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- 14/08/2010 02:00
PANAMÁ. Se iba un grupo y llegaba otro. No se trata de los característicos movimientos humanos que llegaron a poblar América.
Estos son más pequeñines, tal vez más risueños y dan pasos más cortos, pero recorrían —quizás— los mismos senderos que hicieron nuestros aborígenes prehispánicos y que perfeccionaron los colonizadores españoles.
Durante el recorrido, daban gritos, saltos y risas. Era mucha la curiosidad y el asombro; poca la atención que prestaban a sus adultos guías. Los infantes solo sabían que estaban en Panamá Viejo; allí donde aquella imponente torre dice más que mil palabras.
El conjunto de ruinas aunado a los descubrimientos arqueológicos son los mudos transmisores del origen de un villorrio, conquistado y colonizado, llamado Panamá.
MIL AÑOS DE HISTORIA
Mañana se conmemoran 491 años de su fundación oficial, pero en realidad son mil años de historia que resisten al tiempo y no se quieren callar.
Según los hallazgos, se calcula que los indígenas llegaron al lugar entre 700 y 500 años antes que los españoles.
Con motivo de este aniversario, docenas de niños recorrieron durante esta semana el museo y el conjunto monumental declarado: Patrimonio Mundial de la Humanidad.
Mientras tanto, la directora ejecutiva del Patronato Panamá Viejo, Julieta de Arango, comentaba acerca de la idiosincrasia de la mayoría de las personas, niños y jóvenes que visitan el sitio arqueológico: ‘Es difícil entender que allí hubo vida, que fue un lugar que tuvo personajes’.
Sentada cerca de la mesa de juntas del patronato, y teniendo como fondo una pintura abstracta alusiva a la torre de la que una vez fue la catedral Nuestra Señora de La Asunción, Arango explicó que lo que se pretende hacer es invitar a los chicos, pero no para que aprendan que la ciudad fue construida y destruida, como se les dice en las escuelas; sino para inculcarles que fue un lugar que vivió: había comerciantes, vida cultural, monjitas y aulas de clases.
MUSEO
Tras las ventanas del patronato se escuchaban las voces de los pequeños. Ingresaban al museo, ubicado en las inmediaciones de la estatua a Morelos.
El historiador Néstor Sánchez, mientras los guiaba en el recorrido, les enseñaba los restos encontrados correspondientes tanto al periodo prehispánico como al de la colonia española.
Predominan los objetos de uso doméstico o rituales. Los nativos se inspiraban más en diseños que representan la naturaleza, por ejemplo, una rana que es el único objeto de oro encontrado en el sitio hasta la fecha. Restos de armas, monedas, rosarios, medallas, aretes, sortijas, anillos, candeleros y hasta bacinillas son los objetos que se han encontrado del periodo hispánico.
¡Agua va!, ese era el grito de los esclavos cuando vaciaban las bacinillas de sus patronos. El aviso se daba para evitar que el excremento u orina le cayera a algún transeúnte, pues la bacinilla podía ser descargada en la calle, en la parte de atrás de las casas, en el río o en el mar.
Por su parte, el arqueólogo y antropólogo Carlos Gómez, quien trabajaba en las excavaciones en el convento de La Merced, informó que se han encontrado claros restos prehispánicos de la típica cerámica de Darién.
Parte de estas charlas se representaron a los menores desde el miércoles pasado. El proyecto se llama Aula Viva. Es impartido, en las ruinas de la Compañía de Jesús, por personal del patronato, y es dramatizado por el grupo de teatro La Peregrina.