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- 26/01/2014 01:00
Cuando se le consulta a Ricardo De Ycaza por qué son tan peligrosas las vacas, caballos y búfalos que andan libres en Coiba, el director de Proyectos de la Asociación por la Conservación de la Naturaleza (Ancón) comenta: ‘Es un poco difícil saber con certeza de qué formas exactamente estas vacas están afectando el equilibrio natural de la zona, pero se pueden mencionar algunas, como son el desplazamiento de fauna local; compactación, erosión; daño a los arrecifes y a los sitios de anidación de tortugas marinas. También, son causal de una sobrepoblación de parásitos hematófagos debido a que son la fuente disponible de alimentos. Por último, se puede mencionar que pueden transmitir enfermedades no endémicas a la fauna local’.
Eddy Arcia, técnico en la Dirección de Áreas Protegidas y Vida Silvestre de la Anam, coincide en varios puntos con De Ycaza y explica: ‘El ganado en soltura provoca erosión de los suelos, que sedimentan hacia el arrecife más grande del Pacífico americano que está dentro del Parque Nacional Coiba, afectándolo negativamente’. El funcionario también indica que ‘el ganado en soltura promueve la dispersión de especies vegetales invasoras’ y eso tiene un ‘impacto negativo’.
El biólogo marino Juan Maté explica este último punto: ‘En su momento se introdujo una leguminosa llamada kudzu. Es una planta exótica y muy agresiva que prolifera en verano y les sirve de alimento’. El problema con esto, comenta Maté, es que ‘la están dispersando, porque para germinar la semilla debe pasar por el tracto digestivo del ganado’.
El kudzu se está segregando por la isla porque el ganado, que debe estar ubicado en el área este de la isla, ahora se está internando en los bosques de Coiba.
La zona este, justamente, es la única del Parque Nacional que no ha podido ‘recuperar el estado natural’ que sí han obtenido nuevamente otros sectores en donde ‘el ganado no ha estado presente y había campamentos penales’.
Esto se debe, comenta el técnico en la Dirección de Áreas Protegidas y Vida Silvestre de la Anam, a que, con su constante ir y venir, el ganado ‘afecta la regeneración del bosque’.
De igual forma Arcia advierte que la existencia en la isla de vacas, búfalos y caballos asilvestrados ‘representa un peligro para las especies nativas, como agente vector de posibles enfermedades’.
Aunque estos animales no ataquen directamente a los que son nativos de la isla, De Ycaza, de Ancón, explica: ‘En todo ecosistema específico existe un balance delicado entre todos los componentes bióticos y abióticos que lo componen. Al entrar un componente ajeno en un ecosistema, se crea un desbalance de alguna u otra manera en el funcionamiento equilibrado del mismo’.
Un claro ejemplo es el que da el biólogo de Smithsonian, Juan Maté: ‘A muchos búfalos se les ve caminando en áreas donde anidan las tortugas marinas. Pisotean las áreas de nido y pueden causar deterioro’. Que las aves se roben los huevos que las tortugas desovan es parte de la naturaleza, pero que un búfalo pase por la playa y pise los huevos, no lo es.
A pesar de que la Ley 44 de 2004 establece reglas muy específicas sobre los asentamientos humanos en Coiba, en la isla, además de los guías, también hay miembros del Servicio Nacional Aeronaval (SENAN) y turistas que visitan el parque.
Ante la duda de si la convivencia entre humanos y semovientes no es peligrosa, Eddy Arcia contesta: ‘El ganado en soltura representa un peligro para los visitantes y manejadores’, pues, aunque no se han registrado ataques o incidentes, ‘los dos primeros en estado salvaje pueden representar un peligro’.
El biólogo marino Maté comenta: ‘El problema es que no sabemos qué enfermedades pueden tener o contagiar, porque tienen años sin control veterinario... No sabemos qué enfermedades tropicales han podido adquirir’.
PARTIDA PROBLEMÁTICA
Pero no solo la presencia del ganado es peligrosa; estos animales han pasado tanto tiempo como parte del ecosistema de Coiba que, al ser retirados, también pueden haber implicaciones peligrosas
La presencia de vacas, búfalos y caballos ha incentivado una sobrepoblación de hematófagos, animales que se alimentan de sangre. Tan solo en la década de 1980 se registraron casos de rabia paralizante que es transmitida por murciélagos y que de los animales puede pasar a los humanos. El científico de Smithsonian advierte que sin el ganado, ‘insectos y mamíferos que se alimentan de sangre van a buscar otros tipo de alimentación, porque le han quitado la alimentación principal. Estos nuevos alimentos pueden ser especies nativas como venados, monos, ñeques, aunque también pueden buscar las áreas pobladas por humanos’.
Es por esto que el proceso de remoción tomará siete meses, pues se hará de forma paulatina.