque “Te confieso, nos llamaron antes de que se anunciara por TV”, dice Vivian de Torrijos.

Aquel número al que pocos acceden fue marcado desde Buenos Aires. La llamada que no podía esperar se hizo desde el estudio de televisión. “En ese momento llamé en seguida al presidente. Rompí todas las reglas, después me di cuenta, porque esto estaba diferido. Entonces yo di la noticia vía telefónica, claro, antes”, cuenta Olga Golcher su travesura con una inocencia conmovedora.

Con los restos del protocolo regados por el suelo, la Embajadora de Panamá en Argentina no se detuvo y puso a Margarita al habla para que saludara a la primera dama. Y luego llamó a más gente, entre ellas a su amiga Balbina Herrera, candidata oficialista a la presidencia de Panamá en las elecciones de mayo 2009. “Ojalá yo hubiese tenido un directorio para transmitirles la emoción que yo sentí en ese momento”, suspira.

Segundos después y al calor de la emoción, el staff mayor del gobierno panameño decidió que Margarita Henríquez volvería a su patria en el avión presidencial y sería distinguida con honores.

EL MISTERIO TRAS LA HEROICA VICTORIA

Aterrizó el lunes 13 de octubre de 2008 a la 1:00 p.m. y recibió una bienvenida oficial.

Al pie de la escalera y sobre la alfombra roja, en la pista de aterrizaje del Aeropuerto Internacional de Tocumen, quien le dio el primer abrazo fue el presidente Martín Torrijos. Fue largo, profundo. El segundo, más efusivo y con brinquitos, fue el de Vivian Fernández de Torrijos.

Los tres, contentos y risueños, avanzaron al gran salón del aeropuerto donde luego ocurriría el gran almuerzo. Pero antes del primer bocado, el protocolo obligaba unos discursos, y cuando el mandatario habló, aprovechó para verbalizar lo evidente: “Se puede decir que por unos días, Margarita, tú eras Panamá”.

Quizá el ex presidente Torrijos no será un gran poeta, y la frase, al calor de los hechos, comporte una obviedad que lastima. Pero lo que no se puede negar es que la cita es el fiel reflejo del gran misterio que nadie puede aún explicar: cómo todo el país quedó rendido a sus pies. Aunque? se sospecha que el fervor panameño, si bien fue espontáneo y genuino, fue provocado por una estrategia comercial muy bien calculada.

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